El principal componente de la moral de cada individuo radica en el tema de si su interés personal está centrado en las pequeñas cosas de cada día y las responsabilidades y gratificaciones personales y familiares o, en cambio, en torno de lo que uno espera de su vida, desde que nace hasta que muere, pensando en el aporte que uno realiza para la especie humana en general. Esto debe entenderse como una vida dirigida a lograr una mejor participación de uno en su cultura, utilizada para obtener los resultados universales de la vida de uno.
Toda vida tiene un principio y un fin, se nace y se muere. Dentro de este razonamiento, el interés fundamental del individuo se encuentra en los logros de su vida mortal, logros que van más allá del momento en que se nace y se muere.
Muy diferente en naturaleza a los animales, el humano acumula principios del universo, conocimientos, ideas, asimilados de los antepasados, que serán transmitidos a su posteridad. En estos principios se encuentran tanto la ciencia física como la cultura.
De este concepto surgen las preguntas que deben mover a la reflexión a las persona: "¿Qué quedará de mi vida?, ¿mis obras o las alegrías o dolores que experimenté? ¿Lo que quede será menos terrenal, menos efímero, que las simples obras, las adquisiciones o los placeres?" La muestra se encuentra en la Grecia clásica; lo que quedó fue Platón.
Quedaron las ideas eficientes, las revelaciones comprobables de una tesis. Al repetir los descubrimientos de los antepasados, se transforma el bien heredado en algo perenne, y se revive en uno mismo lo que es perdurable. De este modo los humanos, dueños del don de poder conocer las ideas de generaciones pasadas, logran no sólo perpetuar las ideas heredadas, sino que también pueden agregar algo efectivo y actual a la maraña de principios que será transmitida para el beneficio del futuro. Los dones del pasado adquieren así vida eterna, y los aportes que quedan del pasar del hombre por el mundo también forman parte útil.
Toda persona que cumple con el criterio se transforma en un ser histórico-mundial, que no muere, porque la esencia de haber vivido revive en el futuro con la utilidad encontrada a las ideas aportadas por el individuo.
¿Qué pasa desde este punto de vista con la educación primaria y secundaria?, ¿es esencial que los alumnos aprendan en la escuela? Aprender es la mínima parte, conocer y asimilar es lo fundamental. Lo moral en la educación de los jóvenes pasa por el hecho de hacerlos descubrir principios con valor. Cuando se asimilan los conocimientos se pueden transmitir los principios a otros, no como un simple aprendizaje, sino como un saber para poner en práctica. Los centros de enseñanza morales son aquellos en los que los educandos experimentan el hecho de conocer los principios válidos, tanto los revividos (como descubrimientos) como los añadidos. La unión con los principios, en lugar del aprendizaje, ubica a quien los sigue como un estudiante y un adulto, como prolongación de la historia de las ideas, como alguien unido al pasado que protagoniza el presente y que actuará para crear el futuro.
El método mediante el que se enseña a conocer los principios es la continuación de la historia. Sólo las personas que se interesan e identifican en esa forma de relación con las ideas son individuos histórico-mundiales.
Siguiendo con este pensamiento, todo individuo que cumple la condición de ser un individuo histórico-mundial habita en la eternidad del cambio. En el breve tiempo que toca vivir y actuar como persona histórico-mundial, se existe para siempre. Esa es la forma en que debe juzgarse a cada cual. Así deben regirse las conciencias en toda conducta; ese debe ser el interés propio principal, el interés ubicado con eficiencia en simultáneo con lo inmortal.
Tomando como ejemplo la Acrópolis, se encuentran muestras que es el resultante de un solo plan, siempre dentro del fundamento tradicional griego de la perfección en las artes plásticas, con centro en la sección áurea. El resultado tiene la característica de un solo acto de composición polifónico.
Lo mismo surge de la tragedia clásica, la ciencia en su apariencia de principio moral del arte o de la composición musical clásica, que parte con el desarrollo de la polifonía por parte de Johan Sebastian Bach, y pasa por la transformación que hicieron Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert y Brahms, entre otros.
En general, los diálogos de Platón son obras destacables del arte clásico. Si se toman las epopeyas de Homero y las tragedias griegas clásicas acordes como referencia del conjunto de los diálogos de Platón, se puede arribar a las tragedias modernas de William Shakespeare y Friedrich Schiller, y de forma similar, ubicar el papel de Platón en la antigua Grecia con el empeño por vivificar la tradición clásica en la poesía y el drama durante el siglo XVIII y principios del XIX. El caso que más aporta, desde Grecia hasta el siglo XIX, es lo que quería el historiador, poeta y dramaturgo alemán Schiller: espectadores que al salir del teatro se convertían en mejores personas que cuando entraron.
La característica esencial de la tragedia y el poema clásicos es que estimulan al espectador a situarse como figura histórico-mundial, como persona tentada a encontrar en la interpretación clásica el incentivo para evaluar la cuestión con la visión histórico-mundial. Es decir, el espectador toma el compromiso histórico-mundial por los temas de la vida real que se tratan: "¿Los personajes no veían los resultados de su idiotez en la sociedad de su época? En nuestra época, sacando enseñanzas de lo que vemos en el escenario, ¿no debemos sacar enseñanzas para tomar cuestiones específicas de nuestras condiciones históricas como ellos debieron hacerlo?"
La historia reducida a lo más puro es la historia de las ideas. Es el registro de los avances, retrocesos y cambios de sentido que se dieron en la trayectoria obligada de la humanidad hacia el progreso a estratos superiores de la ciencia, la cultura y la moral. Los movimientos de avance, desviación y generación de la vida diaria forman parte viva del enredo de la historia. El conflicto central de la historiografía es confeccionar y sostener un rumbo preciso respecto a los cambios mentales, morales y físicos de la humanidad.
Marco Aurelio Real
Director Editorial