EVOLUCION HISTORICA 

Los hórreos asturianos más antiguos pueden datarse en el siglo XIV, a tenor de las decoraciones y fechas de varios ejemplares del concejo de Villaviciosa, que serian sin duda de los primeros construidos según el nuevo diseño. Indudablemente hubo en nuestra región otros hórreos anteriores al modelo asturiano, como demuestran las numerosas citas en documentos altomedievales, pero dado que estas escuetas menciones nada dicen sobre su tipo, hay que suponer serian modelos sencillos, tal vez como los cabaceiros gallegos, es decir de varas entretejidas, o modelos en madera similares a los santanderinos y vascos, que responden al modelo europeo, con paredes de tablas horizontales y tejado a dos vertientes.  

Los primeros hórreos asturianos son de tamaño medio o incluso grande y carecen siempre de corredor, aunque entre las cabezas de las madres o trabes se dispone, en el costado al que se abre la puerta, un largo tablón que sirve para subir al interior, la talambera. Los frutos de la cosecha, la matanza, los quesos y cuantos alimentos existan en la casería, se guardan en su interior, a salvo de los roedores y alimañas, y protegidos de la humedad ambiental, debido a la aireación de la construcción por todos sus lados y al empleo de la madera, que consigue templanza en invierno y frescura en verano.  

Hasta el siglo XVII no parece que se construyan hórreos del tipo asturiano en todo el tercio Occidental de la region, mientras que en el Centro y Oriente son centenares los que se levantan en poco mas de doscientos años. Sin duda, ello esta en relación con diferencias de desarrollo agrícola y económico, así como condicionamientos de orden cultural, y, en ciertos sectores de la región, con influencias y relaciones con provincias vecinas. De hecho, aunque en Asturias se da una relativa homogeneidad, pues predomina en la practica totalidad del territorio el hórreo de tipo asturiano, la aparición de la panera en distintas épocas y con intensidad muy diversa según las zonas, evidencia profundas desigualdades entre unas y otras partes del territorio, que más adelante veremos a través de un par de ejemplos. Además, aparecen unos modelos de hórreos dentro de los limites administrativos de la región por influencias y relaciones con la vecina Galicia, en un caso, y con Santander en el otro. Así, en el extremo Noroeste ciertos concejos solo conocen el hórreo gallego, aquí llamado cabazo, en sus modalidades, tipo Mondoñedo, y tipo Ribadeo. Esta construcción, que combina muros de piedra y paños de tablillas de madera, convive con el hórreo de tipo asturiano. La aparición de estos cabazos, que ocupan el tercio oeste de nuestro litoral y las tierras al norte y oeste del puerto de La Garganta, se explica por la fuerte influencia gallega en estas zonas. En el extremo opuesto, en Amieva, aparecen algunos hórreos similares a los santanderinos, con cubierta a dos aguas y tablas dispuestas en horizontal. En otras zonas, en especial en las cuencas del Aller y del Nalón, se conocen hoy en día unos cuantos hórreos que, aunque en todo son de tipo asturiano, se cubren con tejado a dos vertientes; por lo que hemos visto, no son sino malos arreglos que tratan de reparar la techumbre del modo más sencillo posible, aunque sea a costa de desvirtuar el conjunto. 

También son decisivas las modificaciones que en los últimos siglos sufre el campo asturiano, pues se verán reflejadas casi de inmediato en los hórreos; especialmente importante es la difusión de nuevos cultivos procedentes de América, primero el maíz en el siglo XVII y más tarde la patata, ya en el siglo XIX. Su difusión, general en toda Asturias, va repercutir de modo muy distinto según se trate del centro, el oriente o el occidente de la región; aunque, sin duda, será el cultivo del maíz el desencadenante de modificaciones sustanciales en el poblamiento y la demografía, y cuyas consecuencias en los hórreos veremos ahora en dos áreas distintas.  

La primera de ellas, el concejo de Villaviciosa, se encuentra ya en el tercio oriental y en la franja costera. Además de ser relativamente bien conocida su población de hórreos, los orígenes de sus decoraciones y la antigüedad de gran numero de ejemplares hace suponer que el foco de la aparición del modelo asturiano de hórreos no anda muy lejos de aquí. De este modo, encontramos un buen numero de hórreos datados en los siglos XV y XVI y de dimensiones medias, incluso grandes, levantados en su día para almacenar los frutos de la cosecha en su interior; una espléndida decoración los cubre y permite conocer no solo la cronología y la existencia de unos pocos talleres que sirven a una extensa área, sino que en el momento de su construcción, junto a lo fundamental, se cuidó el aspecto de enriquecimiento y ostentación que supone el ornato, y tal vez el simbolismo ya perdido que le acompaña. 

Gran numero de hórreos se construyen en estos siglos, hasta que a finales del siglo XVI, el ritmo desciende rápidamente; la llegada del maíz poco después, en el XVII, originó dos cambios sucesivos: de un lado, en los linios o vigas superiores de las paredes del hórreo, se clavaron gruesos clavos de enormes cabezas, muchas veces rompiendo la decoración tallada en esas piezas, con objeto de colgar en ellos las riestras de maíz a secar bajo cubierto, pero al aire, aprovechando el gran vuelo del alero. 

Por otra parte, y al mismo tiempo, aparecen las primeras paneras, de planta alargada y que enseguida incorporan un corredor en un costado, para colgar en su barandilla el maíz y dejar secar en su piso las habas, cebollas y otros productos. En todo caso nunca llegaron a abundar las paneras, y ya en los últimos años del siglo XVIII y primera mitad del XIX, dejan de levantarse, sin duda porque el gran numero de hórreos de épocas anteriores siguen cumpliendo su misión y además en muchos casos cuentan ya con corredores añadidos. 

Pero en esta zona y en todo el centro de Asturias, el hecho que más destaca es la división del hórreo en dos, cuatro y más partes, mediante la apertura de nuevas puertas y la separación interior por tabiques de tablas o de varas entretejidas. Su uso por varias casas se debe a la subdivisión de las caserías y la conformación de los núcleos de población, que agrupan en espacios públicos varios hórreos, a los que rodean holgadamente las casas del lugar. En el Occidente de Asturias, tomando por ejemplo el concejo de Allande, todo es muy distinto: no conocemos hórreos anteriores al siglo XVII, sin duda porque los existentes antes de aparecer el modelo asturiano eran pequeños, frágiles y seguramente semejantes a los cabazos gallegos de varas entretejidas, es decir, todo lo pequeños que era posible para almacenar una cosecha nunca demasiado voluminosa. No abundan tampoco en la actualidad los hórreos levantados en los siglos XVII y comienzos del XVIII, tal vez porque aunque se construyeron muchos (el Catastro del Marques de la Ensenada señala unos mil para el concejo de Allande en 1.753), fueron rápidamente sustituidos en los siglos siguientes por paneras más capaces, que se fabrican con gran intensidad desde el tercio ultimo del siglo XVIII hasta finales del XIX. La aparición en Allande del modelo del hórreo asturiano - importado desde el centro de 
Asturias - esta en relación con el aumento de productividad de las caserías. 

La importancia alcanzada por el cultivo del maíz en el siglo XVIII, se vera reflejada en el rapidísimo desarrollo que experimenta la panera en la zona: de las primeras, relativamente pequeñas y con un solo corredor, se pasara enseguida a grandes construcciones con corredor  en dos, tres o los cuatro costados, con desván y tuñas, o arcas fijas en su interior. El ritmo de construcción es intenso en casi todo el XIX, favorecido por el mantenimiento de la casería como unidad indivisible de la explotación del territorio y empujado además por el cultivo de la patata. Aun con todo esto, hay que destacar diferencias zonales, debidas a condicionamientos altitudinales y topográficos, que retrasan e incluso anulan la aparición de la panera en algunos lugares: pero allí donde esta prospera, se produce, a lo largo del siglo XIX, el desarrollo de sus diversos elementos por medio de un virtuosismo de la carpintería, que alcanzara en la década de los años ochenta su punto máximo: corredores de balaustres torneados y columnillas de capiteles decorados; también, despensas alojadas en el corredor, pequeños cuartos destinados a palomar y desvanes que aprovechas el espacio interno bajo la cubierta. Así mismo, las paneras se levantan cada vez más alejadas del suelo: si los hórreos apoyan sus pies directamente en el terreno, las paneras pronto suben a muretes que protegen el espacio bajo ellas y, mas adelante, tales muros se convierten en cuartos destinados a cuadra o taller, cuando no se utilizan como una ampliación de la vivienda, disponiendo en su interior de un dormitorio. 

A finales del siglo pasado, llego a ser frecuente en ciertas áreas de Tineo, Cangas y Salas, sobre todo, levantar la panera encima de dos pisos, con lo que se puede disponer de cuadras y habitaciones en ellos; en ocasiones, la panera prescinde de los pies y se apoya directamente sobre los muros inferiores; en estos casos una repisa corrida, al modo de las muelas dispuestas sobre los pies, impide que los roedores y demás animales dañinos asciendan por la pared, si bien en casos más recientes se coloca una banda de azulejos en su lugar y con la misma función. De todos modos la construcción de la panera, que ya es menos intensa desde mediados del XIX, cesa tras la segunda década del siglo XX. 

 
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