a Andrea Gutiérrez
Tenemos palabras
pero no para la alquimia
de aquello que acontece.
Queda, entonces, a la puerta la furia
en la densa cicatriz de otro día:
No soy lo que querían; y asido
a la caducidad de ese ejercicio,
un cuerpo. Un cuerpo atento al viento
que tiende a doblegarlo.
Memoria quería para hablar,
no Poética; apenas un rumor lácteo:
-Una mujer es siempre tú misma.
Pero ¿quién reina?
Si la madre declina su cetro.
Si la hija bosteza.
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Luz o contraluz. Madre e hija sobre la escena. Nos miramos. Ellas dicen no, las abuelas de otro costal; la harina de apaciguar el hambre con hambre. Mira soy tu hija (entra) mi propia madre devengo amada rueda de barro cocida a otra Nacimiento (así se dibujan las islas del otro lado) -Parto,dice la enviada. No huyo. Este es mi canto. Te amo.
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Las niñas del jardín se hamacan
y soy ese casi recuerdo
balanceándome hoy entre otras
niñas. Amables interiores
donde lo parecido a nada se niega.
Así dibujo en escorzo
el vuelo irrealizable de la mariposa
más allá de sus días: el incendio
que el incienso asiste
y no es escarcha.
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Un ánfora no es el cielo
es la mano de la amada
apaciguando el barro;
el cuerpo de una reina
sin tierra ni estancia.
Oficio de cuerpo quebrado
el de la alfarera,
levantada desde el cieno.
No hay desorden
para ella, sólo trabajo.
Medida del silencio
cuando el cuenco de las manos
rezuma tierra.
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"The trees inside are moving out into the forest..." -Adrienne Rich-
Desde el interior los árboles
parten hacia el bosque,
Adrienne; tú y yo lo sabemos
observando paisajes distintos.
Distintas tonalidades de verde
que crecen tanto en las islas,
como en los jardines.
También conocemos como dialogan
dos mujeres, savias de árboles
diferentes; sabemos Adrienne
que la libertad es sentarse
frente al delta de la vida
y escribir extensas cartas
que no hablan de descubriemientos,
pero sí de la ansiedad
que crece como tus árboles,
como mis rosas; como crece
el cuerpo de la amiga
en la noche de amor.
Escribir árboles, Adrienne,
es decir sobre lo sabio,
sobre lo antiguo
que nos atestigua: dos mujeres
que en diferentes lenguas
se cruzan
hablando de lo que saben.
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