El presente perfecto

de CARLOS OLMOS

parte 4

(Una pausa. Gabriel la interroga profundamente con la mirada pero Alba gira dándole la espalda al ver que don Chano ha llegado hasta ellos. Trae puesta una de las camisas.)

D. CHANO: Me la puse de una vez. ¿Qué tal me queda?
GABRIEL: Muy bien.
ALBA: Si no fuera por la maestra, de seguro andaría desnudo. ¿Porque yo de dónde voy a sacar dinero para comprar cosas tan finas?
GABRIEL: Ya le dije: dentro de poco tendrá una ayuda.
D. CHANO: Muchas gracias, ingeniero. no hallo cómo agradecérselo.
GABRIEL: A la maestra no le he dicho nada, pero...
D. CHANO: (A Alba) ¿Se acuerda que se lo comenté? ¡Pues es cierto! ¡El inge me dará una chamba en la escuela!

(Alba se sorprende y ve a Gabriel con azoro.)

D. CHANO: (Justificándose) Ya le dije que no tengo instrucción, pero para hacer la limpieza no hay quien me gane...
ALBA: ¿Trabajar? ¿En la escuela?
GABRIEL: ¿Y por qué no?
ALBA: ¡Usted no puede prometer nada! ¡Aún no es el director!
GABRIEL: ¡Lo seré!
ALBA: ¿Tan seguro está?
GABRIEL: ¡Completamente!
ALBA: ¿Y los alumnos? ¿No cuentan?
D. CHANO: ¡Ésos son nomás pretexto pa'no estudiar!
ALBA: ¡Usted no se meta!

(Hay una reacción de vergüenza en don Chano. Gabriel va hacia él y lo toma por un brazo bajando la voz.)

GABRIEL: Es mejor que nos deje solos.
ALBA: (A don Chano) Perdóneme. Estoy muy nerviosa.
D. CHANO: Yo sé que siempre defiende a los muchachos, pero...
ALBA: Apoyo lo que me parece justo.
GABRIEL: ¿Manipulándolos?
ALBA: Debo irme. Es muy tarde.
GABRIEL: Espérese. ¿No le gustaría conocer a Yoli?
ALBA: Después.
GABRIEL: Quédese.
ALBA: ¿Por ella?
GABRIEL: Por mí.

(Gabriel se vuelve a don Chano.)

GABRIEL: ¿Y los muchachos? ¿Siguen en la alberca?
D. CHANO: Nomás el Ismael. Y de ahí nadie lo saca hasta que dan las seis. Les digo, según ellos vienen a estudiar, pero...
GABRIEL: Marín me dijo que están en exámenes.
ALBA: Los suspendieron.
GABRIEL: ¿Por la huelga?
D. CHANO: ¡O porque no saben nada de nada!
ALBA: Están esperando que se resuelva el conflicto para reanudar las pruebas.
GABRIEL: Pues no tarda en resolverse. Hablaré con ellos.
D. CHANO: ¿Quiere que se los traiga, ingeniero?
ALBA: Puede complicar las cosas, Castillo.
GABRIEL: O resolverlas.
ALBA: En la escuela hay un maestro que tiene méritos suficientes.
GABRIEL: ¡Yo también los tengo!
ALBA: ¡Ellos no lo conocen!
GABRIEL: ¡Pero usted sí! (A don Chano) ¡Vaya por ellos!
D. CHANO: Con mucho gusto, ingeniero. Ya sabe que estoy para servirle.

(Don Chano sale rápidamente. Alba y Gabriel se ven como midiendo sus fuerzas.)

ALBA: ¿Para eso me citó?
GABRIEL: Pensé que estaríamos solos. Pero ahora, pues... hay que aprovechar las circunstancias.
ALBA: ¡Pero es que ignora...!
GABRIEL: ¡Muchas cosas!

(Gabriel la toma por un brazo con violencia.)

GABRIEL: ¿Qué fue lo que viste?

(Alba da un manotazo retirándose de Gabriel.)

ALBA: ¡No voy a permitir que me trate así! ¡No tiene por qué tutearme y mucho menos darme órdenes!
GABRIEL: Estamos solos. Y después de lo que ha pasado entre nosotros...
ALBA: ¡Lo que ha pasado entre nosotros no lo pude olvidar nunca! ¡Desde aquella tarde que decidí seguirlos para confirmar mis sospechas!
GABRIEL: (Después de una pausa) ¿Por qué nunca me hablaste de eso?
ALBA: ¡Por vergüenza! Pero una tarde... los vi. A usted y al otro... aquí... en este mismo jardín.

(Gabriel trata de ocultar su sobresalto. Saca otro cigarrillo y lo enciende. Alba habla muy exaltadamente y en ocasiones se atropella pero jamás recurre a matices melodramáticos; el ritmo y los acentos de su monólogo remiten a un frenesí neurótico pero nunca al lirismo.)

ALBA: Yo sabía que después de clases ustedes dos veían aquí. No sé por qué lo hice pero al salir de la escuela subí al coche. Y al llegar vi el jardín bajo la lluvia. Dudé en bajar aunque tenía la certeza de que los encontraría. Salí del coche... corrí hasta la caseta y al entrar... no encontré a nadie. Luego supe que don Chano... por la lluvia... se había quedado al fondo del jardín. Sentí frío. Un frío horrible. Busqué algo para cubrirme y me acerqué al camastro. Y allí... sobre la colcha... estaban las revistas. Empecé a entender... ¡Dios mío! tuve deseos de huir. Pero de repente, no sé cómo, al acercarme a la ventana... no pude creerlo: allí... en el borde de la alberca... dos muchachos desnudos. (Breve pausa) Dos Hombres. (Otra pausa breve) Y uno de ellos en el lugar que sólo puede ocupar una mujer. No sé cuánto tiempo estuve así, inmóvil, paralizada frente a la ventana. Sólo recuerdo el ruido de la lluvia y los dos cuerpos que poco a poco comenzaron a distorsionarse entre mis lágrimas. Después... volví a casa y ya no fui la misma. Me sentía distinta. Transformada. Algo había comenzado a crecer en mí... algo que hasta aquella tarde había permanecido profundamente oculto. Y ese "algo" me llevó hasta la casa de su amigo. No para buscar su salvación, Gabriel, sino para encontrar la mía. Porque al salir de aquí, descubrí de golpe que te deseaba...

(Se escucha al murmullo de los jóvenes aproximándose. Alba parece salir de su aturdimiento y dice visiblemente alterada:)

¡Ya vienen! ¡Pídales que se vayan! ¡Por favor! ¡Que se vayan!

(En este momento entran Ismael, Arturo y don Chano. Ismael viene en traje de baño. todo su cuerpo está mojado.
Arturo trae la camisa desabotonada y don Chano avanza hacia Gabriel al tiempo que le dice:)


D. CHANO: Ellos ya saben quién es usted, inge. Los acabo de poner al tanto.
GABRIEL: Miren, muchachos, se trata de la escuela. ¿Nunca les habló de mí la maestra Alba?
ALBA: No tenía por qué hacerlo.
GABRIEL: Si un ex alumno regresa...
ALBA: (Rápida) Nos informaron que habría un cambio en la dirección. Últimamente todo andaba muy mal, es cierto, pero
ARTURO: Sobre todo con los maestros.
ALBA: ¡Por favor, Marín! ¡No interrumpa cuando yo esté hablando!

(Arturo le sonríe a Gabriel evidentemente apenado. Alba avanza a primer plano.)

ALBA: Hace unos días recibimos un oficio. Y cuando vi su nombre...
GABRIEL: ¿No le dio gusto?
ALBA: Para serle sincera, pues... nunca pensé que se tratara de la misma persona. Es decir... Bueno, ¿no cree que estos asuntos deberían tratarse en otro lado?
GABRIEL: La escuela está cerrada. Y mientras no me aclaren por qué han llegado a la huelga...
D. CHANO: ¡Por no estudiar!
GABRIEL: ¿Tú qué dices, Ismael?
D. CHANO: ¡Éstos nomás quieren pretextos!
ALBA: ¿Cómo que pretextos? ¡Los muchachos tienen razón!
D. CHANO: ¿Y los padres qué?
ISMAEL: Usted no tiene hijos.
GABRIEL: Claro que sí. Yo conozco a...
D. CHANO: No, no, ingeniero. No se lo quise decir cuando platicamos porque, ¿pa'qué avivar los malos recuerdos? Si Dios me lo quitó, ni modo que me ponga a pelear con Él, ¿no cree?
GABRIEL: ¿Cuándo fue eso?
D. CHANO: Poquito después de haberse ido usted. Ahora tendría su edad más o menos y yo... no andaría con una mano adelante y la otra atrás. Pero me lo mataron. En una cantina. Que dizque porque le faltó al respeto a un periodista. Ya sabe cómo son esas gentes. Claro, ningún periódico dijo nada. El tipo movió palancas y por a'i anda tan tranquilo. Yo se lo dejo a Dios
. Y si Él dispuso llevárselo, pues... ¿qué va uno a hacerle? Pero el Matías era un buen hijo! hubiera hecho cualquier cosa con tal de que estudiara. Hasta mandarlo a la capital y verlo regresar así... así como usted, inge...
ALBA: No todos tienen esa suerte, don Chano.

(Don Chano se encoge de hombros y se retira del grupo. Sin que nadie lo vea, da la espalda y vuelve a sacar la botella de la bolsa del pantalón.)


Parte cinco
Poetas

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