Textos & Contextos. Año 1 N. 14 Desde el Eje Cafetero de Colombia            Volver a Portada N.14

Patricia Noguera Escamilla, Ph.D.
Profesora Titular Universidad Nacional de Colombia.
Directora IDEA Manizales

E-mail: anoguera@nevado.manizales.unal.edu.co
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CULTURA URBANA Y PERSPECTIVA AMBIENTAL:
¿PRESUPUESTOS EPISTEMOLOGICOS?
 
 En el número anterior:
0. Cultura urbana y perspectiva ambiental
1. Reduccionismo ecologicista
2. Nuevos reduccionismos
3. Superación de los reduccionismos

Lo ambiental como problema, como visión y como perspectiva tiene un origen reciente dentro de la discusión académica. Como problema solamente entra a los espacios de discusión universitarios muy recientemente, dada la manifiesta y explícita “destrucción” de los “recursos naturales”. Hoy, cualdo cabalgamos sobre el cambio de siglo y estamos a la puerta del próximo milenio, en el cual es innegable la problemática energética y de agua, lo ambiental no ha sido asumido por la Universidad, como aspecto clave de discusión. Esta misión se le había delegado a los ecólogos o a los biólogos, y últimamente, a los ingenieros agrónomos e ingenieros ambientales. Hemos señalado en cuatro modelos de interpretación las formas como se ha abordado el tema por medio de las relaciones entre naturaleza y sociedad, entre sistema natural y sistema cultural . El modelo que estamos trabajando actualmente en el IDEA, capítulo Manizales, busca  superar de un lado el “ecologicismo” y de otro el “antropocentrismo”, por ser los dos extremos actitudes reduccionistas propias de la modernidad cientificista.

El pensamiento ambiental se ha ido consolidando dentro de nuestro Instituto de Estudios Ambientales (IDEA), construyendo de manera paulatina y con dificultades de todo tipo, nuevos abordajes teóricos y metodológicos. En este momento, es claro para los investigadores del IDEA, el carácter interdisciplinario de abordaje a la problemática ambiental (1) .  Así mismo, y como resultado de nuestras investigaciones y de la relación de ellas con la docencia y la extensión, hemos encontrado que la escuela del siglo XXI, debe abordar sus formas educativas a partir de problemas complejos y no de contenidos lineales curriculares. Lo ambiental entonces, nos ha llevado a concebir un nuevo modelo pedagógico, desde el cual deben recuperarse como aspectos fundamentales de la relación pedagógica dos aspectos negados por el cientificismo moderno: el cuerpo como lugar de construcción cultural, y el mundo de la vida, como escenario actuante y dinámico de dicha relación (2).

4. Lo ambiental como problema de la cultura

El modelo 5, transforma radicalmente las propuestas emanadas del ecologicismo ambiental y del antropologicismo ambiental, en el sentido de que la problemática ambiental es un problema de la cultura y no de los ecosistemas. Como el modelo plantea que tanto el sistema cultural como el ecosistema, son naturaleza este planteamiento supera la culpabilidad metafísica y antropocentrista, que llevaba a decir que la especie humana era la especie “mala”, y que sin ella, no habría ninguna destrucción de los ecosistemas.

Los estudios sobre Historia Ambiental, nos muestran que si bien la aparición de la especie humana produce en los ecosistemas transformaciones distintas a las existentes antes de dicha aparición, esto no obedece a la maldad de la especie, sino a su propia naturaleza que es la de construcción simbólica, y que se aparta de la naturaleza de otras especies, que es la del cumplimiento de las leyes de nicho. La especie humana se diferencia de las demás especies, en que a través de los procesos de población de la tierra, ella construye una plataforma tecnológica que le permite adaptarse a cualquier geografía. Y lo más importante de todo esto, es que esas formas de adaptación no producen transformaciones genéticas, sino que se convierten en manifestaciones específicas de la naturaleza cultural del hombre, produciendo, eso sí, permanentes transformaciones culturales. El caso  más presencial de todos es el de la ciudad y sus diversas transformaciones.

Desde las formas más originarias de existencia humana, hasta las metrópolis; desde los artefactos o utensilios más simples, hasta las más elevadas tecnologías electrónicas: desde las pinturas de Altamira, hasta las obras pictóricas más importantes de la Modernidad, desde las palabras más elementales, hasta los discursos más complejos de las ciencias, la filosofía o el arte, son todas, manifestaciones de la naturaleza cultural y transformadora de nuestra especie.

Igualmente el modelo 5 plantea que el problema ambiental no es de los ecosistemas. Ellos, cumplen inexorablemente sus leyes de nicho, por lo que si bien los estudios sobre Ecología nos han ayudado de manera muy importante en la construcción de pensamiento ambiental por su evidente carácter interdisciplinario y porque han sido los ecólogos, quienes en primera instancia iniciaron una fuerte llamada de atención a la cultura industrializada en el sentido del impacto ambiental producido en los ecosistemas, sus ritmos, sus formas de equilibrio, etc, la problemática ambiental contemporánea no puede dejarse solamente a los ecólogos, pues su complejidad amerita una comprensión multidimensional de las acciones de la economía, la política, las ciencias, las artes, las religiones, los mitos y las costumbres de nuestras culturas sobre los ecosistemas, produciendo transformaciones que es necesario estudiar detenidamente; igualmente amerita comprender las reacciones del medio ecosistémico y su influencia en las culturas, lo cual también es impacto ambiental.

Visto así lo ambiental está ubicado en la relación compleja entre ecosistemas y culturas, y no en sus polos según se puede ver en el modelo 5. Esto hace que las acciones para superar los problemas ambientales no puedan ubicarse desde una sola dirección, o a partir de una sola disciplina o profesión, sino que estas acciones deban diferenciarse unas de otras a la hora de la toma de decisiones acerca de un problema ambiental concreto.

5. Necesidad de una nueva forma de conocimiento

Los estudios tradicionales realizados por las diferentes ciencias, se han caracterizado por la separación entre ciencias naturales y ciencias sociales, o ciencias naturales y ciencias humanas, o ciencias naturales y ciencias del espíritu. En todas las clasificaciones que los epistemólogos han realizado de las ciencias y de los saberes modernos, existe una clara separación entre naturaleza y sociedad, naturaleza y humanidad, naturaleza y espíritu, que es una herencia cartesiana importante para determinar la especificidad de cada una de las ciencias modernas, y la clara primacía de la razón sobre la naturaleza.

En la modernidad, la naturaleza es reducida a objeto de estudio, a recurso para llegar a sociedades con alto “desarrollo y confort”. Tanto los ideales capitalistas como socialistas de las sociedades modernas buscan el perfeccionamiento tecnológico y científico para fines de una racionalidad: la racionalidad del desarrollo económico. Indudablemente hay una profunda diferencia entre el telos de unas y otras: mientras que en las sociedades capitalistas los grandes capitales se concentran en pequeños grupos monopólicos, en este momento de nivel transnacional y global, en las sociedades socialistas se busca que el capital sea del estado, en una primera fase, y del proletariado (mayoría), en la fase comunista. La realidad histórica de las formas de ser de las sociedades modernas  se asemeja en que, - cualquiera sea el viraje de unas u otras, la tendencia hacia determinada economía u organización social -, el “desarrollo” de las ciencias ha estado centrado en mirar la naturaleza como recurso de explotación para dichas sociedades, cada vez más carentes, menos solidarias, más instrumentalizadas, y por lo tanto, más frágiles.

Con el apogeo de lo “desechable”, las sociedades contemporáneas del orden moderno, muestran su desprecio a la vida como una totalidad en movimiento complejo, como punto de partida y de llegada de toda forma de ser cultural simbólica y se exacerba en dichas sociedades, una característica muy importante de la especie humana: ser consumidora, desperdiciadora y no recicladora, sin tener en cuenta los límites del consumo.

Las ciencias exactas miran la naturaleza como objeto de análisis matemático, como recurso cuantificable. Por ello, han derivado en trabajos muy concretos de segmentos de naturaleza congelada en el laboratorio para fines del desarrollo tecnológico – industrial.

Las ciencias de la naturaleza, la miran también así, de forma parcelada donde la biología no tiene que ver con la geografía, con la geología o con la astromomía. Son unas ciencias sin hombre, así como las ciencias sociales y humanas son unas ciencias sin naturaleza. La escisión es radical en la modernidad, lo cual nos ha llevado a una profunda crítica no sólo al carácter epistemológico del concepto de objeto de las ciencias, sino al carácter epistemológico del concepto de sujeto (3). Este reducido a un tipo de razón: la lógico – instrumental, elevada a la categoría de absoluta y universal por la cultura moderna, desprovisto de cuerpo, de sentimientos no racionalistas, de formas de esteticidad ajenas a toda razón,  es un sujeto mudo y frío, que analiza el objeto llamado naturaleza, también muda y fría. La diversidad de formas de lenguajes, de apropiación simbólica de la vida, de poesía silenciosa presente en el paisaje, de silencio poético presente en muchas culturas, frente s los discursos tecnocráticos  del instrumentalismo moderno, son negadas al sujeto cognoscente y al objeto de análisis. Ni la dialéctica marxista logra superar esta racionalización fría de la vida, pues ésta se ubica en la plenitud del pensamiento moderno, asumiendo posiciones evidentemente modernas (4).

Dentro de esta episteme reductiva, se mueven formas de relación que por supuesto no soportan los límites performativos de la Razón. Sin embargo estas formas de relación ubicadas por fuera de dicha Razón, son los hilos que tejen la trama de la cultura moderna, de las sociedades modernas, junto con el hilo de la razón, que sólo es un hilo entre otros. El ser humano, cuya forma de ser siempre es diferente, cuyas características son la multivocidad y la polidimensionalidad, la ambigüedad mítica y el movimiento, reacciona frente a esta forma opresora de cultura. Freud en el Malestar de la Cultura, muestra esos rasgos represivos, limitantes y frustrantes de la cultura moderna. Siendo moderno, Freud encuentra que el Pathos de la cultura moderna, es la legalidad universal, la norma impuesta para ejercer control social y que deviene en control sobre áreas de poder indomables, que emergen de la “oscuridad” del inconsciente.

 
(1) ANGEL A. (1996) El Reto de la Vida. Santafé de Bogotá, Ecofondo. (publicado en esta revista revista virtual, para verlo, aca click en el título)
(2) NOGUERA P. (1997) Educación Estético Ambiental y Fenomenología. Tesis de doctorado, en prensa.
(3) NOGUERA P. (1994) Ciencia Moderna y Epistemología Ambiental: una mirada crítica al concepto y de sujeto y de objeto en las ciencias ambientales.
(4) BERMAN, M. (1992) Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad.
 

 En próximo número: La cultura urbana desde la perspectiva ambiental
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