Con ternura te la abría,
Mas tu temor inicial,
Me hizo suponer normal,
Tu queja, porque te hería.
Yo seguí perseverante,
Tú la veías perdida,
Fuí mas tierno que un amanate,
No merecí tu mordida.
Por fin como una gran puerta,
Entre gritos y sofoco,
Molesto por aquel foco,
Rendido quedaste abierto.
Penetré con gran cuidado,
Siempre he tenido talento,
Y haciendome el despistado,
Metí todo el instrumento.
Tu rigidez inicial
Se convirtió en movimiento,
Con ese terrible lamento,
!Me haces daño, animal!
Poco a poco entre dolores
Logré aquello que deseaba,
Tú fingías estertores,
Mas se te chorreaba la baba.
Cuando creí conseguido
Mi objetivo principal,
Me di cuenta que al final,
Aún no cobraba sentido.
Entonces me hice un enredo,
Al ver que no te alcanzaba,
Metí un dedo, el otro dedo,
Pero nada, no llegaba.
Toda una mano, ya vez,
Tampoco fue suficiente,
Si no fuera tan decente,
Te hubiera metido los pies.
Las fuerzas se me escapaban,
Y tú no me dabas respiro,
Las piernas flojas temblaban,
No permitías el retiro.
Saque los dedos, la mano,
Tú perdías el aliento,
Te retorcías cual gusano,
Y no salía el instrumento.
Tanto que costo meterlo,
Y ahora no podía sacarlo,
Te juro que temí perderlo,
¿Nadie volverá a chuparlo?
Y en el último momento,
(De fondo un grito ahogado),
Salio todo el instrumento,
Babobo y ensangrentado.
Respiraste satisfecho,
Mi suspiro fue mas vago,
Me miraste con reproche,
Sin pensar en mi lumbago.
Se que estás adolorido,
Mas te vas, corre que vuela,
Parecías agradecido,
¡Por fin te he sacado la muela!