Clara Lair:

 

 

PARDO ADONIS  

 

 


De la uva exhausta de mis cinco sentidos exprimo
en tu honor, pardo Adonis, esta gota de vino...
¡Vino de tedio tinto!
¡Hincha a solas el río seco de mi instinto!
¡Hincha y suelta mi río hacia el bosque perdido
de lo desconocido!
El día, pardo Adonis, donde mi tedio estanco,
es todo blanco...
¡Tedio de la blancura, del color sin color...!
¡Por tu cuerpo y la noche, de mis ojos lo arranco!
¡Mis ojos quieren sombra!
¡Mis ojos quieren triste resplandor!
Mi pena quiere alfombra
y cortinaje negro...
Mi pena quiere frente a sí el allegro
de máscara de tu reír sin fondo...
¡Tu risa flor de hiel!
De mi guarda, la raza, fugitiva me escondo,
y un éxtasis mi alma a tu cuerpo le roba...
Éxtasis hondo
de selva de caoba, de canela, de miel...
De la uva exhausta de mis cinco sentidos exprimo
en tu honor, pardo Adonis, esta gota de vino...
¡Mi orgullo rancio en él te doy!
Tú... que quisieras ser lo que yo soy:
¿no adviertes de mi estrella el menoscabo?
Tú... que fuiste mi esclavo:
¿no palpas la carcoma de mi raza?
Tú... a quien yo quemé la piel y di mordaza...
¿no gozas en el rictus de mi alma quebrándose,
el espasmo salvaje de tu alma vengándose? 

Clara Lair nació Cidra, Puerto Rico, en 1894,  y murió en 1976.
Clara pertenecía a la aristocracia feudal de la isla y era sobrina del poeta
Luis Muñoz Rivera, que también era líder máximo del Partido Autonomista
y prima de Luis Muñoz Marín. Veinteañera, emigró con su familia a Nueva York.
Como era previsible, allí publicó su primer libro, Un amor en Nueva York.
Después que en 1934 abandonara los Estados Unidos, tuvo amores con su primo.
 Un amor clandestino, ya que no se lo menciona en ninguna de sus biografías...
Al parecer, todas las semanas, cuando su amante la visitaba,
recibía de éste como preanuncio a su llegada, una rosa blanca.
Como dice Rosario Ferré en un trabajo acerca de su vida,
Clara Lair  también se enamoró de un joven negro, al que dedica el poema
“Pardo Adonis”,  “quien para colmo de la vergüenza de su educación
aristocrática, la abandonó por otra mujer”.
Octogenaria y en total soledad, vivió hasta el final de sus días rodeada
de una docena de gatos...

 

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