Muy distintas son las decoraciones del occidente asturiano, desarrolladas solo a partir de la primera mitad del siglo XVIII y siempre en paneras; coincide la aparición de las grandes paneras, directamente relacionadas con la expansión del maíz, con el surgimiento de este aspecto del arte popular asturiano. La ornamentación se reduce a grandes círculos tallados en la pared de madera, bien en numero de dos, bordeando la puerta de entrada, bien en tres o más costados de la panera. Por tanto no se trata de conjuntos de motivos, como el de Villaviciosa, o en el que después veremos de Carreño, sino motivos aislados que en si mismos reúnen la característica esencial del estilo: son motivos cargados de simbolismo, utilizados profusamente en estelas de la época romana, y cuya función excede del mero decorativismo, al menos en una primera etapa. Cuando se aplica en el occidente de Asturias, ya su sentido simbólico esta muy debilitado, y así se explica que pronto su forma cambie, aun manteniendo el diseño circular, en busca de representaciones con mayor sentido para el campesino, o simplemente ornamentales. Ello se evidencia en la perdida de relieve en la talla, que si al comienzo es a bisel y profunda, a lo largo del siglo XIX se empobrece y aplana. |
Seis son los diseños que aparecen tallados: rosetas, casi siempre de seis pétalos; tetrasqueles, formados por cuatro vírgulas girando dentro del circulo; radiales, rectos curvos, dobles o sencillos; caras, formadas por un circulo en el que se detallan boca, nariz y ojos, almendrados o en forma de vírgula, y a veces con un curioso tocado; entrelazos, juegos de círculos y arcos combinados, con diseño a partir de la división de un circulo con la media de su radio; y relojes, figurados comúnmente como esferas sencillas, pero en algún caso tan complejos como son los relojes de pared. |
A diferencia de Villaviciosa, pronto
a las decoraciones acompañan la fecha de la construcción
y el nombre del maestro carpintero autor de la obra. Tenemos así
una serie muy completa de paneras fechadas, que nos permiten trazar una
cronología detallada de la popularidad de cada motivo y de la intensidad
de construcción en un periodo que va desde comienzos del siglo XVIII
a comienzos del siglo XX. Pudimos observar que conforme avanza el siglo
XIX, el interés por las decoraciones tradicionales, desciende rápidamente,
perdiendo calidad las tallas. A la vez se produce un interés creciente
por parte del carpintero por dejar testimonio de su labor a través
de la firma de sus obras.
A finales del siglo XIX, las ultimas
obras del estilo son pobres y ceden el lugar a una nueva ornamentación
que prescinde de las tallas tradicionales para decorar tan solo los corredores
de la panera, mediante columnillas, barandas y recortes en la madera.
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