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Debido a la larga vida de este barco, con más de un siglo en sus cuadernas, y a los muchos cambios de nacionalidad que sufrió durante todo este tiempo, el Galatea se fue cargando de leyendas e historias nunca probadas. Se llegó a decir que este bergantín-goleta navegó con bandera rusa y, en cierta ocasión, cuando realizaba una larga singladura y se encontraba en alta mar las aguas se volvieron de un color rojo oscuro. Poco después una fantasmagórica aparición se acercó flotando sobre las olas hasta el barco y fue degollando, uno por uno, a todos los tripulantes. Solo quedó con vida un hermoso y grande perro negro que se desvanecería en el aire cuando los tripulantes de otro buque, que acudió en auxilio de nuestro Galatea, se acercaban en su ayuda. Tambien se llegó a contar que, ya en su etapa española, viajaba en algún lugar del barco un fantasma escocés al que se le acusó de ser el causante de innumerables sucesos poco explicables que ocurrieron a bordo. Los hechos que más se repetían por aquel entonces eran los incendios, que surgían por todas partes, hasta que alguien se percató que eran debidos a cortocircuitos muy explicables por el pésimo estado de la instalación electrica. Pero, al margen de leyendas, al Galatea se le recuerda bien todavía en los grandes puertos europeos, norteamericanos y sudamericanos, aunque su presencia tambien fue notable en muchos puntos del litoral español. Un ejemplo claro es Tenerife. Allí, en cierta ocasión, su tripulación acudió rapidamente a sofocar un incendio que amenazaba a un grupo importantes de viviendas de la isla. El fuego fue controlado y como agradecimiento la ciudad de Tenerife, cada vez que arribaba a su puerto el Galatea, organizaba una fiesta popular en su honor.
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