HISTORIA DE LA CIUDAD

Algo de la historia condensada de la cuidad la podrás ver aquí, todo esto relacionado fuertemente con la historia de los Aztecas, pero un poco más enfocada hacia lo que es la ciudad de México.

Hacia el siglo XIII llegaron los aztecas al valle de México, luego de una larga peregrinación desde Aztlán, su patria legendaria, descrita como una isla en medio de un lago en el noroeste de México, quizá en Nayarit.

Los aztecas conservaron el recuerdo de los años transcurridos en su peregrinación por el número de veces que habían celebrado la ceremonia del fuego nuevo que se realizaba cada 52 años, desde que comenzaron su marcha hasta su establecimiento en la isla de Tenochtitlan.

De esta manera se puede saber que el último fuego nuevo encendido en Tenochtitlan, fue en el año 1507. Así, descontando ocho siglos de 52 años, se llega al año 1091, que marca el comienzo de la peregrinación de los aztecas, quienes habían llegado cerca de Tula en 1143 antes de la ruina de aquella ciudad.

Según la leyenda, los aztecas encontraron en su camino una cueva del monte Teoculhuacán, con la imagen de su dios Huitzilopochtli, quien les profetizó que estaban destinados para dominar al mundo y los guió desde entonces, ordenándoles que cambiaran su nombre de "aztecas" por el de "mexicas", de acuerdo con el sitio que él les anunció para asentarse en el valle de México.

Después de haber caminado durante muchos años por los alrededores de Tula, los aztecas llegaron a Zumpango, Estado de México, y de ahí pasaron a Xaltocan, que era una isla; más tarde arribaron a Ecatepec y por fin se establecieron cerca de Azcapotzalco.

Cuando llegaron al valle de México todos los lugares estaban ya habitados por otros pueblos, y no encontrando dónde establecerse tuvieron que refugiarse en Chapultepec, que era un sitio selvático, hacia el siglo XIII.

Los primeros veinte años que pasaron los mexicas en aquel lugar fueron pacíficos, bajo el gobierno de su cacique Huitzilihuitl el Viejo; pero luego sobrevinieron conflictos con los pueblos vecinos porque los jóvenes aztecas raptaron a unas mujeres de aquellas comunidades.

Los habitantes de Azcapotzalco, Xaltocan y Culhuacán se unieron para expulsar a los aztecas de Chapultepec, llevándolos cautivos a Culhuacán contra los de Xochimilco; llamaron como ayudantes a los mexicas prometiéndoles la libertad si lograban derrotar a los xochimilcas; cuando lo consiguieron, el rey Coxcoxtli los dejó libres.

De esta forma, los mexicas pensaron en casar a su señor con la hija del rey de Culhuacán y la pidieron a su padre; pero en vez de realizar el matrimonio la sacrificaron a su dios, convirtiéndola en la "diosa madre".

Indignado y dolido por esta infamia el señor de Culhuacán, llamó a sus súbditos y arrojaron a los aztecas a los pantanos del lago de Texcoco en donde encontraron, después de haber sufrido grandes penalidades, el lugar señalado por su dios para que fuera su establecimiento definitivo.

Fue en ese sitio donde vieron un águila, posada sobre un nopal devorando una serpiente, que de acuerdo con la profecía de Huitzilopochtli, era el lugar donde debían fundar la nueva ciudad. Inmediatamente procedieron a levantarle allí un templo. Fue así como nació la ciudad de Tenochtitlan en el año de 1325.

 

A partir de Izcóatl, la hábil política de los emperadores había colocado -sobre todo depués de la muerte de Nezahualcóyotl de Texcoco- al señor de México por encima de los otros dos reyes de la Triple Alianza. Ya para la época de Moctezuma II ninguno de sus aliados trataba siquiera de igualársele; de hecho, él imponía el candidato que deseaba para los tronos de Texcoco y de Tacuba.

Moctezuma II era un buen guerrero y un ferviente sacerdote, aunque a diferencia de sus antepasados, principalmente hombres de acción, era un pensador, cualidad tal vez heredada de Nezahualcóyotl, su ilustre abuelo.

En el año de 1519, cuando los españoles llegaron a Tenochtitlan, salió a su encuentro el emperador ataviado de sus mejores galas y acompañado de muchos nobles mexicanos; Cortés bajó de su caballo para saludar a Moctezuma y entre ambos hubo intercambio de regalos.

A principios del siglo XVI, sólo cuatro ciudades europeas (París, Nápoles, Venecia y Milán) tenían un poco más de 100 mil habitantes. Ninguna de las ciudades españolas llegaba a dicho número. Sevilla, en ese momento la mayor, tenía 45,000, según un censo de 1530. No es por lo tanto extraño, que Tenochtitlan les pareciera gigantesca a los conquistadores españoles.

Los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácatl, en donde Moctezuma fue a visitar a Cortés y le manifestó que su llegada era esperada desde muchos años atrás, ya que Quetzalcóatl, su dios, había anunciado su regreso, por lo que los mexicas estaban dispuestos a reconocerse como sus vasallos. De esta manera, la superstición religiosa del retorno de Quetzalcóatl contribuyó a facilitar la empresa de la conquista.

Años más tarde, Cortés encerró a Moctezuma en su cuartel y lo mantuvo como rehén. Este hecho causó la indignación de los mexicas, quienes empezaron a salir de la ciudad para incitar a sus súbditos a expulsar a los extranjeros.

Cuando Cortés salió de México, dejó encargado a Pedro de Alvarado el mando de la ciudad; éste aprovechó la ocasión para atacar a los indios cuando una multitud de ellos, nobles y sacerdotes, se encontraba celebrando la fiesta del dios Tezcatlipoca. Los españoles llegaron de improviso y realizaron una feroz matanza, despojando de sus joyas a los muertos y heridos.

El pueblo mexica, indignado, se levantó en armas contra los invasores y atacó sus cuarteles. El 24 de junio de 1520, Hernán Cortés regresó a la ciudad y pidió a Moctezuma que apaciguara a los indios. El emperador sugirió que fuera su hermano Cuitláhuac a negociar la paz, pero éste en vez de calmar a los mexicas, los incitó más a la rebelión. Al siguiente día, todo el pueblo estaba en armas. Cortés atacó a los mexicas sin ningún éxito y resolvió abandonar la ciudad.

La noche del 30 de junio de 1520 se inició la marcha por la calzada de Tacuba; los fugitivos avanzaban en silencio, pero los indios al darse cuenta de la huída dieron señales de alarma convocando a los guerreros para el combate. La lucha fue feroz y sangrienta, y más de la mitad de los soldados españoles y de sus aliados quedaron tendidos en las aguas del lago; los demás, fueron capturados por los mexicas y sacrificados a Huitzilopochtli.

Decidido Cortés a continuar la conquista de México, comunicó sus proyectos a los señores de Tlaxcala solicitando su ayuda y ofreciéndoles en cambio participar de los despojos de los mexicas. Los tlaxcaltecas aceptaron sus proposiciones y dieron a Cortés todos los auxilios que les solicitaron.

El sitio de Tenochtitlan quedó definitivamente establecido el 26 de mayo de 1521. Después del feroz ataque, la ciudad quedó en ruinas, y Cortés mandó limpiar de cadáveres y escombros la ciudad reconquistada para redificarla.

Una vez que los conquistadores españoles regresaron de Coyoacán a la destruida Tenochtitlan, trazaron los planos de la nueva ciudad y señalaron seis solares para hacer en ellos "casas de consistorio, cárcel y carnicería". Aquellos terrenos abarcaban el sitio limitado actualmente por la Plaza de la Constitución (zócalo), las calles de 5 de febrero y de Venustiano Carranza y la avenida 20 de noviembre.

El 10 de mayo de 1532 el Ayuntamiento quedó instalado en las casas consistoriales y el 17 de febrero de 1564, al abrirse la casa de Moneda, pudo adquirir la parte occidental del predio que había sido ocupada por la fundición.

En 1582 se estableció la cárcel de la ciudad.

Debido al hambre que padecía, el pueblo se amotinó el 8 de junio de 1692, incendió el palacio de los Virreyes y luego puso fuego a la sede del poder municipal. Carlos de Sigüenza y Góngora, desafiando las llamas, salvó el archivo de las actas de cabildo. En 1714 el virrey Fernando de Alencáster, duque de Linares, dispuso que se reconstruyera el edificio, pero las obras se iniciaron hasta 1720.

Por el año de 1740, después de doscientos años de ser parte dependiente del imperio español, la Nueva España, o México como se le conoce actualmente, entró en una era de cambios conocida con los nombres de Ilustración y Siglo de la Luces. En este siglo, que abarca del reinado de Fernando VI (1756-1759) y el virreinato de Francisco de Güemes, conde de Revillagigedo (1746-1755) al reinado de Carlos IV (1788-1808) y al virreinato de José de Iturrigaray (1803-1808), la Nueva España amplió su territorio y su población, se enriqueció, cambió de sistema político, creó un nuevo grupo social, se ilustra, se da cuenta de sí misma y se prepara para hacer vida independiente de la nación española.

Hacia 1760 los jesuitas jóvenes de la Nueva España le perdieron cariño y respeto a la vieja España y le cobraron amor e interés a México, dejaron de sentirse hijos de una raza y comenzaron a considerarse hijos de una tierra. Se dijeron descendientes del imperio azteca y proclamaron con orgullo su parentesco con los indios.

Desde 1786, se divide al país en intendencias, base de la futura división en Estados.

En 1794, se produjo la conspiración realizada por el contador Juan Guerrero. En 1799, fue la conspiración de los Machetes en la que participaron un buen número de personas, con el propósito de hacer una guerra para sacudirse a los europeos. Sobre todo, desde 1796 la mala voluntad contra el régimen español creció en la capital del reino y en las principales ciudades de la provincia.

El 27 de septiembre de 1821 el ejército trigarante, con Agustín de Iturbide al frente, hizo su entrada triunfal de México y el 28, se nombró al primer gobierno independiente.

Al consumarse la Independencia, se suprimió la Alhóndiga y se declaró libre el comercio de carnes. Esto dio motivo a que se establecieran multitud de vendimias a lo largo de lo que era el Callejón de la Diputación (actualmente la avenida 20 de noviembre). Estas alacenas y puestos desaparecieron hasta 1888.

El Congreso constituyente, aunque en él predominaban los enemigos de la monarquía, eligió a Iturbide emperador con el nombre de Agustín I. Éste, tras una fastuosa coronación, gobernó once meses, desde mayo de 1822. En agosto supo de una conspiración en su contra en la que estaban metidos algunos diputados. En octubre, deshizo el Congreso y nombró en su lugar una junta encargada de hacer un reglamento político provisional y convocar a elecciones para un nuevo Congreso. En diciembre, el brigadier Antonio López de Santa Anna, se sublevó en Veracruz y proclamó la República.

En enero de 1823, el general Antonio Echávarri, enviado por el emperador para combatir a López de Santa Anna, pactó con el enemigo. En marzo, Agustín I se arrancó la corona, restableció el disuelto Congreso y salió del país.

En abril del mismo año, los diputados disolvieron la monarquía y nombraron un triunvirato para el desempeño del Supremo Poder Ejecutivo.

El Acta Constitutiva de la Federación del 31 de enero de 1824 y la Constitución Federal del 4 de octubre siguiente fijaron las bases para la organización política y administrativa de los Estados Unidos Mexicanos.

El 18 de noviembre de 1824, el Congreso señaló a la ciudad de México como sede oficial de los poderes de la nación y le asignó al Distrito, que desde entonces se llama Federal, la superficie comprendida en un círculo de dos leguas de radio con centro en la Plaza Mayor. La elección de la ciudad de México como capital de la República se debió en gran medida a los argumentos que adujo ante el Congreso el diputado Servando Teresa de Mier.

La Constitución de 1824 dividió a México en diecinueve estados y cinco territorios.

En febrero de 1847, la flota americana, formada por 13,000 hombres y comandada por el general Winfield Scott, llegó a Veracruz. Después de una sangrienta batalla, donde el pueblo se defendió heroicamente, los norteamericanos avanzaron sobre Puebla sin encontrar resistencia. Scott y sus tropas permanecieron en Puebla hasta el mes de agosto en que marcharon sobre México, lo cual dio tiempo a Santa Anna para organizar la defensa de la capital, en donde reunió unos 18,000 hombres y fortificó varios puntos auxiliado por los generales Valencia, Bravo y Alvarez.

Los americanos penetraron en el valle de México por el sureste y se situaron en Tlalpan, adonde había sido destacado el general Valencia para observar los movimientos del enemigo desde las alturas cercanas a San Ángel, D.F. con instrucciones de no atacar al enemigo sino sólo en el caso de que éste atacara alguna de las posiciones de defensa.

Santa Anna ordenó entonces que las tropas que había en San Angel y en la hacienda de Coapa se retiraran, y que los batallones de polkos se hicieran fuertes en el convento de Churubusco al mando de los generales Anaya y Rincón.

La defensa de Churubusco fue verdaderamente heroica, hasta que agotado el parque los mexicanos tuvieron que suspender el combate; en tal situación los supervivientes fueron hechos prisioneros por los norteamericanos.

Para entrar en la capital sólo faltaba a los americanos apoderarse de Chapultepec y de las garitas. Scott ordenó en consecuencia el ataque al Castillo, que estaba defendido por el general Bravo, con 800 hombres, incluyendo a los alumnos del Colegio Militar.

Los norteamericanos atacaron el 13 de septiembre de 1847; las tropas de Bravo lucharon heroicamente, en especial los cadetes, seis de los cuales murieron en la pelea: el teniente Juan de la Barrera y los alumnos Juan Escutia, Francisco Márquez, Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca y Vicente Suárez.

Al triunfar los norteamericanos tomaron posesión del Castillo e hicieron prisioneros a sus defensores. Los invasores ocuparon la capital el 14 de septiembre de 1847, y desde ese día ondeó el pabellón de las barras y las estrellas en el Palacio Nacional, por lo cual el pueblo mexicano indignado rompió el fuego desde las azoteas de los edificios. En ese ataque murieron muchos soldados norteamericanos.

Las tropas invasoras permanecieron en México hasta el 12 de junio de 1848, fecha en que salieron para embarcarse en Veracruz.

Entre 1821 y 1850 reinó la inquietud en todos los órdenes. En treinta años hubo cincuenta gobiernos, casi todos productos de cuartelazo; once de ellos presididos por el general Santa Anna.

El 16 de febrero de 1854 el presidente Antonio López de Santa Anna, quien desde el 16 de diciembre anterior gobernaba con absoluto poder, decretó los límites del Distrito de México: al Norte, hasta el pueblo de San Cristóbal Ecatepec; por el Noroeste, hasta Tlalnepantla; por el Oeste, hasta Los Remedios, San Bartolo y Santa Fe; por el Suroeste, hasta Huixquilucan, Mixcoac, San Ángel y Coyoacán; por el Sur, hasta Tlalpan, Xochimilco e Ixtapalapa; por el Oeste, hasta el Peñón; y por el Noreste, hasta la mitad de las aguas del lago de Texcoco.

El Distrito quedó dividido en 8 prefecturas centrales, que correspondían a los otros tantos cuarteles mayores que formaban la municipalidad de México, y tres exteriores (Tlalnepantla, Tacubaya y Tlalpan).

El 18 de febrero de 1856 se reunió en México, el congreso constituyente, formado en su mayoría por diputados de ideas liberales, entre cuyos miembros más distinguidos se contaban Ponciano Arriaga, Francisco Zarco, Ignacio Ramírez, Melchor Ocampo y Valentín Gómez Farías.

El 5 de febrero de 1857 aprobó el Congreso la nueva Constitución política que organizaba al país en forma de "República representativa, democrática, federal", compuesta de 23 Estados Libres y Soberanos en su régimen interior, pero unidos en una "federación".

El 15 de julio de 1867 Benito Juárez entra en la capital a recibir el aplauso popular que celebra la victoria republicana; ese mismo día Porfirio Díaz le anuncia su decisión de retirarse del ejército, declarando que se dedicará a la agricultura en su finca La Noria, cercana a la ciudad de Oaxaca.

El 10 de abril de 1865 el archiduque Maximiliano expidió el Estatuto Provisional del Imperio Mexicano, conforme al cual el Distrito Federal quedó comprendido dentro del Departamento del Valle de México. Esta disposición terminó al triunfo de la República.

Después de algunas acciones militares, el Presidente Lerdo de Tejada abandonó el poder y decidió expatriarse voluntariamente radicándose en los Estados Unidos. Libre el camino hacia la Presidencia, el general Díaz ocupó la ciudad de México, se adueñó del poder y, tras un simulacro de elecciones, se instaló en la silla presidencial el 5 de mayo de 1877.

El 4 y el 17 de agosto de 1898 se aprobaron los convenios de límites entre el Distrito Federal y los estados de Morelos y México, respectivamente.

Por decreto del 16 de diciembre de 1899 el Distrito Federal se dividió, para su régimen interior, en la municipalidad de México y en las prefecturas siguientes: Guadalupe Hidalgo, Azcapotzalco, Tacubaya, Coyoacán, Tlalpan y Xochimilco.

El 26 de marzo de 1903 se expidió la Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal, en virtud de la cual el Distrito Federal quedó dividido en 13 municipalidades.

En 1909 se organizó el Partido Democrático, compuesto de elementos porfiristas que pretendían una evolución pacífica a fin de cambiar el régimen de la dictadura por el imperio de la Constitución; luchaban también por la moralización de la justicia, el fomento de la educación pública y una adecuada legislación agraria y obrera.

Encabezaba este partido el licenciado Benito Juárez Maza, con quien colaboraron otros intelectuales de la clase media.

En ese mismo año (1909) se organizó igualmente el Partido Antirreeleccionista, que postulaba el principio de "Sufragio Libre. No Reelección". Sus representantes celebraron una convención en la ciudad de México en abril de 1910, en la que designaron candidato a don Francisco I. Madero y a don Francisco Vázquez Gómez para la Vicepresidencia.

Según algunos historiadores, el 26 de junio de 1910, día de las elecciones, había en las cárceles de la República más de seis mil partidarios de Francisco I. Madero, presos. Sin embargo, se hicieron las elecciones, en las que, naturalmente, triunfó el fraude electoral y resultó reelecto por sexta vez, el general Porfirio Díaz

Sin embargo, el régimen porfirista se hallaba en completa decadencia política y social. El general Díaz había envejecido y con él la dictadura; entonces se rompió el equilibrio en que ésta se basó durante casi treinta años.

En 1912, y con el fin de adoctrinar a la clase obrera, se establece en la capital de la República -dice Lombardo Toledado- la Casa del Obrero Mundial.

Al ocupar la capital de la República, Carranza quiso entrar en arreglos con Emiliano Zapata, quien con sus actividades guerrilleras había contribuido tanto a la victoria revolucionaria. Pero el Caudillo del sur, cuya desconfianza desde la época de Madero no reconocía límites, exigió la subordinación del Primer jefe y del ejército constitucionalista al Plan de Ayala. Al hacerlo así pensaba, probablemente, en su adhesión al Plan de San Luis por una cláusula agraria nunca cumplida por Madero. De aquí su negativa a adquirir compromisos, procurando que los demás aceptaran los postulados del Plan de Ayala cuando todavía el constitucionalismo, aún débil, no cumplía claramente su propósito social.

Los profundos desacuerdos hicieron imposible, a la larga, el entendimiento entre carrancistas y zapatistas.

En diciembre de 1916, en su Proyecto de Reformas a la Constitución de 1857, el Primer Jefe, Venustiano Carranza propuso adherir al Distrito Federal los distritos de Chalco, Amecameca, Texcoco, Otumba, Zumpango, Cuautitlán y parte del de Tlalnepantla, para lo cual los límites con el Estado de México se establecerían siguiendo la línea de cumbres de las serranías de Monte Alto y Monte Bajo; sugirió además, suprimir la previsión del Estado del Valle de México, pero sus iniciativas no fueron aceptadas.

En 1921, dio principio la verdadera reconstrucción nacional. A pesar de su lentitud y de los altibajos para realizarla, la reforma agraria se ponía en marcha. El latifundio iría cediendo ante la pequeña propiedad, pues según el criterio oficial del momento, esa era la forma óptima de explotación de la tierra.

En 1924, establecidas ya las nuevas bases del poder político, ocupó la presidencia Plutarco Elías Calles.

La reforma de la fracción IV, al Artículo 73 constitucional, del 28 de agosto de 1928, suprimió el régimen municipal en el Distrito Federal y encomendó el gobierno del mismo al presidente de la República, quien lo ejercería por conducto del Departamento Central, creado en esa misma fecha, con jurisdicción en las antiguas municipalidades de México, Tacubaya y Mixcoac, y en 13 delegaciones.

En la Ley Orgánica del Gobierno del Distrito Federal, del 31 de diciembre de 1941, ya sólo aparecen como partes de la entidad, la ciudad de México y once delegaciones.

En la Ley Orgánica vigente, publicada en el Diario Oficial el 29 de diciembre de 1978, se reitera que los límites del Distrito Federal son los fijados por los decretos del 15 y 17 de diciembre de 1898 y se indica que el Distrito Federal o Ciudad de México se divide, de acuerdo con sus características geográficas, sociales y económicas, en las siguientes 16 delegaciones: Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Benito Juárez, Coyoacán, Cuajimalpa de Morelos, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, La Magdalena Contreras, Miguel Hidalgo, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan, Venustiano Carranza y Xochimilco.

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