Y Dios miraba
desde el cielo y Su palabra no se escuchaba: "No Matarás",
y Jesús
lloró por su amigo Edgar,
"si hubieras
estado allí, él seguramente no hubiera muerto"
es el reclamo
de nuestro corazón sin fe.
Y Jesús
repite su palabra escasamente escuchada:
"si el grano
de trigo no cae en tierra y muere, no producirá fruto"
y el trigo
llamado Edgar fue sembrado entre lágrimas y llanto,
entre luto
y repulsa, entre impotencias e iras.
Y el amor de
Cristo vence al odio en la verdad de la vida hecha luz,
en la fuerza
de la verdad negada en la mentira,
en la fuerza
de la paz opacada por la guerra.
Y la Resurrección
de Edgar se vuelve liberación,
y su liberación
se vuelve alabanza,
y su alabanza
se vuelve espíritu de eternidad.
Porque Dios
en un Dios de vida y para Él sus hijos no mueren,
y ahora su
palabra es escuchada por Edgar con los oídos de la eternidad
y su palabra
es vista por Edgar con los ojos de la pureza,
y la fiesta
de los santos es más solemne
por la presencia de un santo hermano
cuya misión
de hijo, de hermano, de esposo, de padre y de amigo
hizo creíble
el
mensaje de la fe.
El amor vence al odio y la vida a quienes creen quitar la vida.
Porque la sangre
del hombre bueno derramada,
como la de
Abel, como la de Jesús,
fertiliza
la llegada del nuevo amanecer
para Guatemala
y para el Mundo.