El presente perfecto

de CARLOS OLMOS

La acción:
En el jardín botánico de una escuela preparatoria provinciana.

Escenografía:

Es un jardín botánico con una gran variedad de plantas tropicales.
Todas están clasificadas con pequeños letreros amarillos en los que apenas alcanzamos a distinguir el nombre científico de las plantas.
En el lateral izquierdo hay una banca de hierro pintada de blanco. Junto a ésta, un farol colonial.
Vemos dos faroles más que se iluminarán  en su momento.
Al fondo, casi junto a la reja de entrada, un inmenso árbol de ceiba
En el lateral derecho, segundo plano, un letrero muy grande que dice:
DEMUESTRE SU AMOR A LA NATURALEZA NO ARROJANDO BASURA EN ESTE JARDÍN.
El piso, casi en su totalidad, está cubierto por hojas y basura.
El rumor de una caída de agua se escucha a lo lejos mezclado con el canto de los pájaros.

LADOS:
Los del actor.

Momentos antes de abrir el telón, escuchamos los primeros compases del VALS POÉTICO, de Villanueva.
Luces para situar a Arturo sentado en la banca y leyendo un libro.
Es un adolescente de apariencia distinguida.
Sobre el respaldo de la banca está una vieja escoba de palma.
Arturo, nervioso, trata de concentrarse en la lectura pero es evidente que no lo logra.
Afuera, en la calle, escuchamos de vez en cuando el sonido de los automóviles que pasan.
Al escuchar que alguien viene, Arturo deja el libro sobre la banca y se levanta rápidamente.
Se sorprende al ver llegar a Gabriel.
Arturo vuelve a la banca fingiendo naturalidad.
Gabriel observa el lugar. Se detiene unos segundos viendo a Arturo y después sale.
Arturo, inquieto, se levanta, busca y vuelve a sentarse cada vez más impaciente.
La música desaparece lentamente y ahora entra Ismael.


ISMAEL: Nomás pude cortar dos.

(Ismael le arroja uno de los mangos que trae en la mano. Arturo coge el mango mientras le dice:)

ARTURO: ¿No será que es otro cliente?
ISMAEL: A lo mejor. Aunque no creo. No se me hizo conocido
ARTURO: Y ahora, ¿qué hacemos?
ISMAEL: Pues esperar...
ARTURO: ¿Tú crees que acepte?
ISMAEL: ¿Por qué no? Si vamos a pagarle...
ARTURO: Pero yo no tengo tanta confianza con él.
ISMAEL: Pero yo sí.
ARTURO: ¿De veras son suecas?
ISMAEL: Al menos son güeras... ¿y están buenísimas! Como para llevártelas a tu casa...
ARTURO: ¡Pues ándale! ¡Habla con él de una vez!
ISMAEL: ¿Delante de ese tipo?
ARTURO: Es que ya me anda por echarles un ojo.
ISMAEL: A mí también. Pero no puedo hablar de eso delante de alguien que no conozco. ¿Por qué no vas a comprar sal? ¿No se te antoja ponerle sal a los mangos?
ARTURO: A mi lo que se  me antoja es lo otro.
ISMAEL:  Sí, se nota que andas cachondo pero no comas ansias. En cuanto se desocupe hablaré con él. Y como ya sabes que con dinero baila el perro...
ARTURO: Quedamos en que tú me ibas a invitar.
ISMAEL: ¿Me viste cara de rico?
ARTURO: Yo no soy millonario, Ismael. Y deberías ser más parejo. Todo quieres que te lo pague yo.

(Saca un billete y se lo da.)

ISMAEL: Pero toma en cuenta todo lo que te he enseñado. Cuando llegaste a la escuela ni siquiera sabias cotorrear a las mujeres. Y en los burdeles te ponías hasta rojo cuando te hablaban las putas.
ARTURO: Bueno, yo creo que al principio a cualquiera le pasa eso.
ISMAEL: ¿A cualquiera? ¿Tu crees que yo fui como tú?
ARTURO: A ti te educaron de otra forma.
ISMAEL: Por lo menos nunca estuve encerrado con lo curas pagando mensualidades. ¿Y qué aprendiste? A ver, ¿qué aprendiste?
ARTURO: Ahora tampoco estoy aprendiendo mucho que digamos. por que con tus famosas huelgas...
ISMAEL: ¡Ése es un rollo aparte! Lo que quiero es que me entiendas que tu papá hizo bien en cambiarte a nuestra escuela. Porque en el otro colegio a lo mejor terminas hecho un santo... o un maricón.
ARTURO: ¡A mí si me gustan las viejas!
ISMAEL: Sí. Y ya me dijiste cuáles. ¡Las güeras y las nalgonas! ¡No te enojes, hombre! Si nomás te lo digo por joder... ¿Vas por la sal?
ARTURO: Con tal de no seguir oyendo tus pendejadas...

(Arturo sale del jardín y ahora Ismael, sin dejar de reír y con actitud natural, recoge una piedra y la arroja contra un árbol que no alcanzamos a ver.
Algunos pájaros se asustan y emprenden el vuelo. Ismael busca otra piedra pero en ese momento entra don Chano.
Es un viejo de complexión robusta y aspecto bonachón.
Sus ropas y el descuido que muestra en su persona lo hacen parecer como un hombre en completo estado de abandono.)

D. CHANO: ¡Óyeme! A ver si tienes más respeto...
ISMAEL: ¿También le pagan por cuidar lo nidos?
D. CHANO: No lo digo por eso sino por la pedrada. Por poco y me rompes la cabeza.
ISMAEL: No exagere, don Chano. Usted me dijo que podíamos cortar mangos.
D. CHANO: Sí pero no abuses. Tengo órdenes de...
ISMAEL: Párele, párele, ya lo sabemos. Sólo que mientras lo esperábamos... a propósito... ¿con quién estaba platicando?
D. CHANO: Lo mismo debería preguntarte yo de ese güerito que trajiste hoy. Nunca lo he visto por aquí.
ISMAEL: Tiene poco en la escuela. Este año acaba de entrar. Estaba con los curas pero como reprobó...

(Don Chano hace una seña con la mano indicando dinero. Ismael asiente y ríe. )

Humjum... tiene lana. Su papá es primo del gobernador. ¿No lo conoce? Es el licenciado Marín.
D. CHANO: Las gentes como yo nunca conocemos a los gobernadores. Y mucho menos a la parentela.
ISMAEL: Arturo es buen compañero y como yo soy un pobre prángana, pues... me conviene andar con él, ¿no cree?
D. CHANO: Haces bien. La vida está muy fregada, m'ijo y hay que saber aprovecharlas buenas amistades.
ISMAEL: ¡Claro! Algún día Arturo puede darme la mano como se la estoy dando yo.
D. CHANO: ¿Tú? ¿Y en qué podrías ayudarlo tú?
ISMAEL: Se fue bien enojado porque le estuve diciendo sus verdades. Pero tengo razón. Ni siquiera sabe fajar a las viejas...
D. CHANO: ¿Y tú si?
ISMAEL: En la escuela tengo fama.
D. CHANO: ¡Será de alborotador! ¡Ahí tienes! ¿No que venían a estudiar?
ISMAEL: Pero a estudiar anatomía, don Chano...

(Don Chano lo ve. Parece comprender algo. Después de una pausa, comienza a barrer el jardín.)

D. CHANO: Esta gente no entiende, de veras. Es tan puerca... ¡Mira, mira! ¡Basura por todas partes! Cáscaras de mandarina, papeles, colillas...
ISMAEL: Es natural, don Chano. si se vienen a dar su vuelta, pues...
D. CHANO: ¡Todos los lunes es la misma cosa! ¡Parecen animales, en serio!
ISMAEL: ¿Y cómo estuvo ayer? ¿Se puso bueno?
D. CHANO: Para los que agarran esto como basurero, tal vez. No sé cómo permiten que hasta se pueda comer aquí. ¡Mira! ¿Qué les cuesta echar todo esto a la basura? ¡Pero no! ¡Uno tiene que sobarse el lomo, carajo!
ISMAEL: ¿Puedo cortar otros mangos?
D. CHANO: ¿Qué no te aburres de estar come y come? El mango verde es muy malo, hijo. Te va a dar un dolor de estómago...
ISMAEL: ¡Ideas que tienen los viejos! También decían que la sal "cortaba" la sangre y... ¡Bueno! ¡Este ya se tardó mucho! Lo mandé a comprar sal.
D. CHANO: ¿Lo mandaste?
ISMAEL: Hey... Arturo me obedece. Todos me obedecen en la escuela.
D. CHANO: Pero aquí no estamos en la escuela sino en un jardín botánico lleno de porquería. ¡Todo el santo día me la he pasado barriendo!

(Se detiene. Saca una botellita de alcohol de una de las bolsas del pantalón. La lleva a sus labios y bebe con naturalidad. Es algo muy habitual en él. Ismael no se sorprende de esto. Avanza hasta el viejo y sonriendo con intención le dice:)

ISMAEL: ¿Entonces qué, don Chano? ¿Podríamos empezar la clase?
D. CHANO: ¿La clase? ¿Cuál?
ISMAEL: La que tomamos allá en la caseta...
D. CHANO: (Malicioso) Eso sí que "corta" la sangre, ¿eh? ¿Quieres verlas otra vez? Te advierto que son las mismas.
ISMAEL: No importa, ¿sabe? Es por mi amigo.
Dn CHANO: ¿Amigo? ¡Peso en la bolsa, Ismael! ¡Tú mismo me lo dijiste!
ISMAEL: Pero no quise dar a entender que no le tuviera afecto.
D. CHANO: Y haces muy bien en tenérselo porque después ya es muy difícil. A mi edad, por ejemplo, ya no se hacen amistades. Pero en la tuya sí... en la tuya sí...
ISMAEL: No se ponga filosófico, don Chano.
D. CHANO: Algún día cargarás sobre la espalda los años que cargo yo y entonces... entonces comprenderás por qué te digo todo esto.
ISMAEL: Cuando tenga su edad no voy a estar cuidando jardines ni preocupandome por la basura. Yo estoy hecho para otra cosa. ¿Vamos a la caseta? (Pausa breve) Le vamos a pagar bien, don Chano, se lo juro...
D. CHANO: A ti te tengo confianza, pero a ése... ¿qué tal si lo saben en la escuela?
ISMAEL: No dirá nada. Yo me lo sé controlar.
D. CHANO: Te lo digo porque la maestra dice que nomás ando envenenando a los muchachos.
ISMAEL: ¿La maestra? ¿Cuál de todas?

(Arturo regresa y le da a Ismael un terrón de sal envuelto en papel.)

ARTURO: Toma. La gorda del estanquillo no me quiso vender y tuve que ir hasta la otra esquina. ¿Le dijiste?
ISMAEL: ¡Claro! (A don Chano) ¿A que horas nos vamos?
D. CHANO: Cuando termine.
ARTURO: Pero... ¿hasta que barra todo esto?
D. CHANO: No te preocupes, güerito. Lo bueno de mis mujeres es que saben esperar.
ARTURO: Pues ojalá y así nos esperara el famoso examen...
ISMAEL: Con la huelga tenemos tiempo de sobra para ponernos al corriente.
D. CHANO: (A Ismael) Yo veo muy mal que te andes metiendo en esos líos.
ARTURO: Yo también le digo lo mismo. Mi papá dice que sin huelga o con ella yo debo de pasar este año. Y tiene razón. Si quiero largarme a México, pues... debo estudiar muy duro.
ISMAEL: Estudia. ¿Quién te lo impide?
ARTURO: Las suecas...
D. CHANO: Con eso chitón boca, ¿eh?
ARTURO: Ismael ya me dijo que...
D. CHANO: ¿También te dijo el precio?
ISMAEL: Yo le voy a pagar.

(Un automóvil se detiene frente al jardín. Don Chano, nervioso, cambia su actitud.)

D. CHANO: Después... después te cobro.
ISMAEL: ¿Y ora? ¿No que siempre por adelantado?
D. CHANO: Será mejor que me esperen en la alberca.
ARTURO: Yo no pienso bañarme.
D. CHANO: Está limpia. Ayer cambiaron el agua.
ISMAEL: Pero éste no se da remojones en albercas públicas. Dice que le dan asco.
ARTURO: Lo que pasa es que el agua de esta alberca apesta mucho.
ISMAEL: A ver qué día me llevas donde se bañan los apretados, ¿no? De seguro huele a rosas...
ARTURO: Si quieres venir, tendrás que comprarte un traje. Porque en mi club no los alquilan
ISMAEL: ¡Yo no tengo por qué alquilar nada! ¡A mi no me da pena bañarme desnudo como a ti!
D. CHANO: Bueno, bueno, no quiero discusiones. Váyanse y cuando vean que abro la caseta, disimuladamente me siguen...


Parte dos
Poetas

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