La Enciclopedia Temática de Asturias apunta: 

“Hasta comienzos de este siglo, se creía que el hórreo era una construcción exclusiva de Asturias y Galicia. Con el tiempo, se supo que existían graneros elevados sobre pilotes en toda la región cantábrica, cumpliendo la misma función que los del N.O.  

Ahora bien, el tipo de edificios es muy diferente en cada una de las zonas: los pocos ejemplares conservados en el País Vasco y Navarra muestran una sorprendente variedad de modelos; y lo mismo sucede con los miles de ejemplares existentes en las provincias gallegas, y con los espigueiros del norte de Portugal. Sin embargo, en Asturias no se puede hablar de varios modelos, sino de uno solo, que cuenta con una variante de mayor tamaño, la panera, y que también presenta pequeñas diferencias locales que en nada afectan a lo concreto y definido del tipo. Este es, sin duda alguna, el diseño mas elaborado de los hórreos peninsulares, y su homogeneidad en toda la región asturiana contrasta con la variedad de tipos existentes en Galicia, del mismo  
modo que su abundancia numérica choca con la escasez de ejemplares que todavía se conservan en Euskalherria o en el Norte de Castilla. 

Varias características tipológicas diferencian al hórreo asturiano de los restantes tipos peninsulares y europeos, hasta el punto de que apenas tienen en común el hecho de alzarse sobre pilares y estar construidos casi por completo con madera, aunque en casos como el gallego, la piedra sustituye muchas veces al leño. El tipo de hórreo asturiano viene definido por tres características esenciales: la planta cuadrada, las paredes formadas por tablas verticales engarzadas en dos cuadros de vigas y la cubierta a cuatro aguas y por tanto con forma piramidal.  Una variante del hórreo asturiano, posterior en varios siglos, es la panera, que es producto de un cambio producido en las proporciones de la planta, que pasa a ser rectangular, modificando por ello la cubierta para conservar el tejado a cuatro vertientes, incorporando una combrera horizontal. 

Por el contrario, los restantes hórreos europeos son de planta rectangular, tiene la pared formada por troncos o tablones horizontales, y su techumbre es a dos aguas, divididas por un agudo caballete perpendicular al eje de la planta.  

El hórreo asturiano irrumpe como una intrusión entre los hórreos gallegos y los cántabros, que conservan el tipo europeo de cubierta a dos aguas. El diseño asturiano muestra una mayor coherencia en su estructura, ya que intencionadamente se busca la planta cuadrada y con ella la cubierta piramidal, más difícil de realizar que la sencilla a dos vertientes, pero más acorde con el sistema de fuerzas que se establece entre el techo, las paredes y los pies del hórreo.   La construcción del hórreo asturiano implica unos conocimientos de carpintería muy avanzados, que han sido utilizados para realizar una construcción innovadora, que cumple a la perfección su cometido de granero múltiple, como demuestra el gran numero de ejemplares que se mantienen en pie todavía en nuestra región." 

 
LA CONSTRUCCION DE UN HORREO O PANERA
 
La estructura del hórreo esta perfectamente estudiada para obtener el máximo espacio de almacenaje, así como otras cualidades, como son la desmontabilidad (creo que se le considera un bien mueble jurídicamente), la ligereza de la construcción, combinada con una gran estabilidad y la durabilidad de todos sus elementos. 

Algunas de esas características se obtienen por la forma de sus partes y el modo en que van engarzadas; otras por la cuidadosa elección de la madera a utilizar y por el adecuado tratamiento que se le da una vez cortada. Las maderas empleadas son siempre castaño bravo y roble, ambas abundantes en el país y de muy buenas propiedades mecánicas; además son muy ricas en tanino y resisten bien la exposición al aire libre. 

De gran importancia es la elección de los arboles, que se escogen en función de cada una de las piezas a fabricar. La corta ha de hacerse en los periodos más favorables, es decir, entre los meses de noviembre a febrero y en fase lunar menguante, especialmente en el menguante de enero. De cada tronco solo se aprovecha el duramen o madera lignificada, y se deshecha la albura o madera nueva. Sin embargo, siempre quedan partes de la albura que no es posible retirar, y solo con la corta en el mejor momento se evita que sean rápidamente atacadas por los insectos y la humedad. 

Después de esto se procede al secado, que ha de hacerse evitando el sol y abriendo los troncos para que no se rajen. Los buenos maestros conocían las cualidades de la madera y sabían prever las deformaciones y contracciones que sufre al curar, por lo que podían calcular para qué parte era mas indicada cada pieza. 

Terminado el periodo de secado de la madera se procedía a tallar las piezas con sierras de aire y azuelas, y una vez hechas todas se procedía al montaje. Este puede hacerse con tan solo dos personas, aunque para las operaciones de ensamblado y colocación de las vigas sea preciso el esfuerzo de al menos cuatro hombres. Una vez montado el hórreo ya no son necesarios mas cuidados que el retejado periódico. 
 

 
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