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Un vicio, como
aquél de llevarse empaquetado un poco de tabaco a la boca para fumarlo. En verano,
invierno, con sed (obvio!) y sin ella, en lata, en botella o tirada, no importa ni cómo
ni cuándo, pero no puede estar ausente.
Pienso que debe ser un fenómeno de consumo
y de comunicación no pensado por su creador, el farmacéutico John Pemberton, quien en
1885 concibió el tónico "French Wine
Coca" pensado para aliviar jaquecas, ni por uno
de sus socios, Frank Robinson, a quien se le atribuye el nombre de esta famosa bebida.
En cualquier parte del
mundo donde te encuentres, más allá de las diferencias de valores, de idiomas, de
creencias... compartirás la experiencia de saborear "una coca", sabiendo que
has pensado en la misma bebida, en la misma imagen, el mismo sabor, a la hora de pedirla.
Asa Candler, el segundo
propietario de la compañía, vendió en el año 1919 la misma en U$S 25 millones a un
banquero de Atlanta, Ernest Woodruff, y pronto las acciones comenzaron a cotizarse en la
Bolsa a U$S 40. Pero fue su hijo Robert, quien se convertiría en el "padre
espiritual" de la Coca-Cola. Fue él quien fundó el departamento extranjero, y en
1928 apoyó los Juegos Olímpicos de Amsterdam, extendiendo por el mundo la marca y dando
origen al primer negocio de las franquicias.
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