La primera referencia europea a los Tepuis, y por lo tanto la
primera registrada por nuestra influenciada historia, corresponde al misionero capuchino
Mariano de Cervera, quien los divisó de lejos hacia 1780. 'Parecen artificiales',
reportó, y sugirió que tenían la apariencia de 'torres y castillos'.
Durante el siglo XIX el geógrafo alemán Robert Hermann
Shomburgk viajó por la zona de las Guayanas y vio el Roraima. 'Me quedé atónito al
mirar el gigantesco paredón y, dominado por una sensación de opresión casi angustiosa
mi corazón comenzó a latir con violencia, como si fuera amenazado por algún peligro
oculto frente al cual mi fuerza diminuta era impotente... mirando esta vertiginosa altura,
la masa rocosa parecía salvaje y tremenda', dice en una de las descripciones de su libro
'Reisen in British Guiana...'.
Shomburgk hizo varios viajes a la zona entre 1834 y 1844 por
encargo de los británicos, para realizar un estudio sobre la demarcación fronteriza con
la obvia misión de favorecer a la potencia europea. Atravesó por primera vez junglas y
ríos que sólo conocían los indígenas de la zona y en varias oportunidades vio las
paredes del Roraima, al cual no logró ascender pese a haberlo intentado. Pero sugirió
que su cima estaba llena de tesoros naturales, y en sus escritos al retornar a Europa
pronosticaba un 'El Dorado' para la botánica.
Por cierto que el entusiasmo de explorador no le impidió realizar
su misión original en la justificación del expansionismo al cual se sentían con derecho
sus empleadores. No dudó en colocar postes demarcadores de la frontera en lugares
decididos por él mismo.
Era una época en la cual los descubrimientos americanos
provocaban emociones muy intensas en los centros de la civilización occidental. Los
relatos que llegaban hasta el viejo mundo provocaban sueños vaporosos y desataban grandes
fantasías. Las exploraciones eran aventuras de grueso calibre a través de paisajes
desconocidos donde se presumía que existían toda clase de peligros, y a menudo estaban
matizadas por hallazgos científicos o por narraciones extraordinarias
Un inglés llamado Charles Waterton, que recorrió Guayana el
siglo XIX, regresó a su país contando cómo había matado una desmesurada serpiente y
también dijo que había cabalgado, pero encima de un cocodrilo.
Un rastro muy especial, que quién sabe si podría conducir hacia
la creación de 'El Mundo Perdido', apareció en una exposición realizada por el Museo de
Ciencias de Caracas a comienzos de los 90. Allí se mostraba un cuadro titulado 'View of
the Curipung River' que mostraba la pared vertical del Roraima y, a su lado, un
promontorio similar al que habrían utilizado Challenger y sus amigos. ¿Es posible que
Conan Doyle haya visto este cuadro? La ilustración fue realizada por J.W.Boddam Whetham y
la publicó en 1879 en su libro 'Roraima and British Guiana'. La reproducción debe estar
en algún lugar del museo...
Una de las exploraciones más difundidas de la segunda mitad del
siglo XIX fue la de Wallace y Bates al río Amazonas. En Manaos se separaron y Alfred
Rusell Wallace navegó hacia el norte por el río Negro, y si bien no llegó al Roraima si
cruzó el entretejido de ríos rumbo a Venezuela, en un viaje famoso porque le permitió
llegar a las mismas conclusiones de Charles Darwin sobre la evolución, casi en forma
paralela. El Profesor Challenger, por cierto, cita a la expedición de Wallace y Bates
como una inspiración para su aventura.
No es de extrañarse, pues Wallace había relatado sus viajes en
libros donde abundaba en detalles amazónicos como el agua negra y transparente de algunos
ríos o el uso de una mezcla del portugués con dialéctos indígenas llamada Lingoa
Geral, características que también destaca el periodista Malone en 'El Mundo Perdido'.
Finalmente llegamos a un año clave, el de 1884. Fue entonces
cuando el explorador y naturalista Everhard Im Thurn, acompañado por Harry Perkins,
logró alcanzar la cima del Roraima. Los resultados de su expedición, incluyendo el
análisis de varias muestras, fueron publicados en Londres en 1885 y él mismo dio
numerosas charlas sobre las extrañas muestras de vida encontradas en el Tepui. Los
resultados de la expedición de Im Thurn están considerados como el detonante de la
novela de Conan Doyle, quien habría asistido a sus charlas.
Aunque es cierto que no
hay referencias explícitas al Roraima, las descripciones de Malone coinciden con las de
algunos de los exploradores que ya habían hablado de este Tepui en Londres. También
podemos imaginar una ruta fluvial que saliera de Manaos hacia el norte por el río Negro,
luego por el Branco y después por algún otro tributario que se acercara a la zona,
quizás el Cotinga. No sabemos si es navegable, pero tampoco lo sabía Conan Doyle.
Antes de partir en la expedición uno de los personajes que conoce
bien la zona, el aventurero profesional denominado como Lord Roxton y calificado como
'sudamericómano', juguetea con teorías sobre su posible destino. 'Tal vez aquí, donde
estos tres países se tocan', dice. Otra vez, se apunta hacia el Roraima.