Historias y charlatanerías hasta el actual intento de cambiarle el nombre al "Peso de Paysantú"
por
Gonzalo Menendez Calvente
Montevideo Uruguay
"El curanderismo no sólo es una manera de ser, sino también una fuente de orgullo para los iberoamericanos; forma parte de nuestra cultura."
Es interesante analizar una encuesta llevada a cabo por los alumnos del Curso Libre de Antropología Médica, y al que asiste una variada gama de profesionales médicos, psicólogos, psiquiatras, físicos, abogados, arqueólogos, filósofos, lingüistas, biólogos, estudiantes, enfermeras, artistas y hasta amas de casa con un gran deseo de aprender cosas nuevas para ellas.
El grupo de alumnos mencionado elaboró dos cuestionarios que respondiesen a la idea de realizar un sondeo preliminar de estos aspectos en nuestra sociedad actual, y obtuvieron respuestas. El enfermo que va al curandero lo hace quizá por rechazo del médico. En los resultados de las encuestas llevadas a cabo por los alumnos se ha podido observar que con frecuencia el paciente muestra en sus palabras el rechazo de la medicina oficial.
En la medicina oficial, el médico, significa para él la autoridad paterna, y el buscar al curandero no sería, desde un punto de vista freudiano, más que la búsqueda del «otro padre», del que hubiera querido tener y no tuvo.
Un complejo de edipo no resuelto, una situación evolutiva de la infancia no resuelta empujará al sujeto hacia el curandero.
Este comportamiento no es exclusivo de los pacientes respecto a los médicos, está en la base de muchos comportamientos en que se desea rechazar o también ocultar lo establecido o aceptado hasta el momento y sustituirlo por otro opuesto, o creado por ellos, cambiando la relación de poder, o creyendo cambiarla, apoyado por el espíritu gregario que esiste en todo grupo humano, según la teoría freudiana "totem y tabú".
El Dr. Fosalba, comparaba el problema del "Charlatanismo profesional con el curanderismo" en su ensayo.
Nos referimos al curanderismo, no en el sentido de hechiceros y brujos sino como charlatanes y embusteros.
Es recordado el caso, cuando todos los numismáticos autoproclamados dueños de la verdad, sostenían la existencia de la moneda de 40 centésimos de 1854, hasta figuraba en algunos catálogos de la época, ellos ofrecían como prueba de su existencia, que el Museo Bancario del BROU tenía dos piezas, por lo tanto esto era una verdad revelada que nadie lo podía discutir. "Si están en el museo son auténticas." (totem y tabú).
Por ese entonces solamente algunos estudiosos de Argentina tenían sus dudas sobre esas piezas.
Pero en el año 1982 se publicó en Uruguay un catálogo (de Rony Almeida) con los siguientes comentarios al pie de cada una de las fotos de las mencionadas piezas:
1º) "Pieza fraudulenta con cifra adulterada por mutilación que con el nombre de Ensayo de 40 centésimos de 1854 se exhibe en el Museo Numismático (bancario) del Banco de la República Oriental del Uruguay."
2º) "Pieza fraudulenta con fecha y leyendas adulteradas por desgaste intencional que con el nombre de Ensayo de 40 centésimos de 1854 se exhibe en el Museo Numismático (bancario) del Banco de la República Oriental del Uruguay."
Primero el museo retiró las etiquetas con la leyenda "Ensayo" y dejó las monedas sin comentarios, y poco tiempo después las retiró de la exhibición sin dar explicaciones.
Esto provocó que estos mismos numismáticos se desafiliaran rápidamente de su anterior teoría y a partir de entonces dijeran: "Siempre opinamos que eran falsas".
Recomiendo leer la obra del Dr. Ramos Mejía "La simulación del talento" donde se analizan pormenorizadamente situaciones similares, y también a los charlatanes, embusteros y embaucadores, entre otros.
El caso más interesante de la historia reciente, es el de una de las variandes de moneda falsa de un peso uruguayo de 1895, que se caracteriza por el tipo de sus letras "A", y desde que tengo memoria, siempre se llamó "Peso de Paysandú" para diferenciarla de las otras falsas del mismo año, pero mucho más difíciles de catalogar, y que hasta ahora no tienen nombre, evidentemente esta es la más famosa de las falsas de 1895 por ser también la más fácil de identificar, nunca supe cual era el origen del nombre ni conozco nadie que lo sepa, tampoco se donde ni cuando fue fabricada, simplemente todos la llamaban así.
Pero cuando en los años 90 se republica con mucha difusión, un parte policial de una falsificación de monedas de un peso de 1895 descubierta en Salto a principios del siglo XX, y, se produce un gran cambio en las opiniones de los "numismáticos" y a la moneda que todos llamaban "Peso de Paysandú" ahora pasaron a llamarla "Peso de Salto" alegando que el nombre estaba mal y que había que cambiarlo, evidentemente parecen no saber la diferencia que hay entre un nombre y un gentilicio, deberían saber que "Peso de Paysandú" es un nombre propio, y que el gentilicio sería "sanducero" como el de Salto es "naranjero", o también "salteño" por lo tanto si lo que quisieran es precisar el lugar de origen no deberían cambiarle el nombre, sino agregar el gentilicio, si se le dan otro nombre producen confucsión, dan la idea que se trata de otro objeto, aunque, este tema es para expertos en onomasiología y yo no lo soy.
Todo lo anterior sin descontar que su explicación del origen "naranjero" se basa en su ignorancia de que existen más de media docena de diferentes falsificaciones del peso de 1895, y su razonamiento es que si hay documentación probatoria de que fue descubierta una falsificaión de esa pieza en Salto, y ellos parten de la base de que el "Peso de Paysandú" es la única falsificación que existe deberá tratarse de la misma pieza.
Quiero aclarar que cuando me refiero a falsificaciones, no tengo en cuenta las monedas fundidas que son muy fáciles de identificar como falsas, me refiero a monedas falsas muy bien hechas, de plata como el "Peso de Paysandú", pero con cuños casi idénticos a los originales, realmente muy difíciles de identificar como falsas y que muchas veces son tomadas por auténticas, porque son mucho más difíciles de identificar que el "Peso de Paysandú", que tiene algunas diferencias más evidentes con la original.
Evidentemente alguien con conocimiento de la existencia de las otras falsificaciones no se convencerá tan facilmente y necesitará alguna prueba o detalle que demuestre fehacientemente a cual de las piezas falsas corresponde la falsificación descubierta en Salto, si se trata del Peso de Paysandú, o es alguna de las otras varias que todavía no tienen nombre, esto último es lo que parece lo más probable si leemos con atención los detalles del parte policial y los comentarios de los diarios de Salto de la época (viernes 11 de marzo de 1910), y luego comparamos las piezas falsas con las descripciones que ahí se dan de la falsificación.
Ser el ganador en una discusión o en un debate no es lo mismo que tener razón, ni perder es sinónimo de estar equivocado. Con mucha frecuencia el que consigue imponerse en un debate es simplemente el más habilidoso, el más experimentado o el que tiene una personalidad más avasallante, a veces el más cruel o el menos escrupuloso.
Cuando esto sucede, nos enfrentamos a una doble frustración, de haber sido derrotados y de sentirnos incapaces de defender una tesis que nos sigue pareciendo correcta. Todos hemos hecho la experiencia de encontrar con horas de retraso el argumento que hubiera permitido zanjar definitivamente la cuestión, pero para entonces la idea no tenía ninguna utilidad porque la discusión había terminado y el otro había salido mejor parado.
Vistas así las cosas la discusión o el debate son actividades de las que no debería esperarse nada bueno, apenas se trataría de dos formas de enfrentamiento en las que, en las que como tantas veces ocurre, simplemente impera la ley del más fuerte, la única diferencia radicaría en que en esos casos no se trata de fortaleza física sino de fortaleza sicológica o dialéctica.
La repercusión que tienen las afirmaciones de los curanderos son posibles porque nuestra sociedad siempre se deja arrebatar por las ideas que vienen soliviantadas por escándalo emocional, sin tener en cuenta la solidez o endeblez de sus bases, y se ponen de inmediato a transcultivar todas las olas e iracundias así como van saliendo del horno.
Se atoran con un aluvión de teorías sin ponerse a analizar las preguntas correspondientes, y de esas teorías toman la versión más gruesa, reducida a esquemas, de manejo fácil, que producen convicciones transitorias, porque ¿cómo puede convencer, alguien que no está convencido de nada? solamente apoyados por un lote de generalidades, porque lucen más y comprometen menos.
Estos son los que Vaz Ferreira llamaba "bolos indigeribles" para ser tragados sin masticar.