La parte superior de esas
mesetas conocidas desde tiempos ancestrales como Tepuis es aplanada, por lo tanto
invisible desde abajo, un hecho que contribuyó a alimentar la fantasía humana... ¿Qué
paisaje podría existir allí arriba? ¿Tal vez una naturaleza desencadenada habitada por
seres de otro tiempo? ¿Dinosaurios, quizás?
El escritor Sir Arthur Conan Doyle apostó a la
imaginación y en 1912 publicó una novela sobre dinosaurios.
La novela 'El Mundo Perdido' colocó por
primera vez a los dinosaurios en la lista de los bestsellers y dio origen a una
superproducción del cine mudo que dejó boquiabiertos a los espectadores. Después
de todo, era una obra publicada por uno de los autores más exitosos de esa época,
creador del detective Sherlock Holmes. Y para Doyle, fue una divertida manera de
distanciarse del flemático detective de Baker Street 221 B, cuya sombra llena de
ficciones lo acechaba en su realidad de cada día.
El argumento no tenía nada de elemental. El siglo XX estaba
comenzando, en aquel tiempo las osamentas de los dinosaurios apenas empezaban a dar una
idea sobre esas formas de vida que habitaron el planeta en tiempos remotos. Y sólo los
más atrevidos se aventuraban a profundizar en la Gran Sabana de Venezuela, donde están
ubicados los Tepuis.
La novela comenzó a aparecer por entregas desde abril
de 1912 en la revista inglesa 'Strand', la misma donde el escritor había publicado varias
de sus obras. Los lectores sentían un interés morboso estimulado por el espanto que
producía la posibilidad de un encuentro entre los humanos y esas bestias inmensas. Era
una época en la que la gente estaba mucho más dispuesta a dejarse sorprender por la
ilusión de la aventura, y más aún si tenía efectos especiales. Décadas después, una
mirada a ese libro revela una obra audaz para su tiempo, cargada con algunas intuiciones
interesantes: el escritor vio en esas mesetas la posibilidad de una evolución de las
especies distinta a la del resto del planeta, mientras confiaba en el poder hipnótico de
los dinosaurios, que muchos años después causan furor entre la población.
Los Tepuis o Tepuys son más de un centenar y están sembrados en
la Gran Sabana, donde confluyen ríos, sabanas y selva. Muchas de esas cumbres siguen
ocultando sus secretos pues la exploración es difícil, pero otras son objeto de
expediciones científicas y algunas de ellas ya son destino regular del turismo de
aventura. Los investigadores encontraron allí un universo donde la fantasía parecía
convertirse en realidad, pues si bien no hay dinosaurios sí aparecen especies que
tuvieron una actitud muy particular frente a la evolución, lejos de la superficie del
planeta.
Arthur Conan Doyle situó la escena
principal de su aventura en la cumbre del Roraima (2.772 metros), un Tepui impresionante
ubicado donde en tiempos mucho menos prehistóricos confluyen tres entidades inventadas
por los humanos, llamadas Guyana, Brasil y Venezuela.
En medio de la presión comercial generada por ese producto
mediocre y vacuo de los 90 que fue la novela 'El Mundo Perdido' de Michael Crichton,
transformado en la increíble (por lo mala) 'Parque Jurásico II, El Mundo Perdido' por el
midas del cine Steven Spielberg, siempre pueden ocurrir algunas cosas mágicas: por
ejemplo descubrir un ejemplar de la novela de Arthur Conan Doyle tirada entre un montón
de libros usados, o conseguirla íntegra en algunos sitios de Internet desde donde ya se
puede bajar, leer, imprimir e intervenir su texto en inglés, o enterarte por ahí del
lanzamiento de nuevas aventuras fílmicas basadas en este texto original.
Pero la travesía no termina allí... También se puede emprender
la aventura de rastrear las pistas que pueden haber conducido hacia la creación de una
novela primigenia, para descubrir cómo fue que un próspero habitante de Londres de
principios de siglo se asomó a la cima de un Tepui americano, donde descubrió un mundo
perdido dominado por los dinosaurios.