Nuestro objetivo es ayudar a personas ex-sectarias en su interés de reinsertarse en la sociedad y, a su vez, alertar al público respecto a las prácticas y métodos de captación que utilizan esos peligrosos grupos modernos.
Las sectas destructivas se distinguen de todo otro grupo religioso por el hecho de que reclaman de sus adeptos la ruptura con todos los vínculos que tenían antes de su ingreso: deben abandonar su familia, su trabajo, sus estudios, sus amistades para vivir desde ese momento integralmente dedicados a trabajar para la secta, entregar todos sus bienes a la misma, pasar a vivir en forma comunitaria y someterse a una vida de total obediencia y disciplina, con numerosas y arbitrarias prohibiciones. No pueden leer periódicos ni mirar televisión sin la autorización o reinterpretación de sus superiores, su alimentación es sometida a diversas y absurdas restricciones pese a sus elaboradas justificaciones. Se prohibe o desanima todo contacto con la familia de sangre salva para pedirles contribuciones de dinero para la secta. Su trabajo consiste en vender publicaciones, sahumerios, flores, según la secta que sea, cuyo producto es destinado totalmente al grupo.
A fin de captar nuevos adeptos, las sectas destructivas utilizan distintos métodos aprovechando falencias afectivas, de trabajo, de carácter, especialmente en los jóvenes, y su objetivo es primordialmente el hacer dinero a todo trance y conseguir el poder económico y político.
Muchos adeptos actúan con sinceridad, y en algunos casos, desconocen las verdaderas intenciones de los dirigentes. Cuando ya no sirve para sus fines, por enfermedad, vejez, etc., es expulsado sin contemplaciones.
La persona captada por una secta necesita de la ayuda de todos. No la rechacemos. Ayudémosla a recuperar la idea de libertad

Graciela B. Abal - Directora