Cuando comienza el invierno la ola de enfermedades infecciosas aumenta considerablemente y este año en la cresta llegó la gripe. Con un aumento del 200 % de pedidos de asistencia domiciliaria al SAME (Sistema de Atención Médica de Emergencia) y el desborde de la capacidad de los hospitales pediátricos de la Capital Federal, las autoridades del sector salud de la nación y de la Ciudad de Buenos Aires consideraron que el brote de casos provocado por el virus Influenza -agente de la gripe- debe ser considerado una epidemia.
Con el transcurso de los años los brotes de gripe son cada vez mayores. Si bien es considerada una de las enfermedades más comunes del invierno, es también una de las más difíciles de combatir. Esto se refleja en la extensión de los periodos que el virus afecta a la población. La temporalidad en que el agente de la gripe se difundía estaba acotado de junio a setiembre, pero a causa de los cambios climáticos y al poder de mutación del virus, se detectaron desde el año pasado muchos casos entre marzo y octubre (en 1997 se notificaron en Argentina 769.910). Si bien los chicos son el mayor grupo de riesgo, no son los únicos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 10 % de la población adulta, especialmente los mayores de 65 años, padecen los clásicos síntomas.
La gripe es una enfermedad aguda de las vías respiratorias, caracterizada por la presencia de fiebre alta (39º C), escalofríos, dolores de cabeza y musculares, decaimiento, tos intensa y persistente, y faringitis. La incubación es breve (de uno a tres días) y su duración, por lo general, es limitada y definida: no se extiende más de una semana. El agente infeccioso es el virus de la influenza que se contagia a través de las secreciones de la boca (gotas de saliva) y de la nariz de las personas infectadas. La probabilidad de transmisión es de un 50 %, lo cual significa que si dos personas tienen contacto con un infectado una de ellas se contagiará.
Si bien es muy común debe ser especialmente cuidada y respetada en los pacientes de alto riesgo como los ancianos, los niños y las personas con enfermedades respiratorias crónicas. Si no está adecuadamente asistida puede desembocar en varias complicaciones como la neumonía bacteriana o la bronconeumonía y hasta causar la muerte en chicos menores de cinco años. Es importante diferenciarla del resfrío porque su prevención y tratamiento son diferentes como el virus que los provoca, y un diagnóstico equivocado puede agravar el estado de salud del paciente. Los especialistas recuerdan que una vez declarada la enfermedad es muy importante el reposo y no automedicarse, especialmente con antibióticos, ya que si no son los adecuados el virus continúa reproduciéndose y se vuelve más resistente. En caso de persistir los síntomas o producirse complicaciones se debe consultar al médico.
Los niños: el grupo de mayor riesgo
Las manifestaciones clínicas de la gripe dependen de la edad del paciente. Los niños son el grupo de la población más afectado debido a la baja inmunidad natural que tienen para enfrentar al virus, y por el tipo de actividades que desarrollan están más expuestos al contagio. En los neonatos la enfermedad puede ser similar a una infección bacte-riana grave, con trastornos en la alimentación y dificultades para respirar. En los lactantes y menores de cinco años puede asumir las características de una enfermedad febril indiferenciada de las vías respiratorias superiores y presentar los signos de una infección respiratoria con tos, fiebre alta, rinorrea y dolor de garganta con faringitis exudativa. También pueden hallarse manifestaciones oculares como lagrimeo, fotofobia y ardor. Son frecuentes los síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, vómitos y diarrea. En el caso de los niños es recomendable consultar al médico inmediatamente y estar atentos ante cualquier síntoma. La fiebre alta en los niños o las temperaturas muy bajas en los bebés puede ser una señal de alarma y, sumado a la dificultad para respirar o la respiración acelerada, pueden constituir síntomas de neumonía.
La prevención como primera medida
La vacuna antigripal disminuye en un 30 % la incidencia de las enfermedades respiratorias y le ofrece al vacunado un 80 % de inmunidad. Pero las vacunas antigripales no son todas iguales. Cada año debe ser modificada y aplicada nuevamente (las anteriores deben ser desechadas de las farmacias y otros centros de distribución) para que contenga la cepa o subtipo de virus adecuado, pues éste es fuerte y resistente, tanto como para poder mutar y variar de un año a otro. Además la infección respiratoria es en Argentina la primera causa de morbimortalidad en los niños y las tasas de hospitalización de adultos por enfermedades infecciosas crecen durante las epidemias de gripe de 80 a 270 cada cien mil personas. La vacuna debe ser suministrada cuando las personas aun no se hayan contagiado porque de lo contrario no tiene ningún efecto. Es aconsejada sobre todo en personas mayores de 65 años, niños mayores de seis meses y adultos con enfermedades pulmonares (incluyendo asma), cardíacas, renales crónicas, diabetes, alteraciones en las defensas y algunas enfermedades de la sangre. También en menores de 18 años bajo tratamiento crónico con aspirina. Otros grupos de riesgo son los que viven en los geriátricos, cuarteles o internados y quienes trabajan en hospitales o centros asistenciales.
En el plano económico un estudio realizado en Estados Unidos demostró que la vacunación representa un ahorro de 117 dólares por persona vacunada. Trasladados estos cálculos a Argentina los especialistas aseguran que aplicar este método de prevención en niños pertenecientes a grupos de riesgo implica que, por cada peso invertido, se ahorran de tres a cinco en gastos directos o indirectos ocasionados por la enfermedad. Además este mal es una de las principales causas de ausentismo laboral en todo el mundo, con sus consecuencias económicas.
Para saber cuál es la cepa correspondiente a la época más de 80 países que detectan los primeros casos de gripe toman las muestras de nariz y garganta e informan a la OMS, que luego le indica a los laboratorios farmacéuticos la vacuna que debe ser elaborada. Argentina integra este grupo de países a través del Instituto Nacional de Epidemiología de Mar del Plata, el Instituto de Virología de Córdoba y el Instituto Malbrán de Buenos Aires.
Patrones epidemiológicos del virus influenza
El nombre del virus se remonta a la Italia del siglo XIV, cuando se creía que una alineación inusual de los planetas era la que tenía “influencia” sobre los fuertes catarros e intensas fiebres que prevalecían en aquella época. La gripe es producida por tres familias principales de virus: tipos A, B o C. La primera es la más grave de las tres y es la responsable de la mayoría de las epidemias o pandemias. El peor estallido de la historia reciente fue la epidemia de 1918-1919 en la que murieron más de 24 millones de personas en todo el mundo.
El virus influenza produce infecciones en los seres humanos con tres patrones epidemiológicos característicos:
Pandemia gripal
Ocasionada por la emergencia de variantes antigénicas mayores (mutaciones) del virus influenza tipo A. Estas variaciones se denominan salto antigénico y son las generadoras de pandemias que se caracterizan por comprometer una proporción superior al 60 % del total de la población mundial.
Se produce habitualmente cada 10 o 15 años y durante la difusión pandémica de esta variante no se detectan cambios significativos en el subtipo del virus recién generado. No se registran estos brotes por los virus tipo B y C ya que no se detectan mutaciones.
Epidemia polianual interpandémica
Se registra ante la aparición de una nueva variante menor en los antígenos superficiales del virus tipo A (cada 2 o 3 años) o en el tipo B (cada 5 o 6 años) diseminándose a nivel mundial en forma paulatina.
Epidemia estacional interpandémica
Se registra anualmente, con un predominio en la estación invernal, dependiendo su intensidad y su capacidad de difusión de la cantidad de individuos susceptibles de contagio a la variante del virus que predomina en una región y un periodo determinado. Estos casos pueden ser ocasionados por los tres tipos de virus.
La única alegría
Si bien los niños son los que más sufren esta enfermedad por su baja inmunidad al agente de la gripe, estuvieron a punto de disfrutar de una de las consecuencias de la epidemia. Pocos días antes del reinicio de las clases las autoridades plantearon extender las vacaciones de invierno una semana para evitar mayores contagios. Sin embargo luego de los 15 días de descanso habituales los chicos debieron volver a las aulas y los que no lo hicieron fue porque necesitaron hacer reposo.
Anibal Adrián Fryc