Un Hallazgo Internacional
Los grabados de la Cueva de Los Casares fueron descubiertos en 1928 por
Rufo Ramírez, maestro de Riba de Saelices, y su hermano Claudio. Un hallazgo
que pusieron en manos de Layna Serrano, quien hablaba entonces de las
extrañas serpientes enroscadas que se formaban en el suelo.
Finalmente recogió los estudios Juan Cabré, uno de los arqueólogos más
importantes de la época, quien acompañado de su hija, Mª Encarnación Cabré,
realizó los iniciales trabajos de campo y fotografías de los grabados.
Los primeros estudios comenzaron en 1932 y consiguieron que la cueva se
convirtiera en Monumento Nacional en 1934.
El título supuso el nombramiento del primer guía y vigilante de la cueva
Aniceto Foved, abuelo materno del actual guía, y el lanzamiento del yacimiento
a nivel estatal. El descubrimiento tuvo gran eco nacional e internacional,
destacando los artículos que se publicaron en periódicos ingleses y alemanes
de la época.
Al mismo tiempo, algunos de los más
reconocidos arqueólogos europeos como Breuil, Obermaier o Kun llevaron
a cabo investigaciones en las que cada uno exponía sus distintos puntos
de vista sobre la antigüedad en importancia de los gravados. Los primeros
estudios de Juan Cabré situaron los gravados en los períodos Auriñaciense
y Solutrense, lo cual nos remonta a unas fechas que van desde el 30.000
hasta el 25.000 antes de Cristo. Su antigüedad junto a la ubicación
de la cueva, nunca hasta entonces se bahía encontrado este tipo de relieves
en el interior de la península, convirtieron al descubrimiento es un
hallazgo magistral y único.
Incluso hoy en día la cueva pasa por ser la más
importante de las encontradas en la meseta, contando incluso con restos
anteriores a los de las Cuevas de Altamira.
El Decano de Guadalajara, 3 de noviembre de 2000