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TELETRABAJO: PREVISIONES, FANTASÍAS Y REALIDADES

Taller "Teletrabajo y nuevas profesiones"

I Congreso Internacional de la Publicación Electrónica

MAIG ´98

BARCELONA, 15 AL 17 DE MAYO, 1998

Susana Finquelievich

 

·         Un nuevo tipo de trabajador recorre el mundo: el que desde su hogar, hotel o "cottagge electrónico" recibe información, la procesa y difunde el producto de su tarea por medio de la comunicación asistida por computadora (CMC). Asalariado o independiente, empleado de oficina o profesional, el teletrabajador es una figura alentada por empresas, considerada por los planificadores urbanos y alabada por los ambientalistas.

Por primera vez desde la Revolución Industrial, el hogar, que había quedado relegado al espacio y al tiempo extra-laboral (proceso acentuado por el zoning funcionalista), vuelve a integrar las funciones de producción, gestión y reproducción. En cierta forma, el teletrabajo representa un regreso al pasado vehiculizado por las tecnologías de un futuro que ya llegó. Como el artesano de la alta Edad Media, el teletrabajador opera desde su hogar, al que le llega la materia prima que procesará, empleando horarios flexibles y enviando su producción al comanditario. La producción vuelve a estar descentralizada, con la diferencia de que en vez de transportar los productos rurales en carretas hasta los centros urbanos o los mercados, la materia prima que le llega y sobre la que trabaja es información, y la "carreta" es la supercarretera informática y los servicios derivados de ella (Puente, 1998).

El teletrabajo se esta extendiendo lenta pero persistentemente, como resultado del interés de las empresas en economizar espacios de oficina y gastos diversos manteniendo un alto nivel de productividad, y del de los empleados en poseer más flexibilidad de horarios, más tiempo para pasar con sus familias y menos de viajes. En los Estados Unidos existían en 1997 nueve millones de trabajadores, y se estima que este número ascenderá a los once millones en el año 2000. Estas cifras ofrecen un mercado codiciable para diversas empresas productoras de bienes y servicios destinados a los teletrabajadores, desde hardwares y softwares hasta muebles especialmente diseñados para la SOHO (small office/home office, u oficina hogareña) y lotes de terreno en urbanizaciones relativamente cercanas a las grandes ciudades.

Interrogantes planteados

Trabajar en casa presenta beneficios tanto para los empleados como para los empleadores, pero también tiene inconvenientes y aspectos cuyo estudio necesita ser profundizado. Algunos de ellos han sido planteados a lo largo del debate online impulsado por el I Congreso Internacional de la publicación Electrónica:

* ¿Todo el mundo puede teletrabajar? ¿Psicológicamente qué factores se deben tener en cuenta? ¿Hay estudios que definan el perfil idóneo del teletrabajador?

* ¿Cómo va a condicionar el teletrabajo nuestras vidas cuando esté totalmente introducido en todo el mundo? ¿De cuánto tiempo estamos hablando?

* La Red se ha masificado de publicaciones electrónicas de todas las temáticas en muy poco tiempo, publicaciones realizadas, en la mayoría de los casos, por profesionales dispersos en distintas zonas geográficas.

* ¿Cómo los periodistas y comunicadores en general se han adaptado a esta nueva manera de informar?

* ¿Es posible aplicar normas y reglas comunes para implantar el teletrabajo en todos los países europeos?

* ¿Qué factores pueden influir para que la introducción del teletrabajo en el mercado laboral de un país tenga éxito? ¿Qué condiciones especiales necesitaría España y por qué?

* Estados Unidos es uno de los países que nos lleva también en este tema la delantera. ¿Se pueden tomar como ejemplo los casos con éxito que se han realizado allí y aplicarlos en Europa?

* ¿Cuáles serían las condiciones óptimas que debiera recoger una legislación del teletrabajador? ¿No se podrían aplicar las mismas que en los contratos actuales donde el personal está presente?

* Las empresas han de empezar a conocer qué ventajas e inconvenientes obtendrán de la aplicación del teletrabajo. De entrada tendrán que realizar una inversión importante de dinero y tiempo en formación, preparación y coordinación del personal. ¿Puede el gobierno español o la patronal ayudar de alguna forma?

* En el tema de nuevas profesiones, ¿cuáles serán las carreras universitarias que más salida tendrán? ¿Se puede prever que Internet acabe con un porcentaje del paro existente en el mundo?

* ¿Qué papel deberían jugar las administraciones locales, autonómicas y locales en todo este asunto? ¿Por qué no están impulsando con más fuerza todos los proyectos que intentan despegar del papel y los ponen en marcha?

* ¿Los telecentros o telealdeas, además de cumplir con su función de acoger a teletrabajadores, pueden convertirse en futuras oficinas de empleo?

Otras preguntas están ligadas al mismo trabajo: ¿Cual es el grado de satisfacción de los teletrabajadores con respecto a esta opción? ¿Existen diferencias según el género? ¿Cómo son las relaciones laborales en las empresas que utilizan el teletrabajo? ¿Existen las mismas posibilidades de promoción cuando se trabaja en el hogar -lejos del control visual de los jefes, pero también de las posibilidades de entablar una relación personal con ellos- que estando visiblemente en la oficina?

Otro grupo de interrogantes se refiere a cuestiones prácticas: las regulaciones municipales con respecto a las oficinas domésticas, los impuestos, la derivación de los costos del trabajo a los teletrabajadores, los seguros para accidentes y enfermedades ligados al trabajo. Por fin, un tercer grupo de cuestiones a analizar concierne los impactos del teletrabajo sobre el uso del espacio y el medio ambiente de las ciudades y regiones, el proceso de desconcentración y suburbanización, el rol de los planificadores e investigadores urbanos, la necesidad eventual de crear equipamientos urbanos intermedios entre el hogar y la oficina y las políticas municipales que se necesitan para tratar este tema. Este artículo recorre estas cuestiones y propone
algunas respuestas.

Fronteras que se corren

No obstante el interés que despierta entre empleados, empresarios e investigadores sociales, por ahora el teletrabajo está aún lejos de ser un fenómeno masivo. El Censo de Población efectuado en Estados Unidos en 1991 reveló que el 33% de los trabajadores de ese país desarrollan parte de su trabajo en el hogar, pero sólo el 14.5% trabaja en su casa mas de 35 horas por semana, y no todos ellos utilizan computadoras y modems. Los trabajadores hogareños son en su mayoría mujeres, trabajan un número de horas no fijo, y en gran parte viven en áreas rurales o suburbanas, lo que sugiere que la flexibilidad es el aspecto mas importante del teletrabajo para quienes lo practican.

El teletrabajo, en ese país, está impulsado no sólo desde parte de las empresas, sino también por algunos sectores gubernamentales. El Clean Air Act (Acta del Aire Limpio, que exige que los empleados reduzcan sus viajes al trabajo en un 25% para mitigar la contaminación ambiental), alienta el trabajo en el hogar como estrategia para reducir los viajes), y la Intermodal Surface Transportation Efficiency Act (ISTEA - Acta de Eficiencia del Transporte Intermodal de Superficie) financia programas de teletrabajo, incluyendo los "costos suaves" de los centros de teletrabajo, su planificación, marketing y evaluación. Se han implementado varios centros para teletrabajadores federales en el área de Washington DC. y la Casa Blanca está implementando una Infraestructura Nacional de Información. Varios Departamentos estatales han publicado informes sobre el teletrabajo y temas asociados a él, como los impactos en las áreas rurales (Handy y Mokhtarian, 1995).

Un análisis del Muestreo Microdata de 1991 muestra que los trabajadores con base en su propio domicilio son predominantemente (63%) auto-empleados, versus solo 5.5% de empleados de empresas (Edwards; Field-Handley, 1996). Sin embargo, las encuestas de la Link Resources Corporation comprueban que el número de trabajadores que desarrollan al menos parte de su trabajo en el hogar ha crecido en un 8,9% anual entre 1989 y 1993. Una estimación de un suplemento especial del Censo de Población, de mayo 1991, indica que el 18.3% de los trabajadores no rurales "cumple con alguna porción de su trabajo primario en el hogar", aunque no todos ellos pueden considerarse teletrabajadores.

El crecimiento en el número de los trabajadores hogareños es atribuible en gran parte a los avances en tecnologías de información y comunicación, aunque éste no es el único factor decisivo: el incremento continuo de la presencia femenina en el mercado de trabajo y el de familias que necesitan dos o más ingresos, así como la popularidad de las microempresas, son tendencias que hacen que este estilo laboral resulte mas atractivo. El Clean Air Act, que requiere que los empleadores de las ciudades mas contaminadas de los Estados Unidos reduzcan los viajes urbanos y suburbanos de sus empleados en 25% es otra razón de peso. Por lo demás, la articulación entre las obligaciones laborales y las responsabilidades familiares es un tema cada vez mas conflictivo, fundamentalmente para las mujeres. No se trata sólo del cuidado de los hijos: el incremento de la longevidad implica que un creciente numero de familias tiene a cargo a parientes ancianos o enfermos, que requieren atención especial. El trabajo en el hogar es una opción que puede ayudar a mujeres y hombres a resolver los tironeos entre su trabajo y su familia.

Un estudio realizado en Gran Bretaña (1994) reveló que el 36% de las empresas utilizaban teletrabajadores, y se estimaba que esa proporción se incrementaría al 62% hasta 1996, y hasta el 70% hacia 1999. Allí hay también 1,2 millones de trabajadores que efectúan sus tareas desde el hogar algunos días por semana. Un cálculo de British Telecom estima que a fines de 1995 existían en Gran Bretaña 2,5 millones de teletrabajadores. Si bien los estudios existentes son frecuentemente contradictorios, puede afirmarse que Estados Unidos es el país con mayor número de teletrabajadores, seguido de Gran Bretaña y Francia. Alemania, España e Italia se encuentran aún en una fase inicial (Casado, 1994). Todas las estadísticas existentes indican que la difusión del teletrabajo no sigue un ritmo precisamente explosivo, sino que se va extendiendo lentamente, y fundamentalmente en determinados sectores de servicios, como banca, seguros, tecnologías de la información y la comunicación.

Lo que resulta significativo para el análisis del teletrabajo no es reparar en las estadísticas presentes, sino analizar las tendencias que indican un crecimiento lento pero constante. La cantidad de teletrabajadores existente actualmente en el mundo puede ser pequeña todavía comparada con las cifras totales, pero indica un corrimiento de las fronteras de lo posible.

El teletrabajo en Argentina: mate y computadora

En la Argentina de 1998 las empresas empiezan considerar seriamente la posibilidad de alentar el teletrabajo. Sin embargo, existen obstáculos. Uno de ellos es la Legislación Laboral existente. Aunque ya son numerosas las empresas que otorgan a sus empleados la capacidad de tomar decisiones, les proporcionan libertad de horarios y equipos tecnológicos adecuados, todavía son escasas las que mantienen una relación contractual con los teletrabajadores, ya sea en forma individual o con un grupo de ellos. (Puente, 1998). Una crítica a esta modalidad laboral suele ser la facilidad aparente de las empresas para tener las cuentas claras con el fisco: en el caso de un teletrabajador empleado por una empresa, sus obligaciones fiscales serán las mismas que las de cualquier otro trabajador. Los casos en que el trabajador es autónomo o profesional independiente ya están contemplados por el marco legal en diversos países, aunque es frecuente que las reglamentaciones necesiten aggiornarse para seguir el paso veloz de las innovaciones tecnológicas. Por lo demás, el caso de los teletrabajadores que atraviesan fronteras (como los argentinos que procesan información para empresas extranjeras) aún no está resuelto.

Contemplado o no por las leyes, el teletrabajo asistido por CMC existe en Argentina desde hace años, aunque a mi conocimiento no se han efectuado todavía estadísticas que lo cuantifiquen. Los trabajadores que alternan el mate y la computadora provienen de diferentes profesiones, fundamentalmente de las que exigen un número reducido de horas en el "lugar de trabajo", pero muchas más dedicadas a la tarea específica en el hogar: miembros de profesiones liberales, profesores secundarios y universitarios, programadores informáticos, investigadores, publicitarios, artistas gráficos, administrativos, empleados de empresas de marketing, articulistas, periodistas, etc. En la mayoría de los casos, sean o no empleados regulares en empresas, pagan los implementos tecnológicos y la factura telefónica de su propio bolsillo, al igual que los costos de climatización, iluminación, superficie del hogar dedicada al trabajo, seguros, etc. Si bien estos trabajadores aprecian las ventajas del teletrabajo, se quejan de que el ambiente laboral invade el hogar y -sobre todo las mujeres- de que ni familiares ni amigos consideran que el trabajo realizado en el hogar es "trabajo de verdad", por lo que se los considera disponibles full time para otras obligaciones caseras.

La incipiente extensión del teletrabajo marcha de la mano con una nueva tendencia urbana: la emigración de familias de clase media alta y alta a country clubs y barrios privados de los suburbios, que les garantizan un medio ambiente agradable y seguridad a menos de 100 Km, de la Capital. Para estos nuevos habitantes de suburbios de lujo, el teletrabajo es, o será en poco tiempo, una herramienta indispensable para su modo de vida, que les permitirá reducir sus viajes a la Capital a algunos días por semana.

El punto de vista de los teletrabajadores: preguntas y respuestas

¿Todas las personas pueden teletrabajar?

En teoría, sí. La mayoría de los teletrabajadores acepta bien esta forma laboral, a causa de los beneficios que proporciona, como reducción de tiempos y costos de transporte, mayor flexibilidad de horarios, mejores posibilidades de interacción con sus familias, menor gasto en ropas de oficina, restaurantes, estacionamientos, combustible, etc. Pueden cultivar sus jardines, practicar algún deporte, estar en casa cuando los chicos llegan de la escuela, asistir a los actos escolares o enseñarles un par de trucos de fútbol. Para los que padecen incapacidades físicas, las madres de niños pequeños o los adultos mayores con dificultades para desplazarse, constituye una manera efectiva de integrarse al mercado de trabajo. También es una ventaja para aquéllos que trabajan para empresas situadas en otras ciudades o países. Para las parejas que deben mudarse de ciudad o país a causa del trabajo de uno de los cónyuges, significa la posibilidad para el otro de seguir conservando su propio trabajo y producir a distancia.

¿Qué factores psicológicos se deben tener en cuenta?

Uno de los más importantes es la capacidad de tolerar el hecho de trabajar en relativa soledad, sin tener el estímulo constante del intercambio "cara a cara" con colegas, jefes y subordinados. Los que temen a la soledad y al aislamiento, los que necesitan imprescindiblemente de la vida social asociada al trabajo (almuerzos con compañeros, charlas junto a la máquina de café, encuentros en los pasillos) tendrán más dificultades en adaptarse que los que necesitan de concentración y soledad. Para los primeros, los "telecottagges" o centros de teletrabajo pueden constituir una solución satisfactoria.

Por lo demás, el teletrabajo, como la anarquía, exige el ejercicio de una autodisciplina relativamente severa, o bien del placer del trabajo por sí mismo. Las personas que necesitan de una disciplina externa tendrán dificultades para adaptarse a esta forma laboral y responderán mejor en el ambiente de trabajo tradicional, supervisados por sus jefes. En el extremo opuesto se encuentran las personas que reaccionan ante un ambiente laboral desestructurado volviéndose verdaderos adictos al trabajo. Encuentran dificultades para alejarse de sus computadoras y necesitan de los limites externos representados por los horarios de oficina para establecer una transición entre el tiempo de trabajo y el de la vida privada (ETO Site Team, 1997).

Como se puede ver, la inclinación al teletrabajo es una cuestión personal. Algunas personas pueden encontrar en el teletrabajo ventajas que para otros serían serios inconvenientes. Algunos hallan más fácil concentrarse en el trabajo sin las distracciones de un activo y ruidoso ambiente de oficina, mientras otros pueden necesitar del mismo para estimularse. Algunas personas optimizan su producción cuando pueden trabajar en los tiempos que más les convengan, ya sea al alba o durante la noche, mientras otras necesitan de una rutina horaria y de límites externos para comenzar y terminar sus tareas. Asimismo, algunos aprecian el tiempo que se ahorran por el hecho de no viajar a sus oficinas, mientras a otros les gusta el deber diario del viaje y lo toman como un mecanismo de transición entre la vida laborar y la vida privada. Estos factores sugieren que no existe una personalidad de teletrabajador "correcta" o "incorrecta", y que las diferencias, actitudes y preferencias individuales sólo pueden ser consideradas en el conjunto particular de contexto de tareas, ambiente hogareño y cultura organizacional.

¿Hay estudios que definan el perfil idóneo del teletrabajador?

El equipo de investigación del Management Technology Associates and Brameur Limited, apoyado por el gobierno de Gran Bretaña, tiene un web site (http://www.eto.org.uk/faq/faqpsy01.htm), donde se exponen los resultados de sus estudios. Estos sugieren que existen cuatro aspectos fundamentales a considerar en las políticas y programas de teletrabajo:

·         El conjunto de tareas que se le encargará al teletrabajador, y si el teletrabajo es la manera ideal de cumplirlas.

·         El contexto organizacional; por ejemplo, no tendría sentido tratar de implementar una estructura de teletrabajo en una organización que aún no ha implementado con éxito el trabajo en red electrónica (correo electrónico, discusiones online, boletines, pizarras y bibliotecas electrónicos, etc.), o en una organización en la cual la cultura organizacional es burocrática o fuertemente jerárquica. El teletrabajo funciona mejor allí donde existe el trabajo en red, donde los empleados tienen poder para pensar, actuar y tomar decisiones por sí mismos, y donde la administración juzga a sus empleados por el resultado de su trabajo, no por el presentismo.

·         El contexto doméstico (hogar y familia): Por ejemplo, parece difícil que alguien teletrabaje eficientemente si sus tareas requieren una concentración intensa y su hogar es un departamento pequeño, con niños activos, paredes delgadas y vecinos ruidosos.

·         La personalidad del individuo, su experiencia y preferencias: Por ejemplo, una persona joven y soltera puede preferir viajar a una oficina animada en el centro urbano, donde abundan las ocasiones de vida social y de nuevos contactos humanos, a trabajar solo en casa en un suburbio tranquilo, mientras que una persona de más edad, ya instalada satisfactoriamente en una familia, puede preferir trabajar en casa, y participar en actividades vecinales en las noches, antes que consumir horas en viajes al centro.

¿En qué se puede teletrabajar?

Además de las profesiones "tradicionales" (consultorías en diversas profesiones, contabilidad, investigación, preparación de trabajo docente, edición de libros, ventas, encuestas, estudios de opinión pública, etc., surgen nuevas posibilidades: en el campo de la informática, se puede teletrabajar en programación, servicio técnico, creación, CAD o sistemas. En lo que respecta a la imagen, las actividades se extienden a la publicidad, las artes gráficas, la edición, internet (diseño de páginas web, investigación, búsqueda de información), tareas administrativas como preparación de contratos, procesamiento de textos, recepción de pedidos, gestión de almacén, etc. El campo del marketing es fértil para el teletrabajador, quien puede ocuparse de telemarketing, estudios de mercado, servicios de atención al cliente, agente comercial, etc. La prensa ofrece un amplio campo de trabajo: articulista, reportero gráfico, corresponsal, crítico literario o de cine, documentalista, etc. Las ocupaciones posibles de efectuarse a distancia se van ampliando casi cada semana.

¿El teletrabajo permite las mismas posibilidades de ascenso que el trabajo en la oficina?

Muchos teletrabajadores temen que el hecho de no ser vistos o de no establecer relaciones personales "cara a cara" con sus jefes sea una desventaja. Sin embargo, un estudio realizado por la Small Business Administration en 1993 concluyó que los teletrabajadores obtienen promociones en mayor proporción que los que van todos los días a la oficina. Asimismo, un número creciente de empresas admite o impulsa el teletrabajo: la firma de investigación neoyorkina Find/SPV asegura que el actual número de teletrabajadores (9 millones) es el doble de los que había en 1990 y que llegará a 11 millones en el año 2000. Una proporción creciente de estos trabajadores está empleada en empresas medianas y pequeñas.

¿El teletrabajo no constituye en realidad una transferencia de costos al teletrabajador?

Si bien muchas empresas pagan por el software y el hardware, además de cursos de formación y actualización en el manejo de las tecnologías de comunicación, otras, sobre todo las mas pequeñas, esperan que estos costos sean cubiertos por el mismo empleado, o se limitan a pagarles un modem. Por lo demás, es necesario considerar el costo de un espacio en el hogar dedicado exclusivamente al trabajo, gastos de energía (luz, climatización), amoblamiento, seguros contra accidentes de trabajo, etc. Generalmente se acepta que el empleado gasta menos en transporte, ropas formales y comidas fuera del hogar, lo que compensaría los gastos del trabajo a domicilio, aunque esto no está comprobado todavía.

En cuanto a los seguros, existe actualmente una reglamentación al respecto, aunque esta varía según los diferentes estados. Las compañías de seguros afirman que en caso de accidente, la compensación es cobrada primero por el empleado en cuyo hogar ocurrió el hecho, y luego por el empleador que se beneficia del trabajo, pero muchas áreas aun permanecen en la oscuridad: ¿cómo se comprueba que fue realmente un accidente de trabajo? ¿Qué ocurre si un cliente visita al teletrabajador y resulta herido en su casa? Actualmente las compañías de seguros y las empresas trabajan para poner al día una reglamentación al respecto.

¿El teletrabajo plantea diferencias de género?

La diferencia en la percepción del teletrabajo según el género es otra de las preocupaciones de los investigadores. El teletrabajo tiene la particularidad de borronear las fronteras entre los ámbitos del trabajo y el no trabajo (Wellman et al, 1996). Una alta proporción de los teletrabajadores son mujeres, existe mayor flexibilidad laboral y más trabajo a tiempo parcial, y se acentúa la división entre trabajadores calificados y no calificados. Como ocurre en otras áreas de la vida cotidiana, hombres y mujeres perciben el trabajo en forma diferente, aunque no necesariamente contradictoria.

Las investigaciones realizadas en Estados Unidos y Canadá sugieren que el teletrabajo refuerza la división de género en el hogar porque las teletrabajadoras realizan más trabajo doméstico, incluyendo más horas al cuidado de sus hijos y de la familia en general, que los hombres. Las mujeres evidencian mayores niveles de stress que los hombres, referidos al conflicto entre las demandas laborales y hogareñas y la falta de tiempo para el ocio. Las teletrabajadoras expresan que están satisfechas con el trabajo en casa, posiblemente porque esta fusión de los espacios laboral y doméstico alivia los tironeos entre trabajo y familia y puede mejorar las relaciones familiares (DuBrin, 1988). Por estas razones, las empleadas administrativas que realizan su trabajo por medio de la CMC están en general más orientadas hacia la familia que sus colegas que trabajan físicamente en las oficinas de las empresas.

Pero el teletrabajo no parece ser una solución completa: la fusión de los ámbitos laboral y doméstico puede ser perturbadora y pueden hundir más profundamente a las mujeres en los hogares y limitar sus salidas al exterior (Heck et al, 1995). Las mujeres que trabajan desde sus hogares pasan la misma cantidad de tiempo realizando tareas domesticas, sin importar el status laboral, e numero y edades de los hijos, si trabaja a tiempo parcial o completo o como es la estructura de su familia. Las teletrabajadoras parecen gastar tanto en cuidado de su hijos como las que trabajan en la oficina, y algunas de ellas mas aun (Falconer, 1993). Sin embargo, las madres de hijos mayores pueden trabajar mas cómodamente cuando los niños están en la escuela, con la ventaja de poder recibirlos cuando vuelven a casa y de estar a mano en caso de emergencias.

Los hombres manifiestan mayor grado de satisfacción: los teletrabajadores informan que las relaciones con sus hijos son mejores que las de los padres que trabajan fuera del hogar: disponen de mayor tiempo libre, sufren menos de stress que antes de comenzar a teletrabajar, y juegan mas con sus hijos. Sin embargo, como informa Wellman (1996) en sus investigaciones, las dinámicas de genero son diferentes: "Los hombres perciben el teletrabajo como un privilegio, porque quieren mayor autonomía, y como un beneficio extra, tienen mayor interacción con sus familias. Las mujeres ven al teletrabajo como una solución intermedia, porque las responsabilidades familiares les limitan sus horas de trabajo, y desean horarios flexibles".

El punto de vista de las empresas

¿Cómo perciben las empresas al teletrabajo?

Las empresas ven el teletrabajo como una forma de reducir costos y de incrementar la productividad, pero también como un modo de proporcionar beneficios a sus empleados con bajo costo. En general, las empresas se muestran favorables al teletrabajo. En algunos casos, lo que motiva su implementación es una necesidad perentoria. Por ejemplo, cuando el terremoto de 1994 en Los Angeles destruyo seriamente algunas carreteras y medios de transporte, muchas empresas adoptaron el teletrabajo para mantenerse activas (Ditlea, 1995). Algunos gobiernos metropolitanos lo impulsan como una medida anti-contaminacion ambiental, que les ayuda a cumplir con los requisitos de la Clean Air Act mencionada mas arriba.

Para las empresas medianas y pequeñas la implementación de oficinas hogareñas donde algunos ejecutivos y otros empleados puedan trabajar unos días por semana, unidos a la oficina central por medio de computadoras y otros medios de comunicación, es una alternativa mas entre otras muchas, posibilitadas por la tecnología de información y comunicación. Otras opciones son:

- Centros de servicios remotos para clientes o telecentros, donde los empleados pueden responder las llamadas telefónicas o los e-mails de los clientes desde sus computadoras hogareñas, sin necesitar casi nunca concurrir en persona a la oficina central.

- Telecottages: espacio de recursos comunitarios instalado en zonas rurales, equipado con computadoras, faxes, fotocopiadoras, modems, conexiones a Internet y equipos de videoconferencia. En ellos, los habitantes del lugar pueden aprender a usar los equipos o utilizarlos para trabajar, ya sea para empresas o en tareas comunitarias. Provenientes de los países escandinavos, están promovidos por instituciones locales, en colaboración con empresas, y tienen vocación de ser económicamente autosuficientes.

- Centros de teletrabajo y oficinas satélites, en edificios de la empresa localizados cerca del domicilio de los empleados, para reducir las distancias de viajes cotidianos.

- Oficinas virtuales o móviles, que dependen de computadoras portátiles e instrumentos de comunicación para permitir a los empleados que trabajen en cualquier lugar donde se encuentren, como por ejemplo, en congresos o viajes de negocios.

¿Qué cambios organizacionales se producen? ¿El control sobre los trabajadores se reduce o se incrementa?

En cuanto a los cambios organizacionales, a pesar de que los entusiastas del post-fordismo sugieren que el teletrabajo libera a los trabajadores (Toffler, 1980), la mayor parte de los estudios e investigaciones realizados hasta el presente sostiene la conclusión neo-fordista de que "los altos ejecutivos empresarios mantienen un alto control de la planificación y los recursos, aunque descentralizan las tareas y la ejecución de las decisiones" (Wellman et al, 1996). Las empresas que implementan el teletrabajo para reducir sus costos también incrementan el control sobre la producción de sus trabajadores. Esta estrategia es más efectiva con los empleados administrativos, que en su mayoría son mujeres con hijos pequeños. Cuanto más severas sean las limitaciones y obligaciones personales de los empleados (como el cuidado de niños pequeños, la falta de preparación necesaria para conseguir un empleo mejor, etc.) y menor sea la demanda de trabajadores con sus calificaciones en el mercado, más posibilidades tendrán éstos de ser sometidos a un control más estrecho. De este modo, la cuestión de la libertad laboral es dual: los empresarios incrementan el control sobre los empleados administrativos que optan por el teletrabajo, mientras que los profesionales han ganado mayor autonomía (Simons, 1994).

El impacto divergente del teletrabajo en el control y organización del empleo sigue así la lógica dual dominante en el mercado de trabajo, en el que las estrategias de las empresas determinan su alcance, modalidades y difusión. Si una empresa dispone de un alto número de puestos administrativos y de candidatos suficientemente calificados para ocupar estos puestos, los acuerdos laborales asegurarán un mayor control de la cúpula empresaria. Si por el contrario, requiere de personal altamente calificado y pretende retenerlo en la firma, les proporcionará arreglos laborales más flexibles. Los profesionales obtienen con frecuencia mayor autonomía, flexibilidad, nuevos conocimientos y compromiso con el trabajo, pero como contraparte también poseen mayores incertidumbres sobre sus carreras e ingresos (Wellman et al, 1996).

¿Cuán económico es el teletrabajo?

Se ha demostrado que la oficina instalada en el hogar del teletrabajador es la mas barata entre las opciones descriptas más arriba (telecentros, telecottagges, etc.). Generalmente sólo necesita una pequeña cantidad de hardware y software, además de la adopción de practicas diferentes en la organizacion del trabajo, como los horarios a cumplir, días libres, modalidades de trabajo y de comunicación. La motivaciones de las empresas son fundamentalmente de índole económica: el teletrabajo significa la reducción del espacio de oficinas, energía y otros ítems. Algunas firmas combinan teletrabajo y hoteling, una modalidad que implica que los días en que el trabajador concurre a la oficina, comparte su escritorio y su espacio con otros, a través de un sistema de reservas que asigna lugares los días en que el empleado no trabaja en su casa ni esta en viaje de negocios. Consulting and Audit Canadá (CAC) afirma que apunta a ahorrar $234.000 al implementar este concepto, lo que incluye un piso entero de oficinas (Blodgett, 1996).

Los costos varían según la inversión de la empresa en la oficina hogareña: para algunas, ésta es de alrededor de $150, es decir, el precio de un modem de última generación. Para otras, aumenta considerablemente: la Compaq Computer Corp. de Houston estima que implementar el teletrabajo le costó alrededor de $13.000 por teletrabajador el primer año, incluyendo nuevas computadoras, software y formación, pero que en el segundo año, luego de eliminar el outsourcing de asistentes de oficina, este costo se redujo a $4.000 por empleado (Blodgett, 1996). Otras motivaciones fuertes para los empresarios es retener a los empleados calificados que desean trabajar con mas calma y en mejores condiciones. En cuanto a los aumentos en la productividad, estos son difíciles de medir, de acuerdo a los usuarios del teletrabajo y a los observadores empresarios.

El rol del Estado

¿Es posible aplicar normas y reglas comunes para implantar el teletrabajo en todos los países de bloques como la Comunidad Europea, el Mercosur o el NAFTA?

Lo es, si se pueden efectuar acuerdos entre las diferentes legislaciones laborales nacionales, que incluyen aspectos tales como el pago de impuestos de un teletrabajador que desde su país trabaja para una empresa basada en otro, licencias y vacaciones, seguros, seguros de desempleo, estrategias y políticas fiscales, etc.

¿Qué factores pueden influir para que la introducción del teletrabajo en el mercado laboral de un país tenga éxito?

Algunos de estos factores son los siguientes:

·         Una legislación laboral apropiada.

·         Renovación en la cultura organizacional de empresas e instituciones.

·         Formación continua de los trabajadores en el uso de informática y telecomunicaciones, provista por el Estado o el sector privado.

·         Descenso del costo de las herramientas tecnológicas, acompañado de créditos estatales para su adquisición, preferentemente en articulación con las empresas productoras de tecnología.

·         Cambios en las normativas de uso del suelo, que permitan actividades laborales como el teletrabajo en áreas residenciales.

·         Construcción de nuevos equipamientos urbanos, como telecentros, telecottagges, etc.

·         Provisión de equipamientos que acompañen el teletrabajo en áreas residenciales: guarderías, centros de cuidado de ancianos y niños, comercios, fotocopiadoras, proveedores de insumos informáticos, gimnasios, etc.

¿Cuáles serían las condiciones óptimas que debería recoger una legislación del teletrabajador?

3)Definir el concepto de teletrabajador para establecer el ámbito de aplicación de la legislación incluyendo: -si es asalariado o independiente
-número de horas que debe utilizar para el teletrabajo para ser incluido en la categoría

-propiedad de las herramientas tecnológicas.

2) Establecer el ejercicio de los derechos a la seguridad social suya y de su familia

-seguro por enfermedad o invalidez

-seguro de vida

- jubilación.

3) Responsabilidad por los derechos del teletrabajador incluyendo el 2) y las instancias necesarias de capacitación continua.

4) Protección de la privacidad y la propiedad intelectual

5) Formas de contralor del ejercicio de derechos y deberes

6) Regulación de las relaciones con la OIT y otros organismos sindicales internacionales.

¿Puede el gobierno ayudar a las empresas en su inversión económica tendiente a implantar o ampliar el teletrabajo?

Partiendo de una concepción del Estado que admita aunque sea en una mínima parte entre los cometidos del Estado la regulación de la vida económica, entendemos que hay una serie de aspectos en los cuales se puede colaborar con la implantación del teletrabajo:

·         Aplicación al sector de fondos destinados a la reconversión laboral.

·         Capacitación de recursos humanos a través de los fondos de los seguros de desempleo.

·         Inclusión del tema en las plataformas electorales.

·         Políticas impositivas que favorezcan la adquisición de las herramientas tecnológicas

·         Créditos blandos para el sector.

¿Qué papel deberían jugar las administraciones locales en la implementación del teletrabajo?

La localización no es un elemento excesivamente determinante para el tema del teletrabajo, muchos son los factores que pueden influir:

·         Planificación del uso del suelo para permitir el teletrabajo y las actividades asociadas a él en áreas residenciales

·         Previsión de equipamientos tales como los telecottages.

·         Facilitación de actividades destinadas al intercambio social de los teletrabajadores.

·         Formación de recursos humanos.

·         Medios de transporte para facilitar el acceso del teletrabajador tanto a su lugar de trabajo como a centros médicos, de compras etc.
Servicios de asistencia técnica.

¿El futuro ya llegó?

Una de las inquietudes más frecuentes entre los investigadores del teletrabajo es cómo va a condicionar éste nuestras vidas cuando esté difundido en todo el mundo. El aspecto de las transformaciones en los modos de vida ligadas al teletrabajo tiene varias facetas: los modos de vida cotidianos, el uso del espacio urbano y regional, las posibles soluciones para el desempleo, las funciones de los telecentros o telealdeas, o el papel de los gobiernos locales y regionales en su difusión. Obviamente, sólo se pueden extrapolar las tendencias actuales, pero desde ya se perfilan algunas respuestas tentativas, muestras de un futuro que -tal vez- ya llegó.

Es difícil realizar estimaciones prospectivas sobre la magnitud de la difusión del teletrabajo en el mundo y el tiempo que tomaría este hipotético fenómeno de difusión total. Como se ha explicado más arriba, no todas las áreas laborales pueden utilizar el teletrabajo, ni éste representa una solución óptima para todas las organizaciones, ni todos los países desean o pueden implementarlo en un mediano plazo. En lo que sí se puede pensar es en una difusión amplia en el sector de servicios de los países más desarrollados y en una gran parte de los periféricos. Por otro lado, es necesario tener presente que el teletrabajo por sí mismo no va a condicionar nuestras vidas: lo que provocará los cambios es una combinación de factores sociales, culturales, tecnológicos, económicos y políticos, es decir, la estructura social en la que se inscribirá el teletrabajo.

Algunos de los cambios posibles han sido mencionados a lo largo de este trabajo: mayores posibilidades de acceso al mercado laboral a personas que tienen dificultades para trasladarse físicamente; mayor flexibilidad laboral: un empleado podrá negociar con su empresa si concurre o no a la oficina, o el tiempo que pasará en esta; cambios en al legislación laboral, que deberá ampliarse y flexibilizarse para abarcar las sutilezas de esta forma de trabajo; las organizaciones sindicales deberán crear otras formas asociativas entre sus miembros que no dependan del contacto cotidiano cara a cara; las compañías de seguros laborales deberán también ajustar sus normas y estándares; los municipios y regiones deberán actualizar sus códigos de uso del suelo, al igual que las normativas de construcción, para permitir espacios dedicados al trabajo en áreas residenciales y en conjuntos habitacionales. De hecho, algunos de los efectos más visibles se darán en el uso del espacio urbano y regional.

¿Cuáles serán los impactos del teletrabajo en las ciudades?

Las tecnologías de información y comunicación permiten una creciente disociación entre la proximidad física y el desarrollo de las funciones de la vida cotidiana (Castells, 1996), como el hábitat, el trabajo, el consumo, la educación o la recreación. Alrededor del teletrabajo se han gestado fantasías bucólicas o catastróficas, que varían desde el sueño de elaborar informes mientras se escucha cómo crecen los tulipanes, hasta la desaparición de las ciudades, atomizadas por el aislamiento debido a la evolución de las comunicaciones, tal como lo describió el escritor de ciencia ficción Clifford Simak en los años ´60. Desde hace décadas se ha pronosticado el fin de los centros urbanos, tal como los entendemos actualmente. Si éstos ya no cumplen funciones que necesitan de la concentración física, no tienen por qué existir, argumentan los futurólogos. Sin embargo, los anuncios sobre la disolución de las áreas urbanas parecen estar tan acertados como los que pregonan el fin cercano del capitalismo. Las razones para la convivencia con otros seres humanos son profundamente complejas y las ciudades han continuado existiendo a través de las revoluciones tecnológicas de la historia, aunque han sufrido ciertas transformaciones. De hecho, los centros urbanos son los nodos neurálgicos de la economía global.

¿El teletrabajo causará mutaciones en el uso del espacio o en la forma urbana?

La difusión del teletrabajo, que aparece como una tendencia constante, no implica el fin del trabajo "cara a cara" ni el de los edificios de oficinas, ni de las "cities" de negocios y financieras, pero ciertamente significa una transformación en el uso del espacio urbano para algunas capas de la población: los pequeños empresarios auto-empleados, los profesionales, los empleados altamente calificados y parte de los administrativos. Es muy probable que el trabajo en el hogar, ya sea a tiempo total o parcial, y la implementación de tele-centros en barrios urbanos y suburbios metropolitanos, acompañada por la desconcentración de ciertas funciones, como el funcionamiento bancario, las escuelas y universidades, que siguen la tendencia marcada por la población de ingresos medios y altos que abandonan el centro urbano, favorezca los procesos de desconcentración y suburbanización, agravando los problemas de transporte en lugar de resolverlos. Por otra parte, el tráfico automotor puede intensificarse en los suburbios, aunque sobre distancias más cortas. Es posible que estos suburbios, parte de cuyos habitantes permanecerán en ellos al menos algunos días por semana, dejen de ser barrios-dormitorio y adquieran una nueva vitalidad.

Sin embargo, como plantea Castells (1989,1996), si bien la forma urbana es modificada por las tecnologías de información y comunicación, esta transformación no sigue una pauta única y universal: por el contrario, muestra una considerable variación dependiendo de las estructuras sociales locales y de los contextos económicos, culturales, históricos e institucionales. Por esta razón, el teletrabajo, que puede acentuar la tendencia norteamericana a la suburbanización, no afectará en la misma medida las concentradas ciudades europeas ni las megalópolis latinoamericanas. En las últimas, en las que se desarrollan procesos de suburbanización similares a los norteamericanos, en los que los estratos socioeconómicos medios y altos escapan de los centros urbanos contaminados y violentos, para refugiarse en barrios privados periféricos, relativamente no contaminados y fuertemente vigilados por empresas privadas de seguridad (como en los casos de Buenos Aires, Bogotá, México DF o Caracas), el teletrabajo puede contribuir a agudizar esta tendencia. Aún así, es necesario recordar que no constituye la causa fundamental, sino uno de los elementos posibilitadores.

Los telecentros, telecottages, telealdeas o cualquiera de las variaciones sobre este tema, además de cumplir la función de acoger a teletrabajadores, ¿pueden convertirse en futuras oficinas de empleo?

De hecho, estos equipamientos ya cumplen diversas funciones comunitarias, sobre todo en los países escandinavos: permiten la producción de periódicos locales, las reuniones de asociaciones locales, etc. Dado que el mercado del empleo ya se está anunciando en Internet, puede suponerse con relativa seguridad que los telecentros YA están funcionando como oficinas informales de búsqueda de empleo.

El desarrollo futuro del teletrabajo, ¿depende de la evolución tecnológica?

El desarrollo futuro del teletrabajo depende de un amplio rango de factores. Aunque la tecnología y la planificación jugarán roles importantes, su crecimiento está relacionado ante todo a la voluntad de empleadores y empleados. Una de las preocupaciones más frecuentes de los empleadores es que no pueden vigilar el rendimiento de los teletrabajadores como lo hacen en la oficina, pero ésta disminuirá a medida que puedan verificar cada vez más ejemplos de teletrabajo exitoso, y pasen de monitorear a los empleados a monitorear su producción. Por su parte, los trabajadores expresan prevenciones ante el aislamiento y la falta de contactos socio-laborales, lo que puede alentar el teletrabajo parcial, más que a tiempo completo. Pero si el entusiasmo por el teletrabajo aumenta, tanto por parte de las empresas como por la de los empleados, es probable que estas y otras barreras vayan cayendo (Handy; Mokhtarian, 1995) y que se implementen cada vez mas soluciones como los tele-centros.

Además de las empresas del sector público o privado, ¿qué otros actores sociales pueden influir sobre la difusión del teletrabajo?

Los planificadores urbano-regionales pueden influenciar en cierto grado el desarrollo del teletrabajo. En los países más desarrollados se recurre al teletrabajo como una estrategia para reducir la contaminación del aire, la congestión del tráfico vehicular y los tiempos de viaje. Sin embargo, los efectos son complejos y difieren en el corto y el largo plazo; muchos de los interrogantes sobre el grado exacto en que el teletrabajo puede resolver los problemas de transporte no han sido respondidos hasta ahora (Mokhtarian, Handy, and Salomon, 1994).

El planeamiento del uso del suelo podría impulsar el teletrabajo más directamente. Si se impusieran reglas o se ofrecieran incentivos a los nuevos desarrollos urbanísticos para que provean a sus habitantes de infraestructuras de telecomunicaciones de última generación, se ampliaría el número de tareas factibles de efectuar desde el hogar. El diseño de las casas podría incluir espacios específicos para oficinas hogareñas. Se pueden implementar tele-centros barriales, locales provistos de equipamiento en telecomunicaciones pagado parcialmente por diversas empresas, para ser usados tanto por los teletrabajadores como por organizaciones comunitarias locales. En este último caso, los vecinos tendrían la opción entre trabajar en sus casas, conducir o caminar hasta el tele-centro, lo que eliminaría la temida sensación de aislamiento. También se pueden implementar tele-centros regionales, que servirían a los teletrabajadores en zonas más amplias (Hendy and Mokhtarian, 1995). A su vez, estos nuevos equipamientos urbanos requieren una planificación cuidadosa para localizarlos en los lugares adecuados y adaptar el sistema de transporte local, con el fin de reducir la necesidad de conducir hasta el centro urbano. Actualmente, un número considerable de arquitectos y planificadores urbanos proponen la inclusión de oficinas hogareñas y tele-centros vecinales en áreas residenciales y mixtas.

Los investigadores y planificadores urbanos, así como los decisores municipales, son parcialmente responsables por la forma y el grado de difusión del teletrabajo. Las políticas urbanas que permiten o aceleran el crecimiento de las ciudades hacia sus periferias pueden contrarrestar los beneficios del teletrabajo, a causa de la dependencia del automóvil y de los kilómetros-vehículo asociados a la desconcentración. Por el contrario, las políticas que impulsen un crecimiento más concentrado podrían preservar los beneficios del teletrabajo, a condición de mantener coherencia con el desarrollo regional, lo que requiere de una política regional integrada. También resulta crucial lo que las comunidades rurales o las pequeñas ciudades decidan con respecto al teletrabajo. Algunas pueden implementar tele-centros como una estrategia para el desarrollo económico local, creación de empleos para los vecinos y atracción de nuevos habitantes. Por ejemplo, el pueblo de Oberlin, en Kansas, construyó un centro de telecomunicaciones para proporcionar empleos a sus habitantes y disminuir la emigración de los locales hacia las grandes ciudades. Por otro lado, otros pueblos o ciudades pequeñas pueden preferir desalentar estos desarrollos, con el objeto de conservar sus características locales (o de clase, composición étnica, etc.) y evitar que los habitantes de las ciudades se instalen en ellos.

Planificadores, investigadores y funcionarios municipales tienen un rol importante en la generación y difusión de conocimiento con respecto al teletrabajo. La investigación realizada hasta el presente es insuficiente, sobre todo en los países en desarrollo. Aún se necesitan estudios sobre los alcances del teletrabajo, sus impactos sociales, económicos y espaciales, y sobre cómo redirigirlo en caso necesario. Pero sobre todo, es necesario tener presente que las empresas, los sindicatos y los decisores de políticas laborales son los actores fundamentales en este proceso. La planificación del teletrabajo a nivel urbano es inconcebible sin una articulación con ellos.

¿Qué factores pueden inhibir la difusión del teletrabajo?

Paradójicamente, el planeamiento con respecto al uso del suelo tiende a inhibir el teletrabajo. En algunos casos, las regulaciones locales prohiben a los habitantes trabajar en sus propios hogares. Por absurdo que parezca en la actualidad, en 1985 Chicago prohibió el trabajo en casa si éste implicaba el uso de aparatos electrónicos, incluyendo computadoras (Baer, 1985). Los Angeles, que padece un serio problema de contaminación ambiental, prohibe que se ejerzan profesiones o actividades laborales en las casas en los barrios residenciales, pero permite el teletrabajo (Fanselow, 1992). Actualmente existe un consenso sobre la necesidad de flexibilizar estas reglas y permitir el trabajo en el hogar bajo ciertas condiciones. Normativas que permitan un uso mixto del suelo (residencial - comercial), podrían atraer actividades como correos privados, fotocopias, servicios de fax, proveedores de insumos de computación, sucursales de bancos, guarderías para los niños, tiendas, restaurantes y gimnasios, a las áreas donde residen los teletrabajadores, generalmente los suburbios de las grandes ciudades. Las ventajas derivadas incluirían el incremento de ahorros en el transporte regional (dado que los desplazamientos serían más cortos, y muchos de ellos podrían ser hechos a pie o en bicicleta), así como la disminución de la sensación de aislamiento que se asocia al trabajo en casa en los suburbios.

De todas formas, el mayor factor inhibidor parece encontrarse, por el momento, en las legislaciones laborales vigentes, en los necesarios ajustes que deben ser acordados entre países o bloques de naciones, y en la cultura organizacional de ciertas empresas e instituciones que evalúan el rendimiento del trabajador más por el presentismo que por el producto final.

 

FIN INFORME

 

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