142.
EL NEUROHUMOR SEROTONINICO
El neurotransmisor serotonina ejerce acciones muy diversificadas en ratas y en el humano, no así en los invertebrados, donde es más sencillo de entender. Ch. M. Lent y M.H. Dickinson han descripto el papel que cumple dicho neurohumor en la sanguijuela, que se alimenta de sangre caliente. Trabajaron sobre sus neuronas serotonínicas, que proveen las enzimas sintetizadoras de la serotonina a partir del triptofano. Para los estudios se emplearon dos tenores de serotonina, uno relativamente bajo y otro alto.
* Un tenor bajo muestra inhibición de las neuronas serotonínicas, con lo
cual surge la conducta de hambre, detectada por
(1) búsqueda de superficies
calientes, p.ej. una botella caliente,
(2) mordedura,
(3) secreción de
saliva y
(4) tragado virtual por contracción rítmica en la faringe.
* Un tenor alto, logrado por activación de las neuronas serotonínicas que justamente la sintetizan, provoca una transición de fase comportamental hacia la saciedad, la tranquilidad, el letargo y el ocultamiento pasivo. La sanguijuela se esconde mientras digiere la sangre de la cual se alimentó. Una fácil contraprueba se obtiene sumergiendo la sanguijuela hambrienta en un balde con serotonina disuelta en agua. El resultado es el de ocultarse y tranquilizarse. Así se puede razonar que las paleoemociones del hambre y violencia o de la saciedad, dependen de señales neuroquímicas. Tambien se puede razonar que el letargo involucra mínimo gasto energético y que el hambre hace gastar bioenergías con el objetivo de reaprovisionarse de ellas, típico uso "racional", o mejor, preprogramado de la energía.
En ratas se aprecia que siempre que tienen un tenor bajo de serotonina, su agresividad aumenta: atacan objetos inofensivos y neutros.
En el ser humano tambien aparece una transición de fase en la conducta, pero ya no es tan esquemática su descripción, dado que los mecanismos y los neurohumores son múltiples. La incidencia del neurohumor ha sido observada en varios cuadros clínicos, entre otros, en el "trastorno afectivo estacional", en la "obsesión a los hidratos de carbono" y en el "síndrome premenstrual". Los tres cuadros tienen mucho en común y aún se parecen al caso previo de la sanguijuela y de la rata. El mecanismo sigue estos pasos:
* La exageración en la ingesta de hidratos de carbono lleva a la secreción de la hormona insulínica, que facilita el suministro de aminoácidos (uno de ellos es el triptofano) a los tejidos periféricos, como el muscular. Entonces aumenta el triptofano en sangre.
* Ya en el cerebro, el triptofano atraviesa la barrera hematoencefálica de los capilares y accede al núcleo del rafe cerebral, llena de neuronas serotonínicas, que la transforman en el neurohumor serotonina.
* Un alto tenor de serotonina aparece en el biorreactor o hendidura sinápticos, liberado dicho neurohumor por la pared presináptica. Difunde como señal neuroquímica hacia los receptores de la pared opuesta del reactor, esto es, la postsináptica. Además puede ser recapturada por la pared presináptica, donde tambien existen receptores serotonínicos igual que en la pared opuesta. Vuelven a atravesar la misma membrana, esta vez en sentido reverso. Con lo cual disminuye la información útil de un exagerado consumo de hidratos de carbono. Algunos psicofármacos evitan ese mecanismo, frenando así el exagerado consumo de hidratos de carbono, la depresión del invierno y el malestar premenstrual. (Wurtman R.J y J.J.)
* El sueño se favorece con un tenor alto de serotonina en sangre. Un típico alimento con acción farmacéutica, esto es, un "nutricéutico", sería la cerveza, rica en triptofano. Un vaso tomado al acostarse podría servir para conciliar el sueño.
(Página en preparación)