Año Nº 3, Número 23, Agosto de 1998
Buenos Aires, República Argentina
Fundado por Marco Aurelio Real el 20 de mayo de 1996
EDITORIALpartir de los buenos resultados logrados por la Campaña Antisarampionosa que comenzó en 1993 y con la inclusión de la vacuna Triple Viral (antisarampión, rubeola y paperas) en el Calendario Nacional de Vacunación desde octubre de 1996, se creyó que, como no se había detectado ningún caso, el sarampión estaba totalmente erradicado. Sin embargo la gran cantidad de afectados registrados entre enero y julio de 1998, y teniendo en cuenta la evolución inmunológica de la población, quedó demostrado que no sólo reapareció la enfermedad sino que además se convirtió en una epidemia.
El sarampión es una enfermedad viral que se manifiesta con fiebre alta, catarro nasal y una erupción que suele comenzar detrás de las orejas. En algunos casos puede derivar en complicaciones como la encefalitis, neumonías bacterianas y neumonitis. Las tres causas que provocan las complicaciones son: no cumplir con los cuidados necesarios para la recuperación del enfermo; el estado de inmunidad de la persona; y por último, la desnutrición, que es consecuencia directa del nivel socioeconómico. Los niños son el grupo de mayor riesgo, en donde la enfermedad puede llegar a provocar la muerte como ya sucedió con una decena de bebés que no superaban el año de vida. Este último dato se contradice con lo pautado en el plan de vacunación, ya que la primera dosis de la vacuna antisarampionosa se aplica a los 12 meses. Esto es así pero en los periodos normales. Cuando en una región se detecta un brote de sarampión para que no prolifere se debe comenzar a vacunar a los 6 meses y luego reforzarla a los 12, porque sino tampoco tiene el efecto preventivo necesario. Si esta medida se hubiera tenido en cuenta, posiblemente varias -o el total- de las muertes se hubieran evitado.
Campañas de difusión sobre la enfermedad y la importancia de la vacunación hubo, desde afiches callejeros hasta avisos en muchos medios de difusión masiva, con el consecuente accionar de los hospitales públicos y centros de salud, pero este círculo no cierra si la persona no asume sus responsabilidades.
Hoy la vacunación es considerada una responsabilidad social, no asumirla afecta no sólo a quien no se vacuna, sino también a su entorno.