CvdB
LECTURA 54
Hoy se sabe que en cierto sentido tenía razón cuando señalaba que el cráneo se desarrolla a partir de estructuras segmentadas. No son nuevas vértebras: son, en cambio, rombomeros o neuromeros del cerebro posterior, que luego da origen al cerebelo y órganos vecinos. Son parte del cerebro más primitivo de los vertebrados.
En 1989, A. Lumsden y R. Keynes publicaron los resultados de un proyecto de investigación para estudiar los rombomeros y dilucidar si son los centros de organización del cerebro en desarrollo. Existe un anticuerpo específico que se une a una proteína producida toda vez que se fabrican las células nerviosas o neuronas. Sumergieron cerebros posteriores de embiones de pollo en una solución de ese anticuerpo. La fijación del anticuerpo fue muy fuerte solamente en los centros de los rombomeros, sugiriendo que las neuronas se estaban formando en copiosas agrupaciones solamente en la zona central de los segmentos, hasta entonces indetectados.
Los dos investigadores encararon un segundo experimento de búsqueda de las neuronas iniciales de cada uno de los ocho pares de nervios craneanos que emergen del cerebro posterior. Esos nervios craneanos parten en forma de abanico hacia la cabeza y hacia diversos órganos de del tronco, actuando como sensores o reguladores. El más conspícuo de ellos es el nervio trigémino que comunica las sensaciones del rostro y comanda a los músculos encargados de los movimientos de la mandíbula. El nervio facial es otro ejemplo, encargado de la expresión facial y del sentido del gusto. Lumsden y Keynes cortaron transversalemente esos nervios y les inyectaron un pigmento que difundieron hacia las neuronas motoras y finalmente llegaron al punto de origen de las neuronas. Encontraron que las neuronas motoras del nervio trigémino provienen solamente de los rombomeros dos y tres; los del nervio facial de los rombomeros cuatro y cinco.
Esta regularidad hace recordar la arquitectura de creaturas segmentadas tales como los insectos. El gen, identificado por Olof Sundin, relacionado con el rombomero número cuatro, resultó tener las secuencias de DNA típicas de un homeobox u homeocaja. En una etapa muy temprana del desarrollo, cuando todavía no han aparecido las biomoléculas que encienden a los genes del rombomero, es posible retirar fracciones y transplantarlas a otros rombomeros sin que ocurran trastornos ulteriores. Pero cuando ya actuó la biomolécula que gatilla a los genes, queda fijada la identidad de la célula y no hay camino atrás.
Como un mecánico entiende un motor de automóvil rearmandolo, un neurocientífico puede llegar a entender algo mejor como funciona un cerebro, a partir del ensamble de sus partes. Lo que es la pregunta más intrigante es si el cerebro será lo suficientemente poderoso como para resolver el rompecabezas de su propia creación.
Eichele, Gregor, Budding thoughts, The Sciences, Enero/febrero 1992, p. 30
23.feb.2001
Pulsar tecla de vuelta
Colección de lecturas de Biología- Carlos von der Becke.