PONENCIAS
1. Cooperativas Agrarias: Empresas en acción
2. Estrategias de crecimiento de las Cooperativas
COMUNICACIONES
1. La política comunitaria. El entorno europeo
2. La financiación del proyecto cooperativo. Las Cajas Rurales
MESAS REDONDAS
1. Análisis estratégico de los sectores en Aragón
2. Las estrategias de crecimiento en Aragón.
PROPUESTA DE PONENCIA PRIMER CONGRESO
DE COOPERATIVAS AGRARIAS DE ARAGÓN.
INTRODUCCIÓN.
Con el título "Empresas en Acción" se presenta este I Congreso de Cooperativas Agrarias de Aragón. Se trata de lanzar un mensaje que resalte los valores del entramado económico que representa el cooperativismo agrario actual, su relevancia empresarial, su actitud ante los cambios, su papel en la vida económica de la región. Pero las Cooperativas son algo mas que meras empresas operadoras en los mercados como oferentes o demandantes de bienes y servicios. Frente a la afirmación general de que las Cooperativas han de ser empresas, cabe contraponer la tesis de que son organizaciones económicas que superan el origen y los objetivos de la empresa capitalista tradicional.
Es por ello que a lo largo del Congreso se pretende hacer un análisis de ambas vertientes, la empresarial y la social, la económica y la organizativa, el mercado y los socios.
En esta Ponencia se recogen las principales cuestiones que afectan a la cooperativa como organización de personas y cómo ha de superar las contradicciones y las limitaciones que aparecen como consecuencia de su propia personalidad, de su regulación legal y de su objetivo de satisfacción de las necesidades de los socios. En efecto, nuestro hecho diferencial, lo que nos caracteriza como cooperativas, es atender prioritariamente la defensa de la economía de unos productores que libremente se han asociado, uniendo sus esfuerzos, con el objetivo de defender mejor el producto de su trabajo a través de una organización empresarial de decisión democrática y de reparto de resultados en función de la actividad del socio con la cooperativa.
Para contribuir al análisis mencionado, se ha considerado necesario detallar el peso que el sector agrario y agroalimentario tienen en la economía, en la creación de empleo, en el comercio exterior y en la animación del territorio.
De igual forma se analiza de qué manera está condicionando, o es previsible que lo haga en los próximos años, tanto el entorno que define un nuevo mercado como los cambios relacionados con la PAC. Es en ese nuevo contexto donde ha de analizarse la respuesta que las cooperativas pueden dar a las nuevas condiciones.
Para dar la respuesta que entendemos ha de darse desde el cooperativismo agrario, debemos de ser conscientes de las carencias que soportamos y de las rigideces que suponen un freno a la actividad de las empresas. Unas son de carácter legal o normativo, otras, sin embargo, están enraizadas en nuestra propia cultura. Contamos con el capital mas valioso: las personas.
En esta Ponencia se trata de abordar todo este entramado. Definir e identificar los problemas y aportar soluciones o vías de trabajo para alcanzarlas. Del debate y de las aportaciones que se hagan a lo largo de la discusión debemos construir un discurso moderno en cuanto a los contenidos y radical en cuanto a las exigencias que nos planteamos para modular y vertebrar el cooperativismo eficiente al que todos aspiramos.
IMPORTANCIA DEL SECTOR AGRARIO Y AGROALIMENTARIO EN LA ECONOMÍA DE ARAGÓN.
Como ha sucedido en la totalidad de los países desarrollados, también en España el sector agrario ha venido perdiendo peso relativo en el conjunto de la economía, tanto en términos de empleo como de producción final.
Existen algunos datos identificativos de la importancia del sector agroalimentario en la economía nacional y regional, así como de su relevancia en términos de empleo y de equilibrio territorial.
En lo que se refiere a la producción final agraria ésta está estabilizada en torno al 3 % respecto del PIB nacional y del 6 % del PIB de la Comunidad Autónoma de Aragón.
En cuanto a datos referidos al empleo, la población ocupada en el sector agrario a nivel nacional es de 1.067.000 personas, de las que 41.300 pertenecen a la Comunidad Autónoma de Aragón.
Si comparamos los datos nacionales y regionales, la Comunidad Autónoma de Aragón aporta el 6,8 % de la producción agraria nacional y proporciona empleo al 4 % de la población ocupada del sector agrario. Es destacable así mismo, que el desempleo en el sector del que nos ocupamos se encuentra cuatro puntos porcentuales por debajo de la media nacional.
De dichos datos, además de la consideración de la importancia del sector agroalimentario en el comercio exterior (tasa de cobertura: 109 %) y en la inversión total (859.543 millones en 1.996) podemos deducir el valor que, para la economía española, aporta la actividad sectorial.
Sería conveniente por último realizar alguna reflexión respecto a la cuestión territorial. En el periodo que abarca de 1.950 a 1.995, la población rural desciende de 11 a 7 millones de habitantes, aumentando durante este mismo periodo la población urbana de 10 a 25 millones de habitantes.
En lo que se refiere a la estructura ocupacional, a excepción del sector agrario, ésta se ha mantenido estable durante los últimos 20 años. Pero sin embargo, la economía española ha sido incapaz de absorber el fenómeno de desruralización que se produce desde finales de los años 50.
Tasas de paro del 20 % hacen impensable situaciones de pleno empleo, más aún teniendo en cuenta la permanente incorporación de trabajadores a la población activa. La superación del problema de desempleo en la sociedad española no sólo está asentada en el crecimiento económico global y en el correcto funcionamiento de los mercados, sino que se hace prioritaria la articulación de una política territorial capaz de absorber los excedentes del sector agrario, de generar actividades económicas en lo agroindustrial y de diversificación, que asiente la población, estabilice el empleo y genere nuevas oportunidades que combinen el equilibrio territorial y las políticas sectoriales.
LAS CONDICIONES DEL ENTORNO.
Conviene en este punto identificar cuales son los rasgos principales que caracterizan el entorno en el que han de desarrollar su actividad las cooperativas. A este fin delimitaremos el análisis a dos ámbitos, el mercado y las políticas públicas que afectan al sector.
En todo caso, es conveniente resaltar la interrelación existente entre ambos elementos. Así, buena parte de los cambios que han ocurrido y están en curso de introducirse en el funcionamiento de la política de la Unión Europea hacia el sector agrario son consecuencia de los acuerdos internacionales de comercio.
Un Nuevo Mercado.
Dos son los elementos básicos que caracterizan el comportamiento del mercado: la competencia y la actitud de los consumidores en la formación de su demanda de alimentos o de materias primas para la alimentación.
El término competitividad se refiere a la capacidad que las empresas muestran para captar mercados. En su versión mas simple, la competitividad se asocia con la aptitud para vender aquello que se produce. Dos notas sobresalen de esta caracterización. En primer lugar se trata de un término comparativo: no cabe hablar de competitividad de una empresa o de un país mas que en relación con el comportamiento de sus competidores. La segunda se refiere a que el marco de análisis venga definido por unas condiciones transparentes de mercado, de competencia leal.
Es en este esquema en el que se mueven las capacidades de competir de nuestras empresas. En tal sentido, la evolución del mercado natural de nuestras producciones responde a los siguientes rasgos:
- Paulatina pero sostenida apertura de los mercados a la competencia de las importaciones, tanto desde la UE como desde Terceros países.
- Encarecimiento de los productos finales como consecuencia del encarecimiento de los factores de producción.
- Inestabilidad del mercado en demanda y precio.
- Concentración del poder de compra.
- Especialización y concentración de empresas en determinados productos o segmentos de la producción.
- Desarrollo de procesos de integración, abarcando todas las fases del proceso productivo.
Afrontamos pues una concurrencia en el mercado sofisticada, eficiente y agresiva.
Por lo que se refiere a la posición de los consumidores, la evolución del consumo de alimentos en los países de nuestro entorno ha pasado por tres fases diferentes desde mediados de siglo: una primera fase de crecimiento del consumo de productos alimenticios, seguido de un periodo de diversificación de la demanda y de incorporación de productos de mayor valor añadido para dar lugar a la tercera fase de incremento sustancial de las exigencias de calidad, aspecto éste que está transformándose en alcanzar mayores cotas de seguridad alimentaria para los consumidores.
Nos enfrentamos, por tanto, a unas condiciones de mercado donde solo cabe una respuesta por parte de las empresas: control y seguridad en la producción.
Una Nueva Política.
El devenir de la las empresas agroalimentarias en la UE está directamente relacionado con las decisiones que conforman la denominada PAC. Es en este contexto de política sectorial en el que ha evolucionado, no solamente la actividad de producción agraria sino la conformación del complejo agroindustrial que la rodea y complementa.
Hasta principios de la década de los 90, la aplicación de la política de sostenimiento de los productos agrarios venía definida por la acción sobre los precios, la protección exterior y la subvención de la exportación de excedentes.
A partir de 1.992 se pone en marcha la primera reforma de la PAC, caracterizada por una política de sostenimiento de las rentas a través de ayudas directas sobre la base de contingentes de producción.
Algunas consecuencias: se pierden los mecanismos de protección a las importaciones, se eliminan los instrumentos de restituciones a la exportación, con lo que los precios se regirán conforme a cotizaciones internacionales y el mercado comunitario soportará mayor presión de oferta.
A lo largo de 1.999 es previsible la aprobación de la propuesta denominada Agenda 2.000, que además de las posibles implicaciones sobre el sistema de financiación de la PAC, contiene un escenario de mantenimiento de las directrices fijadas en la Reforma del 92, es decir consolida la tendencia liberalizadora de precios y mercados, e inserta definitivamente a la agricultura comunitaria en un marco de competencia en ocasiones desigual.
LA RESPUESTA DE LAS COOPERATIVAS.
Hemos analizado en el epígrafe anterior a grandes rasgos cuales son las condiciones del entorno en el que las cooperativas desarrollan su actividad . Y lo hemos hecho analizando separadamente el mercado que condiciona a las empresas y las políticas que condicionan de manera fundamental a los productores. En ese mismo orden valoraremos la respuesta que las cooperativas pueden dar en esos mismos ámbitos.
En lo que se refiere al mercado buena parte de sus rasgos deben tener respuesta con la colaboración entre empresas y con el aprovechamiento de los recursos de cada cooperativa de forma individual. Durante años el concepto cooperativo ha estado ligado de manera fundamental a la comercialización en común creciendo en el mercado estableciendo nuevos canales de venta, aumentando en dimensión y abarcando procesos de cooperación e integración empresarial las condiciones de la producción y del consumo han cambiado sensiblemente a lo largo de los últimos años.
En la vertiente de la producción, se afronta una situación de excedentes en buena parte de la producción agraria, y, por tanto, de mercados saturados. Por otro lado, se afronta un consumo cada vez más sofisticado con un mayor nivel de exigencia de producto y de servicio, con gustos en permanente cambio además de la constante aparición de nuevos productos y de nuevos competidores. Es un mercado también en el que el precio ha dejado de ser un factor determinante en la elección del consumidor debido a su mayor poder adquisitivo.
La respuesta a este reto por parte del asociacionismo agrario ha de venir marcada por la traslación de la estrategia empresarial del mercado a la producción, buscando esquemas integrados que permitan la adaptación del producto y la reducción de costes de producción.
Desde el punto de vista de la dimensión, el desarrollo de procesos de integración ha de permitir el acceso a nuevas tecnologías y su difusión, el aprovechamiento de economías de escala, la planificación de acuerdo con las exigencias del mercado y el abaratamiento de costes por la gestión conjunta de inputs de producción, ya sean bienes o servicios.
Desde el punto de vista de la innovación tecnológica, la integración permite el desarrollo de complementariedades, la captura de los beneficios de la innovación, el acceso a nuevas tecnologías y la especialización.
Desde el punto de vista del mercado la integración permite adaptación a la demanda, desarrollo de especialidades y de mercados propios y reducción de riesgos.
Uno de los elementos destacar en este punto es precisamente la aportación que el cooperativismo agrario ha hecho en términos de mejora y de abaratamiento de las condiciones de producción para sus asociados.
Como resultado de la negociación colectiva, y como exigencia de la misma, el efecto en la producción ha consistido en la consolidación de procesos productivos acordes con estándares de calidad y normalización, luchando con frecuencia con la competencia desleal que ha significado la falta de control del cumplimiento de las normas. De igual manera de la acción de las cooperativas cabe destacarse una mejora considerable de la producción y la diversificación acorde con las exigencias del mercado.
La presencia creciente de las cooperativas agrarias en la práctica totalidad de los subsectores productivos ha provocado, y lo ha de seguir haciendo con mayor intensidad en el futuro, un cambio importante en la correlación de fuerzas de negociación, en la eliminación de canales intermedios y el consiguiente acercamiento entre la producción y el consumidor.
Este cambio ha supuesto un avance importante en la clarificación del mercado y en la mejora del proceso de formación de los precios, más transparente y justo para los productores.
Los elementos anteriores determinan una mejora sustancial del funcionamiento del mercado de bienes y servicios, como consecuencia de la clarificación de los canales de comercialización, de la creación de flujos de información, de la incorporación de tecnologías que conllevan al incremento de la productividad.
En lo que se refiere a las políticas, la incorporación de España a la CEE en 1.986 supuso el inicio de un proceso acelerado de cambio de la producción agraria española al que las cooperativas nos hemos incorporado rápida e intensamente.
Desde nuestra incorporación, las políticas comunitarias de apoyo al sector agrario y a las actividades complementarias de diversificación o reordenadoras de la actividad han evolucionado mas que en los 38 años precedentes de funcionamiento de la PAC.
Así, a finales de los 80 se establecen los límites absolutos de recursos destinados al sector agrario y la evolución que el gasto habría de seguir. La fijación de la Línea Directriz Agraria tuvo como consecuencia inmediata la limitación de las posibilidades de actuación a los productos entonces contemplados. Este hecho, aparentemente presupuestario, cerró el status quo a las posibilidades de incorporación de otras especialidades productivas.
Se coartan de esta manera las posibilidades de especialización y diversificación productiva y comienzan a fijarse contingentes para España que se correspondían con datos de casi una década antes. Y todo ello en un momento de cambio importante para el sector agrario español.
En 1.992 se aprueba la denominada Reforma de la PAC. Esta reforma desarrolla los postulados presupuestarios que se han mencionado anteriormente. Y lo hace fundamentalmente consolidando la regionalización del gasto. Es decir, en 1.992 se hace una foto fija del mapa económico agrario de la CE en el que a España se le adjudican dotaciones claramente inferiores no sólo a su potencial sino a su propia realidad productiva. Este lastre va a pesar definitivamente en la aplicación de la PAC en España.
Por lo que respecta a las medidas de carácter horizontal y de acompañamiento cabe destacar la aplicación de los reglamentos de mejora de la producción y de mejora de la comercialización y transformación, que han permitido o favorecido la modernización de explotaciones y de cooperativas. Respecto de las demás medidas, la obligatoriedad de cofinanciación nacional se ha convertido en una traba insalvable a su aplicación efectiva y a gran escala, para lo que estaban diseñadas.
De otro lado, la conclusión de la Ronda Uruguay del GATT trajo consigo la incorporación de comercio de productos agrarios a la dinámica liberalizadora del comercio mundial. Esto ha supuesto la eliminación en la práctica del principio de preferencia comunitaria y la reordenación del sistema productivo de la UE para adaptarlo a las nuevas condiciones, que han de estar caracterizadas por la gestión de excedentes.
Por último, estamos asistiendo al debate sobre la denominada Agenda 2000, debate que se ha paralizado y complicado sensiblemente con motivo de la propuesta de Comisión Europea sobre la cofinanciación de las ayudas directas de la PAC. Las propuestas contenidas en la Agenda 2.000 vienen a mantener, aunque con algunos cambios sustanciales, la situación actual hasta el año 2.006, pero introduce algunas novedades sobre la política medioambiental y de desarrollo rural a las que convendrá prestar atención.
En este contexto consideramos necesario poner en marcha los instrumentos que mejoren la competitividad de las explotaciones de los socios y de sus agentes comerciales, es decir, las cooperativas.
En la nueva situación de mercado y en el marco de la modificación de la PAC es donde las cooperativas deben y pueden jugar un papel fundamental. Las cooperativas actúan como correa de transmisión trasladando los impulsos del mercado a sus socios productores, valorizan la producción y adaptan la oferta a la demanda de los consumidores contribuyendo de forma decisiva al equilibrio del mercado.
Por otra parte, no cabe duda de que como empresas localizadas en el ámbito rural están jugando un papel relevante en la creación de empleo y en la actividad económica de las regiones de producción. en la actualidad hay 32.000 cooperativas agrarias en el UE, que integran a más de 12 millones de productores, dan empleo a 700.000 personas y comercializan más del 50 % de la producción final agraria, cifras que revelan la importancia del cooperativismo agrario en la Unión europea.
Otro elemento a tener en cuenta es que las cooperativas agrarias son a menudo una de las pocas empresas, cuando no las únicas, que mantienen su presencia en muchas regiones de producción. Esto es así por la naturaleza que les confiere el hecho de estar compuestas y ser propiedad de los agricultores, lo que las mantiene enclavadas en el territorio y las diferencia de otras empresas que se localizan únicamente donde se les ofrecen oportunidades claras para el desarrollo de su actividad profesional, cambiando de localización en el momento en que se les plantean dificultades o encuentran otra ubicación con mejores expectativas.
Esta circunstancia permite a las cooperativas ser el mejor instrumento para la canalización de las políticas de mercado y en el diseño y desarrollo de una política rural europea duradera y no especulativa.
Por ello, se constituyen como el agente ideal para la puesta en marcha de políticas que pretendan garantizar el equilibrio económico en las zonas rurales, la viabilidad de las explotaciones y el aprovechamiento de las potencialidades económicas con el objetivo de no perder las oportunidades que se generen y afrontar con garantías de éxito los desafíos que se van a plantear en los próximos años.
LAS COOPERATIVAS EN EL COMPLEJO MERCADO-SOCIO
La propia esencia de las cooperativas agrarias, donde son los socios son los proveedores de bienes y los clientes de servicios, las sitúa en el punto más difícil del comportamiento empresarial. Las cooperativas han de neutralizar el efecto "contradicción interna" del desarrollo empresarial y de las exigencias de los socios proveedores. No se puede asentar la actividad en el escalón más incomodo de la cadena agroalimentaria, el que más paga por el producto y el que más rigideces soporta en el mercado, ni tampoco en el más indisciplinado en cuanto a planificación y gestión de la producción.
Es necesario destacar que la consideración del aprovisionamiento de materias primas para la industria y para el comercio se ha convertido en una de las variables competitivas de primer orden para las empresas españolas. Esto ha dado lugar a la aparición de diferentes modelos de integración o de organización económica vertical, asentados en grupos empresariales que actúan en los mismos estratos económicos que las cooperativas, con eficiencia, disciplina y capacidad financiera, lo que supone un salto cualitativo importante en la agricultura y ganadería españolas, que las cooperativas agrarias han de saber asimilar y responder.
Si el factor humano, como se verá mas adelante, constituye la principal fortaleza de las cooperativas, hemos de evitar o neutralizar todos aquellos comportamientos que puedan convertir dicha fortaleza en la mayor debilidad.
Las explotaciones agrarias han pasado de lo rudimentario a lo tecnológicamente avanzado, del trabajo a la inversión y al capital, de la subsistencia al mercado. Lo mismo ha ocurrido en las cooperativas, Nos encontramos ante un extenso modelo empresarial moderno, con buenas infraestructuras de producción, una gestión profesionalizada y considerables niveles de facturación. Y que además aspira a seguir mejorando.
Es en este punto en el que conviene insistir. El sistema cooperativo actual requiere de una actitud de compromiso de los socios mas allá de las coyunturas mercantiles. Requiere además de la responsabilidad de los rectores de asegurarse el correcto funcionamiento de la participación, la información, la ausencia de privilegios y la gestión y su control.
La decisión de adaptación y el desarrollo empresarial dependen en buena medida de las capacidades de sus dirigentes. Mejorar la cualificación para poder enfrentarla a la decisión en las empresas ha de constituir nuestro principal objetivo.
NUESTROS ACTIVOS
La principal fuerza con la que cuentan las cooperativas viene dada por el componente humano (socios y trabajadores) y por el control de los factores de producción. Es en la sincronización de estos dos elementos de donde se deben detraer las potencialidades de competencia de las cooperativas.
Como se ha mencionado anteriormente, el aprovisionamiento de materias primas constituye una variable estratégica de primer orden para la industria y comercio agroalimentario. Por lo que respecta al consumidor, cada día debemos de respetar cuando no promover mayores cotas de calidad y de seguridad en los productos alimenticios. La presencia de las cooperativas en todo el proceso productivo les permite un mayor control de estas variables.
Con la creciente globalización de los mercados prácticamente cualquier recurso es transmisible (capital, información, tecnología y materias primas) con la única excepción de la capacidad profesional, las técnicas y el aprendizaje. Este es el activo más importante y menos móvil de una empresa.
Las cooperativas agrarias basan su característica esencial en estar constituidas como sociedades de personas en lugar de sociedades de capital. De otra parte, todos los recursos humanos al servicio de la cooperación han de ser considerados con igual importancia como base de la cualificación general y por lo tanto de la cualificación empresarial.
La formación empresarial y el desarrollo de técnicas propias de organización y gestión constituyen la base sólida sobre la que asentar el desarrollo empresarial en un mercado cada vez más competitivo y con mayor movilidad de factores de producción.
Ha de constituir por tanto un elemento esencial en la estrategia de futuro del cooperativismo agrario, en tanto variable competitiva de primera magnitud, la cualificación a través de la formación, del reciclaje, de la promoción y de la permanente adaptación al entorno productivo de la empresa, de todas las personas activas en la cooperación, implantando modelos de gestión de la formación acordes con dichas condiciones.
El otro ámbito de fortaleza del asociacionismo agrario lo constituye su amplia presencia en el control de los medios de producción y en la producción final.
Se ha comentado con anterioridad la importancia del control de la oferta. En tal sentido puede compararse, con resultados claramente alentadores, la evolución de la posición negociadora de la cooperativas y su influencia en el funcionamiento del mercado en el proceso de formación de precios. Esta evolución está claramente referida al control de la producción final.
La actividad de las cooperativas se desarrolla simultáneamente en la comercialización de la producción y en el aprovisionamiento de los medios de producción. Es decir, se actúa simultáneamente en los ingresos vía precios y en los costes a través de los suministros y de la innovación tecnológica.
Durante los últimos años se ha producido un proceso importante de organización del cooperativismo agrario a través de las organizaciones de segundo y ulterior grado. Dicho proceso ha mejorado sustancialmente la posición de las cooperativas en todos los ámbitos.
Por lo que se refiere al asociacionismo de comercialización, aunque con desigual implantación en los diferentes subsectores de producción, se ha alcanzado un alto nivel de penetración en el mercado interior y exterior y un acicate que ha contribuido además a la ordenación y transparencia del mercado.
En el ámbito de la colaboración en la compra de suministros, en la que las cooperativas ostentan una clara posición de liderazgo, ésta se caracteriza ya por la negociación directa fabricante-cooperativa/productor. Su significación práctica está directamente referida a la política de costes, con un claro beneficio compartido.
A grandes rasgos estas son las variables sobre las que el control por parte de las cooperativas, les aporta una ventaja de competencia y de influencia sobre el mercado.
Contamos, por tanto, con una buena posición de aprovechamiento de los factores de producción. Las cooperativas agrarias en absoluto han agotado sus posibilidades de crecimiento, de especialización ni de integración empresarial. Algunas de las ventajas del tamaño se derivan de una posición de costes compartida y no de la existencia real de economías de escala. Mas que esforzarse en crecer a cualquier precio, las empresas deben preocuparse por desarrollar sus competencias básicas y desistir de hacer y ser buenos en todo.
El dominio de unas capacidades tecnológicas lleva a que las empresas se especialicen en unas determinadas actividades, pero esto no quiere decir que su campo de acción no pueda extenderse más allá, hacia nuevas actividades o mercados en colaboración con otras empresas.
La formación de alianzas cooperativas entre empresas permite a cada una de ellas aprovecharse de las economías derivadas del tamaño, escala y alcance, al tiempo que acceden a las ventajas competitivas de las demás: tecnología, redes de distribución, contactos, conocimientos de los mercados.
Bien es cierto que muchas de las ventajas de la cooperación están solo sobre el papel por varias razones. en primer lugar, la dificultad de romper una dinámica de competencia y aprender a cooperar con otras empresas, lo que requiere no sólo de nuevos sistemas de gestión sino de una nueva cultura empresarial. En segundo lugar, porque algunos de las acuerdos de cooperación están mal concebidos, uniendo distintas culturas empresariales o sencillamente distintos conceptos de producto y de mercado.
Los acuerdos cooperativos permiten distribuir los costes fijos originados por actividades en la compra o aprovisionamiento, en la producción, en la comercialización, en las actividades de I + D, además de facilitar el acceso al conocimiento de mercados, pautas culturales y modo de hacer los negocios.
La capacidad para establecer acuerdos de cooperación fructíferos, unida a la especialización y al dominio de unas habilidades y destrezas tecnológicas propias, ofrece a las pequeñas y medianas empresas la oportunidad de romper el maleficio del tamaño, mediante el establecimiento de alianzas. Gracias a ellas pueden aprovechar las ventajas del tamaño grande y conservar las del pequeño: flexibilidad, capacidad de innovación, gastos generales y control directo de la gestión.
Es en la conjunción de estas actividades donde el cooperativismo agrario ha de jugar un papel eficaz en la ordenación de la oferta, en la aproximación de la demanda y en la necesaria valorización del producto final.
ANÁLISIS DE LOS PRINCIPALES ELEMENTOS REGULADORES TANTO DESDE EL PUNTO DE VISTA LEGAL COMO DEL FUNCIONAMIENTO INTERNO DE LA COOPERATIVA.
El funcionamiento de la cooperativa en un régimen de transparencia en la totalidad de sus actuaciones le supone en ocasiones competir en condiciones desiguales.
Determinados aspectos legales y fiscales que afectan a las cooperativas están pensados para un modelo cooperativo poco ágil en su comportamiento mercantil. Estas rigideces, junto a la consideración pura del objetivo mutualista de las cooperativas, constituyen una traba al necesario desarrollo empresarial.
Se han mencionado con anterioridad elementos que se constituyen bien en peculiaridades internas de las cooperativas, bien en rigideces normativas o inducidas por nuestra especial caracterización empresarial, sobre las que es conveniente actuar.
Por lo que se refiere a los ámbitos internos podemos resumir:
- Identificación socio-proveedor/cliente: se ha visto con anterioridad la necesidad de salvar la contradicción interna de las relaciones económicas entre las cooperativas y sus socios. Se puede considerar que ésta es la cuestión más importantes de la vertebración interna de la cooperativa.
- Mecanismos de información y de participación del socio en los procesos de toma de decisión o de funcionamiento. En este cometido reside buena parte de la responsabilidad del Consejo Rector. Las Cooperativas ya no son almacenes reguladores ligados a la intervención pública ni simples concentradores de oferta. Su dinámica empresarial y la obligación de abordar directamente el mercado final requieren de una disciplina de producción y de la plena responsabilidad de los socios. El Consejo Rector se convierte así en el dinamizador de la vida social y en el responsable de la gestión empresarial. La conjunción de esta doble función es una obligación ineludible.
- Grado de compromiso en la venta del producto y en la compra de insumos: la correcta gestión de la empresa requiere de un conocimiento certero de las cantidades de producto con las que cuenta para planificar adecuadamente su funcionamiento.
Se ha mencionado reiteradamente a lo largo de la ponencia la necesidad de disciplinar la producción. Esta disciplina ha de abarcar tanto la tipología de los productos como el compromiso de compra de insumos y de entrega de la producción a la cooperativa. Únicamente podremos asentar un modelo empresarial cooperativo eficiente en el mercado y ordenado en la gestión empresarial sobre la fidelidad de los socios.
La dimensión y la colaboración empresarial. En este punto conviene resaltar los elementos que le dan fortaleza a nuestro sistema cooperativo. Durante muchos años se ha venido identificando la atomización empresarial con un principio de desventaja. Una de las características culturales de las cooperativas es su cercanía al socio, lo que tiene implicaciones positivas en el funcionamiento del modelo aunque también aporta desventajas al funcionamiento de la empresa.
El resorte de neutralización de esta situación ha venido dado por la colaboración empresarial.
En todo caso, y aun teniendo en cuenta la importancia de la cercanía al socio, debemos impulsar procesos de colaboración para actuar en unidades de gestión que:
- Oferten, programen y sean capaces de vender grandes cantidades de productos diversos.
- Sean capaces de crear sus propias redes de venta y de apoyo a la distribución, manteniendo con esta un diálogo eficaz.
- Sean capaces de abordar procesos de industrialización por si solas o asociadas a otros grupos industriales.
- Sean capaces, en la gestión conjunta de inputs, de demandar grandes cantidades que les permitan un abaratamiento en los costes y una mejora de las condiciones de suministro.
En lo que se refiere a los ámbitos normativos caben mencionarse:
Las limitaciones que introducen las cláusulas de pérdida de la protección fiscal, especialmente las referidas a operaciones con terceros y la participación en otras empresas mercantiles.
En lo que se refiere a las operaciones con terceros no socios, éstas constituyen cada vez más una parte sustancial de la actividad de las cooperativas. La ubicación territorial y la actividad comercial permiten el aprovechamiento de su propia estructura para abastecer las necesidades de demanda existentes en nuestras propias áreas de influencia.
En cuanto a la participación en otras empresas mercantiles, la actual normativa constituye una traba al desarrollo empresarial. Las posibilidades de crecimiento o de organización del entramado de negocio de la cooperativa, exigen aprovechar todas las opciones entre las que se encuentra la participación en otros grupos empresariales del comercio, de la industria o de la distribución. Por otra parte, la política empresarial puede aconsejar la creación de sociedades instrumentales para el desarrollo de determinadas áreas de negocio.
No cabe duda que una mayor permisividad en las limitaciones de operaciones con terceros, incluso la supresión de cualquier porcentaje o límite, requiere una reflexión previa ante el riesgo de que pudiera desvirtuarse la propia concepción cooperativa. Algo similar puede ocurrir si desaparecen los topes de participación en sociedades no cooperativas. Sin embargo, sin que pueda ocultarse la existencia de posibles riesgos, lo cierto es que sobre ellos deben primar los especiales vínculos que relacionan a los socios entre sí, y entre estos y la propia cooperativa, caracterizada por su estructura y funcionamiento democrático conforme a los principios cooperativos. En sus Estatutos, que han de ganar en capacidad de regulación una vez entren en vigor las nuevas normas que regulan estas Sociedades, y en la doble función del Consejo Rector apuntada en cuanto a su responsabilidad en la gestión empresarial a la vez que dinamizadora de la vida social de la Cooperativa, debe encontrarse el equilibrio que permita una mayor penetración y presencia en los mercados finales, sin perder por ello el vínculo del socio con su Cooperativa, a través de unos órganos sociales dotados de suficiente competencia y eficacia.
Y todo lo anterior, sin olvidar nuevas fórmulas u otras ya existentes y aún poco desarrolladas que permiten agruparse, crear consorcios y uniones entre sí y con otras personas jurídicas, públicas o privadas, o el establecimiento de convenios o acuerdos. Más específicamente, también puede ser del mayor interés el acuerdo intercooperativo que permite que la Cooperativa y sus socios realicen operaciones de suministro, entregas o servicios con otras Cooperativas firmantes de estos acuerdos, manteniendo la consideración de operaciones cooperativizadas con los propios socios.
Necesidades y posibilidades de financiación. Cabe hacer aquí mención a los cuatro capítulos que inciden en el concepto financiación desde la perspectiva del capital de la empresa. Aquí se puede actuar sobre el capital social, sobre las reservas voluntarias y obligatorias, sobre el capital circulante y sobre las dotaciones de amortización o de inversión.
Seguramente en este punto radica buena parte de la revisión y adaptación del modelo empresarial cooperativo. La definición de un claro sistema de fomento, de apoyo y de mejora de la eficiencia empresarial de la cooperativa radica en una correcta articulación de su situación fiscal y de sus posibilidades de capitalización.
En este sentido, hemos de insistir que las bonificaciones o el mejor trato fiscal contenido en nuestra Ley de Régimen Fiscal a menudo exigen tales requisitos o cautelas que las llevan a convertir en poco operativas, limitando la propia competitividad de las Cooperativas agrarias. Valga como ejemplo de ello los casos antes citados sobre acuerdos intercooperativos o la supresión de porcentajes en cuanto a sociedades instrumentales creadas por las Cooperativas. Entendemos que la calificación de cooperativos o extracooperativos respecto a los resultados que se puedan producir, o la posibilidad de que sea la propia Cooperativa la que decida el destino de los mismos, son los aspectos que garantizan el éxito o fracaso de estas nuevas posibilidades.
También hay que destacar la escasa atención que las normas tributarias hacen de nuestra Ley General de Cooperativas. La regulación que esta última establece al no considerar como ventas las entregas de bienes y prestaciones de servicios proporcionados por la Sociedad Cooperativa a sus socios, ya sean producidos por ellos o adquiridos a terceros para el cumplimiento de sus fines sociales, no es tenida en cuenta en cuanto a los hechos imponibles de diversos Impuestos. Y ello cuando el propio Reglamento del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas obliga a que la Cooperativa retenga e ingrese a Hacienda un porcentaje de sus entregas, como si de una venta se tratara. Esta situación, ante la falta de transparencia de un importante número de operadores que actúan en el sector agrario, motiva una desviación considerable en las entregas de los socios a la Cooperativa.
Algo muy análogo está ocurriendo en cuanto al Impuesto sobre el Valor Añadido, que sujeta también las relaciones del socio con su Cooperativa, dejándonos en clara desventaja ante otros operadores. Ante esta situación cabría reflexionar buscando fórmulas o regímenes similares al depósito fiscal, de manera que el IVA de estas operaciones internas quedara en suspenso.
Finalmente, y aún cuando no se trata de un problema estrictamente fiscal en cuanto a su formulación, no cabe por menos que expresar nuestra preocupación cuando distintas normas sectoriales, en materia de semillas o, recientemente, en la regulación del sector de hidrocarburos, han dejado de considerar estas relaciones del socio con su Cooperativas como de naturaleza interna, convirtiéndolas en operaciones con terceros con el consiguiente efecto fiscal que ello conlleva en el Impuesto sobre Sociedades.
Parece ineludible que ante esta situación incrementemos nuestro esfuerzo en defensa, como antes se exponía, de una correcta articulación fiscal para las Cooperativas. Hay que tener muy presente que nos encontramos en una situación motivada u originada no tanto por problemas de técnica tributaria, sino que es el vivo reflejo de la presión que otros operadores y agentes, a menudo externos al sector agrario, ejercen sobre determinados poderes públicos. Nos corresponde, por tanto, impulsar iniciativas desde la fuerza e influencia del movimiento cooperativo.
El actual proceso legislativo, tanto a nivel estatal como autonómico, constituye una buena ocasión para construir un nuevo marco regulador que impulse la necesaria adaptación de unos y permita el necesario desarrollo de otros.
De igual manera, una de las claves de esta redefinición del marco legal, reside en la revisión del esquema de participación en la cooperativa. La organización de secciones y la fijación de una política clara en la relación con el socio constituyen los elementos básicos de la misma.Conviene resaltar aquí los aspectos reguladores con el compromiso en las operaciones mercantiles del socio con la cooperativa, el compromiso de permanencia y de baja de los socios y la responsabilidad de estos con la sociedad cooperativa.
No es de extrañar que los nuevos marcos legales, en respuesta a las demandas del cooperativismo, estén introduciendo un mayor desarrollo en la regulación de las Secciones. Se proporciona con ello una mayor facilidad y adecuación en la participación del socio en su Cooperativas y, en la medida de lo posible, una estructura más funcional en la actividad económica de la Cooperativa, permitiendo que cada sección cuente con autonomía de gestión, patrimonio separado y cuentas de explotación diferenciadas, todo ello sin olvidar la responsabilidad patrimonial universal de la Cooperativa, así como su contabilidad general.
También ha de resultar clave el equilibrio que se determine en cuanto al principio de puertas abiertas con el compromiso que el socio adquiere al incorporarse a la Cooperativa como a lo largo de su permanencia en la misma. No se trata de "condenar" la voluntad del socio mediante mecanismos sancionadores o coercitivos, no permitiendo que en la práctica decida la conveniencia de estar o no. Pero, a su vez, es inexcusable garantizar que la Cooperativa y los socios que permanecen puedan afrontar las inversiones comprometidas o liquidar todas las deudas pendientes cuando un socio se va. No podemos olvidar la especial sensibilidad que algunas de nuestras producciones y productores están sufriendo en las reformas de las OCM realizadas o en camino. No podemos olvidar tampoco que, paradójicamente, son estas nuevas Organizaciones Comunes de Mercado las que están imponiendo una mayor aplicación en la exclusividad de las entregas del socio a su Cooperativas cuando se califica como Organización de Productores.
Para concluir, cabe someter a consideración la modificación del sistema mutualista por un sistema de participación diferenciada en función de la actividad socio-cooperativa. Una de las innovaciones que presentan los proyectos de Ley de cooperativas y de la Comunidad Autónoma de Aragón consiste en la incorporación del voto ponderado en las decisiones de la Asamblea General, dejando a criterio de los Estatutos la fijación de dicha ponderación sobre los límites preestablecidos.
Parece conveniente modificar nuestro tradicional sistema de participación por uno que se adapte mejor a la consideración empresarial de la cooperativa y a la participación de los socios. En este sentido, el nuevo sistema pretende crear un principio capaz de vincular la responsabilidad de los socios y su participación en la toma de decisiones y en la política de capitalización y de resultados de acuerdo con la actividad de cada socio con la cooperativa.
Conclusión
A lo largo de esta Ponencia se han pretendido analizar especialmente aquellos aspectos que afectan al funcionamiento de las Cooperativas Agrarias. De una parte, con independencia de su localización, dimensión y sector de actividad, el conjunto de las empresas se ve directamente afectado por aspectos normativos, de condicionantes del mercado o de decisiones sobre la política territorial. De otra parte, cada cooperativa de forma individual convive con una compleja situación societaria producto de nuestra particularidad asociativa y democrática.
Se realizan una serie de consideraciones respecto al funcionamiento interno y en relación con la proyección externa de la empresa, en el convencimiento de la validez e incluso la necesidad del sistema cooperativo para vertebrar la sociedad, ordenar el producto del trabajo y obtener un mayor rendimiento del mismo.
Hemos de ser capaces de contribuir a la evolución hacia un modelo empresarial cooperativo que se ajuste a la necesidad de competir y que proteja los intereses individuales de los socios. La cooperativa ha de combinar internamente las exigencias del mercado y los principios que engloba la cooperación.
De todas las modificaciones propuestas la mayor parte nos corresponde a nosotros, socios y directivos. Mejorar en definitiva la capacidad organizativa para mejorar la gestión. Son estas tareas lo que se pretende poner de manifiesto y someter a debate en el Congreso.