Desarrollo: Nos parece por completo natural que debemos sentir dolor al sufrir una lastimadura o estar con apetito. Sentimientes de ese tipo nos parecen inherentes a dichas circunstancias. Pero entonces, ¿por qué un automóvil no siente dolor al pincharse un neumático ni al vaciarse el tanque de combustible? La respuesta es que el dolor o el hambre NO son inherentes a estar lastimado ni a la carencia de alimentos. Dichos sentimientos debieron ser "diseñados ingenierilmente". Aquellas circunstancias físicas no producen directamente los estados mentales que ellas despiertan; por lo contrario, el enlace entre ambos depende de una red intrincada de agencias y conglomerados nerviosos que evolucionaron durante millones de años. No tenemos un sentido conciente que nos confirme la existencia de tal maquinaria.
La forma como el hambre nos mantiene alimentados es a través de la presencia de una agencia que les da preferencia a las metas para adquirir alimentos. Estas señales deben venir antes de que se hayan agotado nuestras reservas alimentarias. No deben llegar cuando ya sea tarde y no sirvan de nada práctico. Este es el motivo por el cual sentirse con apetito o cansancio, no es lo mismo que estar plenamente hambrientos o exhaustos. Para que sirvan como buenas "señales de alarma", sentimientos tales como el dolor o el hambre, deben ser diseñados ingenierilmente no sólo de forma de indicar meramente que existen condiciones alarmantes, sino también que deben anticiparse a ellas y avisarnos antes de un daño demasiado importante.
¿Pero qué, si los sentimientos son de depresión o de descorazonamiento cuando estamos sumergidos en trabajos aburridos o en problemas irresolubles para nosotros? Estos sentimientos tienen resemblanza con los que acompañan a la fatiga física, pero no significan agotamientos genuinos dado que a menudo revierten frente a cambios de contexto, intereses y programaciones. Sin embargo, la similitud no es un mero accidente, puesto que dichos sentimientos surgen debido a que nuestros centros cerebrales han evolucionado estableciendo conexiones que explotan o utilizan la presencia de ancestrales sistemas de falta de combustible.
¿Más aún qué, si los incidentes en que está inmerso alguna persona exceden lo que suponemos son las posibilidades de aguante, fuerza o tolerancia al dolor? Deseamos creer que esto revela que la fuerza de la voluntad puede ir más allá de las leyes físicas que gobiernan el curso del mundo. Pero la habilidad de alguien para persistir en circunstancias que no habíamos pensado que serían tolerables no implica quizás nada sobrenatural. Dado que nuestros sentimientos de dolor, depresión, exhaustez y descorazonamiento son meros productos de la actividad cerebral - y sentimientos que han sido diseñados ingenierilmente para alertarnos antes de llegar a los límites finales - no necesitamos recurrir a un extraordinario poder de la mente por encima de la materia para sobreponernos, Todo es cuestión de encontrar maneras de reubicar nuestras prioridades.
En cualquier caso, lo que duele - y aún lo que es "sentido" - puede resultar más de la cultura que de la biología. Pregúntele usted al que corre una maratón. Pregúntele a su amazona favorita.
17.jul.2000
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Glosario de Carlos von der Becke -(Trad. por CvdB).