Patricia Noguera Escamilla, Ph.D.
Profesora Titular Universidad Nacional
de Colombia.
Directora IDEA Manizales
E-mail: anoguera@nevado.manizales.unal.edu.co
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El método, a partir de Descartes será el instrumento para llegar a un conocimiento claro y distinto. Será el Ojo, que permitirá ver más allá de lo que podemos ver. Mientras Galileo ha inventado un Ojo para mirar al mundo exterior más allá de lo que hasta ese momento se podía ver, Descartes ha descubierto el Ojo desde el cual es mirado el mundo: el Ojo de la razón lógico-matemática.
Telescopio y Razón lógico-matemática, significan el advenimiento de la tecnología como el lenguaje, el gesto esencial de la modernidad, es decir, de la razón humana en ese movimiento que se concreta en un tipo de ciencia y de saber que ha puesto al mundo exterior al servicio del hombre.
La tecnología es entonces, un logos, es decir, una lógica, por tanto un tipo de racionalidad que se manifiesta en la instrumentación. La instrumentalidad nace entonces, con la Modernidad. Por ello, la idea de 'ciencia útil' que los fundadores de la Modernidad plantearon en sus escritos y en su forma de investigar, produjo no sólo la gran ilusión del progreso y del bienestar social, que son postulados de ese gran movimiento llamado Ilustración, sino también, y paradójicamente, la dominación inmisericorde de esa “naturaleza” objetivada.
Según el Ideal de la Ilustración, el hombre al poner en movimiento el ejercicio de su racionalidad, llegaría a una mayoría de Edad, a un estado de libertad que consistiría en que él mismo y por sus propios medios tomaría sus propias decisiones, sin la ayuda de otros. Sin embargo, los grandes ideales de la Modernidad, rápidamente comienzan a tomar formas particulares históricas, acentos distintos en las diferentes regiones de Europa, en las diferentes clases sociales, en los diferentes grupos. A lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX, siglos en los que podemos decir entonces, se ha desarrollado la historia de la tecnología como razón instrumental, los intereses particulares de los grupos, clases, regiones y naciones; los intereses de los hombres y mujeres que los constituyen; han mostrado que la razón instrumental puede explicar y justificar los intereses más opuestos. Es decir, la idea fragmentaria del ser humano y del mundo, en la Modernidad, continúa su ascenso histórico: El mundo se fragmenta para poderlo analizar. Regiones y momentos de él se someten a la prueba del laboratorio. Los procesos se apresan y detienen en este sitio para poderlos analizar. Nacen las ciencias particulares que siguiendo el modelo de la Física galileana comienzan su exitosa carrera. Se impone la idea de objetividad del conocimiento; la verdad se reduce a verdad analítica, matemática, demostrable, verificable, el mundo como objeto, se mira como preciso.
La relaciones entre el hombre reducido
a sujeto y el mundo reducido a objeto, que hemos dicho ya, son relaciones
de tipo instrumental, con arreglo a unos fines determinados, se convierten
en el prototipo de toda relación. El éxito económico
y político del capitalismo burgués, se convierte en el modelo
del éxito, gracias a la concepción utilitaria del mundo expresado
únicamente en términos de explotación y producción.
2.
El paso de una éticidad instrumental a una eticidad ambiental
Son estos valores modernizadores, los que determinan lo que vamos a llamar una eticidad de tipo instrumental, que está a la base de la relación entre el sujeto y el objeto modernos. Utilizar lo que conviene y desechar lo que no conviene a los intereses productivos, es un modelo que penetra en todas las relaciones. El paso de unas relaciones ecológicas (ecología significa el cuidado de la casa) a una relaciones económicas (economía significa el dominio de la casa), determina la afectividad, la cotidianidad, el arte, la política, es decir, al cultura en su sentido profundo.
Los problemas actuales de tipo ambiental: la contaminación de las aguas, la tala inmisericorde de los bosques, el ruido y la polución del aire, la destrucción de miles de especies marinas, de aves, de mamíferos; la violación incesante del derecho a la vida (humana, animal, vegetal), la explotación inadecuada de minas y canteras; la destrucción de los símbolos históricos en las ciudades, la baja calidad de vida de muchas regiones del mundo, las guerras y las diversas formas de violencias, han sido un constante llamado de atención, de que algo no anda bien.
Las reacciones de grupos sociales, comunidades científicas, gremios económicos, fuerzas políticas, no se han hecho esperar. la problemática ambiental y el nuevo enfoque que esta problemática nos ha exigido construir, implica:
-El reconocimiento del valor que las ciencias y la tecnologías modernas tienen en cuanto al desarrollo del conocimiento instrumental, es decir científico-tecnológico.
-A partir de este reconocimiento, mirar las posibilidades reales que desde las mismas ciencias y tecnologías existen actualmente para cuidar, con ellas mismas, la casa, es decir las distintas formas de naturaleza.
-Esta mirada, implica una revaloración y reconceptualización de la naturaleza: sin perder la perspectiva de que esta puede ser estudiada como objeto de la razón lógico-analítica, recordar que ante todo, nosotros, somos parte integral de ella, y ella, nuestro apriori. En otros términos, reclamar nuestro derecho a reconocernos a nosotros mismos como naturaleza.
-Una vez que comenzamos a reconocernos como naturaleza, nuestra racionalidad se recontextualiza. No es ésta metanatural, metafísica, sino una manifestación esencial de nuestra naturaleza. Con este reconocimiento, encontramos que la razón no es superior a la naturaleza, sino parte de ella, lo cual lleva a un cambio de actitud que concretamente es el respeto por nosotros mismo y por la naturaleza en su totalidad.
-la racionalidad misma se enriquece, se amplía y se reconceptualiza, al reconocerse como natural. Sin perder el potencial cintífico-tecnológico, que se desarrolla con la razón instrumental, la racionalidad se reconoce también como comprensiva e integradora.
-Las acciones surgidas de unos hombres y mujeres integrales -no fragmentados- y decimos integrales partiendo de que la integralidad se basa en el reconocimiento de las diferencias, se tornan respetuosas, lo cual no quiere decir, insistimos, en que debemos renunciar a las conquistas de la ciencia y la tecnología. El cambio de actitud o de eticidad que proponemos, tiene que ver con la valoración de la naturaleza y del ser humano, que están a la base de las acciones científico-tecnológicas. Proponemos el paso de una actitud de dominio, a una actitud de respeto. El conocimiento científico-tecnológico no debe continuar su carrera utilitarista y de dominio. Debe llevarnos a acciones responsables y respetuosas con la vida.
Si miráramos el potencial que tiene Colombia solamente en el campo de lo biótico, estas estadísticas, estas cifras nos mostrarían la riqueza que tenemos los colombianos en “recursos” naturales. Pero, -y precisamente en ésto radica nuestra propuesta ética,- si continuamos mirando a nuestra naturaleza externa solamente como riqueza y como recurso, la estaremos mirando solamente desde la perspectiva instrumental y utilitaria. Por el contrario, y desde el enfoque ambiental, estas cifras, estas estadísticas y porcentajes, nos deberán llevar a buscar tecnologías apropiadas, desarrollos científicos apropiados, proyectos sociales y políticos apropiados, que permitan que la “naturaleza” en todas sus manifestaciones continúe su movimiento.