¿Hasta cuando seguiremos
haciendo mendigos? |
Para no convertir los pobres,
llamados por Jesús "herederos
de la tierra",
en mendigos.
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También nos
podemos preguntar si este sentimiento de impotencia no se alimenta de otro
sentimiento que parece habitar todo el país. Nos referimos a la
convicción generalizada que todo lo que podemos realizar no puede
ser más que el efecto de una ayuda exterior. Este sentimiento
-prescindiendo que corre el riesgo de verse frustrado en más o menos
breve tiempo, ya que las condiciones de la ayuda han cambiado mucho- produce
en todas las categorías de la sociedad efectos peligrosos de desmovilización:
siempre necesitamos dones recibidos del exterior para emprender algo.
El mismo Estado, para
quien la ayuda exterior es el último recurso en todas las situaciones
difíciles, participa de esta mentalidad general y contribuye a mantener
esta convicción.
Nos es necesario descubrir en nosotros mismos las auténticas fuerzas del resurgimiento económico y social. Hay ayudas intempestivas y repetidas que tienen por efecto retardar este descubrimiento. Ya hemos mencionado más arriba la existencia de un sentimiento difuso según el cual no se podía realizar nada sin una ayuda exterior. Este sentimiento es particularmente peligroso cuando alcanza las comunidades de base rurales. Estamos convencidos que son necesarios esfuerzos constantes para persuadirles que ellas deben, porque ellas pueden, encontrar en ellas mismas los verdaderos recursos de su desarrollo. Los fracasos del desarrollo, sobre todo cuando se manifiestan por hambres inesperadas, son debidos principalmente a esta ausencia de autorresponsabilidad (de prise en charge) de las colectividades. Hemos invitado ya a nuestras
comunidades cristianas, y lo hacemos de nuevo, a llegar a ser más
autónomas con relación a las ayudas exteriores y a responder
por sí mismas a sus necesidades.
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¿Qué salvación
para el Chad?
Mensaje de Navidad 1994
Conferencia episcopal del Chad
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