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Puede
que vuelvas a nombrarme con apodos tremebundos como
fue tu costumbre como
yo quise que lo fuera y fue tu
costumbre comadreja
mía, tibio amor cuando
cascaste el huevo y no para comértelo y no
para ver llegar la vida. He
vuelto con la capa hecha un estropajo a
buscar tu foto entre la mugre de este camarín, pero
es invierno en los guardarropas rábano
querido
póker interminable
de cuanto ya no me queda
y sufro
Puede que corrijas
el sueño donde renegaste de mí
donde pisaste andenes percudidos
por la lluvia, difíciles andenes que
te vieron partir sin saber quién fuiste. Puede
que tras el siniestro febrero bostezando a tu puerta fueras
feliz y
nunca terminé de comprenderlo.
Los
tiempos han girado hacia la angustia mi
pequeña gaita finalmente
el público se cansó del número de los conejos, tanto
que hasta creo que los conejos se cansaron del público.
Rogelio Ramos Signes
(Argentina, 1950)
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