Lo que fundamenta la cocina zamorana no es, obviamente, la sofisticación de sus recetas
sino más bien el uso de la materia prima de calidad y no adulterada. Siendo como es una provincia
dedicada a la agricultura y ganadería, los productos de la tierra son la base original de su
gastronomía, lo que desde luego garantiza que el comensal que se sienta a la mesa siempre
"sabe lo que come", salvo excepciones.
Lo mismo ocurre con los vinos de la tierra, los de
Toro en especial, francos y de gran personalidad, que no ocultan la calidad del fruto que los
hace diferentes: la uva tinta de Toro. También el queso
zamorano cuenta con señas de identidad
propias, en una tierra donde los rebaños de ovejas casi se funden con el paisaje... Hagamos
pues un recorrido por el rico muestrario que nos ofrece la gastronomía zamorana, sin olvidar
mencionar a su humilde e insustituible acompañante, el pan,
tan delicioso como sorprendentemente variado en estas tierras cerealeras.
Embutidos: nunca faltan en las mesas zamoranas los derivados del cerdo, verdadero pilar de
la cocina local, ya sea en forma de chorizos, lomos, chichas o longanizas, donde el pimentón
hace maravillas como conservante de primera calidad... Constituye un excelente comienzo para
ir abriendo apetito, acompañados de buenos tintos de la tierra.
Legumbres: son productos tradicionales que desde siempre han dado cuerpo a
los mejores platos. Sobre todos los demás destacan los garbanzos de Fuentesaúco,
de gran finura y rápidaa cocción,
con cuya presencia el cocido zamorano resulta inmejorable. Los habones de Sanabria
prestan su delicada consistencia a la Sanantonada,
plato que se completa con morro y costillas de cerdo.
Lentejas y alubias finalizan esta suculenta relación, básica en la cocina tradicional.
El ajo: Tan indispensable en la cocina zamorana que hasta tiene su propia feria por San
Pedro, en junio, cuando la capital llena la avenida de las Tres Cruces de este preciado
elemento. Sin él no se entendería la zamorana sopa de ajo, humilde en sus ingredientes pero
deliciosa y de gran poder reconfortante, que fue desayuno habitual en muchos pueblos. El
ajo participa asimismo en otro típico plato de la tierra, el bacalao al ajoarriero, hecho
con pimentón y aceite, y acompañado de patatas y huevos cocidos.
La huerta zamorana produce también los excelentes espárragos de La Guareña, y la naturaleza
regala otro producto de temporada, las setas, que aquí se preparan con jamón y pimentón.
Carnes: La ternera de Aliste sobresale por su alta calidad y no necesita demasiados
aditamentos en su preparación. Lo mismo puede decirse de la carne sayagesa y la de Sananbria.
Se suelen presentar a la parrilla o en trozos asados conocidos como presas de ternera,
acompañadas de una majada especial.
Los asados constituyen otro capítulo importante en la gastronomía zamorana, en especial
el cabrito, aquí llamado Dios nos libre, y el lechazo de cordero.
El tostón o cochinillo
es otra de las especialidades de la provincia que se encuentra entre las primeras
exportadores de lechones. Las fuentes y hornos de alfar de Pereruela dicen que contribuyen
en buena medida a tan deliciosos resultados.
La caza es otra de las grandes aportaciones a la riqueza gastronómica de Zamora. En
Tierra de Campos se preparan estofados o escabechados los célebres pichones
que se crían en sus bellos palomares, al igual que las codornices y perdices,
que a veces se acompañan con alubias. Liebres y conejos ponen fin a esta
lista de especies cinegéticas que en ocasiones completa el jabalí, tan abundante
en estos montes.
Pescados: sorprende siempre al viajero la estrecha relación de la gastronomía zamorana
con el pescado, en especial la presencia del bacalao en los platos tradicionales. La explicación
está en las rutas de los maragatos que hacían el transporte entre el mar y la meseta y dejaban
aquí su mercancía. Bacalao al ajoarriero, a la Tranca, a lo tío... son ejemplos
de esa influencia. Más extraña aún la constante referencia al pulpo en la cocina de Sanabria,
preparado con pimentón, ajo y aceite, y tan popular en la romerías de la comarca. Lo que sí
aportan los ríos de la zona son las excelentes truchas asalmonadas que nunca faltan
en los restaurantes.
Postres y dulces de monjas: Los obradores de monasterios y conventos de Zamora son
todo dulzura. Destacamos la famosa tarta del Císter de las monjas de Benavente, hecha
con almendras y cubierta con huevo hilado; las pastas y mazapanes del Monasterio de Sancti
Spiritus de Toro y las rosquillas de almendras de las Dueñas de Zamora.
Además están las especialidades de cada lugar, como los feos de Villalpando; los
borrachos y el bollo maimón de Alcañices; los almendrados y
dulces de canela de Villardeciervos; el rebojo o bizcocho zamorano ...
Y en fin la repostería unida a las fiestas del año, como las flores y orejas
de carnaval; las aceitadas de Semana Santa; los buñuelos y huesos
de santo, en noviembre o los amargillos navideños. Cada pueblo y cada casa
mantiene viva la tradición dulcera.
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