El presente perfecto
de CARLOS OLMOS
parte
5
GABRIEL: Creo que la
suerte no tiene nada qué ver en esto. cuando me
ofrecieron la dirección...
ALBA: ¿Quién se la ofreció? ¿Su suegro?
GABRIEL: (A los jóvenes) La maestra Alba tiene
una opinión muy rara acerca de mí. Sigue pensando que
todavía soy un muchacho.
ALBA: A los treinta años es muy difícil que...
GABRIEL: A los treinta años ya tengo una carrera y he
sido maestro en la capital.
ALBA: ¡Pues no lo entiendo! ¡En la provincia nadie
tiene futuro!
GABRIEL: Eso es muy discutible.
ALBA: ¡Todos se estancan, se conforman con tan poco...!
GABRIEL: No estoy de acuerdo.
ALBA: ¡Porque no tiene mi edad! Créamelo. Es como si
uno viviera siempre en el pasado... sin esperar nada,
absolutamente nada.
GABRIEL: Si los jóvenes pensaran así...
ALBA: Es que... ¡Es tan extraño! ¿Ha regresado
únicamente por la escuela?
GABRIEL: ¿Y por qué otra razón podría estar aquí?
ALBA: Es lo que yo me pregunto.
GABRIEL: Si las cosas andan mal, francamente creo que yo
podría mejorarlas. (A los jóvenes) Hay muchos
planes, reformaremos el programa, aumentarán el
presupuesto, podremos emplear a otros maestros...
ARTURO: ¿Y los que ya están? ¿Van a correrlos?
GABRIEL: Bueno, no he dicho eso.
ALBA: Se entendió así.
GABRIEL: (A los jóvenes) Aunque muchos de ellos
cobren sin hacer nada...
ALBA: No es mi caso.
GABRIEL: Claro que no. Si hay alguien que realmente se
preocupa por enseñar...
ISMAEL: ¡Es la maestra! Y perdonen que yo me meta pero
para mí que la bronca es otra.
ARTURO: (A Gabriel) Pero lo que dijo es cierto.
Algunos maestros...
ISMAEL: ¡Tú cállate!
ARTURO: Bueno, ¿qué no tengo derecho a hablar?
ISMAEL: ¡No estás al corriente de muchas ondas!
ARTURO: ¡Porque a nadie se le entiende! Primero dicen
una cosa; luego otra...
ISMAEL: ¡Nunca vas a las juntas! ¡Ni siquiera te das
una vuelta por la escuela!
ARTURO: ¿Para qué? ¡Tú haces y deshaces y luego...!
ISMAEL: ¡Es mi obligación! ¡Respeto a mis compañeros!
ALBA: (Reconviniéndolo) Cisneros...
ISMAEL: ¡Es la neta, maestra! ¡A mí sí me interesa
ganar esta lucha!
ARTURO: ¡Entonces comienza por hablar de los maestros!
¡La mayoría no sirve para nada!
ALBA: Es una acusación muy seria, Marín.
GABRIEL: Aquí nadie acusa a nadie. Sé que quieren como
director a un maestro de ética, ¿o no?
ISMAEL: ¡Sí! ¿Y qué?
GABRIEL: Desgraciadamente, la escuela está orientada
hacia carreras técnicas.
ALBA: ¿Y por eso vamos a descuidar la formación
humanista de los alumnos?
GABRIEL: Por supuesto que no. Pero si se pone a pensar,
lo que se ha descuidado es el aspecto profesional.
ALBA: ¡Es una preparatoria y no una escuela superior!
ISMAEL: Y nosotros pensamos que un director de prepa,
pues... debe saber algo de pedagogía, ¿no?
GABRIEL: ¿Qué quieres decir con eso?
ISMAEL: Pues... que debe conocer esas cuestiones de la
enseñanza.
GABRIEL: ¿Cuántos años tienes, Ismael?
ISMAEL: Diez y nueve.
ARTURO: ¡No es cierto! ¡Si yo soy menor que tú!
ISMAEL: ¿Y eso qué?
GABRIEL: A esa edad, yo tampoco sabía lo que decía.
ALBA: Pero Cisneros ha dicho una gran verdad.
GABRIEL: (A Ismael) ¿Cuándo sales de la
escuela?
ISMAEL: Todavía falta mucho.
ARTURO: ¡Claro! Y si te vuelven a reprobar...
ISMAEL: ¡Ya el maestro Borraz me prometió...!
(Ismael se interrumpe. Comprende que ha dicho algo
inconveniente. Un automóvil se detiene frente al
jardín.)
GABRIEL: ¿El maestro Borraz? ¿Quién es él?
ARTURO: El que nos da Ética.
(Ahora escuchamos el sonido del claxon. Don Chano
deja de barrer y desaparece unos momentos detrás de la
puerta.)
GABRIEL: ¿Lleva poco tiempo en la escuela?
ALBA: Como seis años.
GABRIEL: Con razón no lo conozco.
ALBA: ¿Y entonces por qué habló de él? ¿Cómo supo
que los muchachos lo apoyan?
ARTURO: Se lo dije yo... cuando platicamos en la alberca
ALBA: Y si le habló de todo, ¿por qué no le dijo que
se trataba del profesor Borraz?
ARTURO: Bueno... Ismael y yo creímos que el ingeniero
era enviado del gobierno.
ALBA: Y así es en cierto modo.
D. CHANO: (Gritando desde la puerta) ¡Inge, su
señora acaba de llegar!
(Alba se sobresalta. Gabriel ve su reloj, se vuelve
hacia don Chano que ahora llega hasta ellos.)
GABRIEL: (A Alba) Creo que se adelantó. No me
tardo muchachos...
D. CHANO: (A Alba) Si viera qué chula es la
esposa del ingeniero, maestra. (A Gabriel) ¿Por
qué no la invita a pasar?
GABRIEL: (Alejándose y sin que lo veamos) ¡A
ver si quiere!
D. CHANO: (A los jóvenes) Ya verán, ya verán
qué linda es la directora.
(Ríe y sale tras de Gabriel. Hay una breve pausa.
Alba los ve alejarse.)
ISMAEL: Bueno, pues... yo creo que nosotros nos vamos.
ALBA: ¿No quieren un aventón? Voy al centro. ¿Qué les
pareció el ingeniero?
ISMAEL: ¿Cree que se quede en la escuela?
ALBA: No sé. Eso lo decidirán ustedes.
ARTURO: Pero si el nombramiento vino desde arriba...
ISMAEL: ¡No importa! Nosotros no permitiremos que nos
impongan a nadie.
ARTURO: Eso dices.
ALBA: La mayoría de los alumnos apoyan al maestro
Borraz, Marín.
ISMAEL: Y los maestros también. Usted, por ejemplo...
ALBA: (Tajante) No quiero malos entendidos,
Cisneros. Después de todo, Castillo fue mi alumno.
ISMAEL: ¿Y eso qué? ¿No que lo importante es la
escuela?
ARTURO: Aunque muchos están muy contentos con la huelga.
ALBA: ¿También usted?
ARTURO: Sea quien sea el director me da lo mismo.
ISMAEL: ¡Porque no te importa el nombre de la escuela!
Tu papá te tiene castigado, ¿no? (A Alba) Como
siempre ha estado en colegios particulares...
ARTURO: Bueno, ¿qué te traes, eh? ¡Yo no tengo la
culpa de que mi familia tenga dinero. Lo que pasa es que
nunca le encontré sentido a tu huelga.
ALBA: Pero lo tiene.
ARTURO: Total, conque alguno de los dos se quedara como
subdirector se arreglaría todo.
ALBA: (Ríe) ¡Qué formidable solución! Si
Gabriel lo oyera...
ISMAEL: ¿Quién?
ALBA: El ingeniero. (A Arturo, en tono natural)
¿De qué hablaron en la alberca?
ARTURO: Me hizo muchas preguntas.
ALBA: ¿Si? ¿Sobre qué?
ARTURO:. De la escuela, de los maestros... y luego me
dijo que yo me parecía mucho a un amigo que él tuvo.
ALBA: Nunca le conocí a ninguno. Era un joven retraído,
muy tímido. Ni siquiera se le vio con novia.
ISMAEL: (A Arturo) ¿Ya ves, hijín? Todavía
hay chance de que te compongas.
ALBA: ¿Por qué dice eso?
ISMAEL: Arturo es retemiedoso con las mujeres.
ARTURO:. ¡Ya te dije que las chavas me gustan! Lo que
pasa es que... no sé... son algo tontas y eso es
distinto a...
ALBA: Claro que es distinto. No quise decir que el
ingeniero Castillo le tuviera miedo a las mujeres. Le
repito Cisneros, no quiero malos entendidos y eso debe
quedar claro con respecto al problema de la escuela.
ISMAEL: Bueno, si entendí mal...
ALBA: Me parece que sí.
ISMAEL: Nunca he "trasquiversado" sus consejos.
ALBA: Le he dicho mil veces que se dice tergiversar...
ARTURO:. ¿Cuáles consejos, Ismael?
ALBA: (Rápida) ¿Nos vamos?
ISMAEL: (A Arturo) Acompáñame. (A Alba)
Voy a cambiarme.
ALBA: ¿A la caseta?
ISMAEL: (Turbado, después de una pausa) Don
Chano me alquiló el traje.
ALBA: ¿Sólo eso?
(Entra don Chano.
Alba lo ve. Hay una pausa. Ahora se vuelve a los
jóvenes.)
ALBA: Tengan cuidado. A veces hay gentes que se
aprovechan de nuestros deseos. Vayan por la ropa, aquí
los espero.
(Los jóvenes, turbados y apenados, salen de escena.)
ALBA: (A don Chano) Tal vez no lo entienda. Pero
la mirada de los jóvenes no debe detenerse en la basura.
D. CHANO: No... no lo entiendo... ¿De qué me está
hablando?
ALBA: ¡De las revistas!
(Entra Gabriel. Fuma con tranquilidad y observa a
Alba con sonrisa burlona.)
D. CHANO: ¿Quién se lo dijo? De seguro fue ese tal
Marín, ¿no?
ALBA: ¡Quien haya sido! ¡Lo lamentable es que haga de
eso un negocio !
D. CHANO: Ellos me las piden y...
ALBA: ¡Hay otras formas de ganar dinero! ¿Cómo puede
cobrarle a esos muchachos por mostrar algo tan... no
sé... tan...?
GABRIEL: ¿Perverso?
ALBA: ¡Repugnante!
GABRIEL: A esa edad todos los hombres disfrutamos con
esas revistas.
ALBA: ¡Pero yo soy mujer y veo la vida de otro modo!
GABRIEL: ¿Y entonces qué le molesta?
ALBA: ¡La corrupción!
GABRIEL: Eso nos afecta a todos.
ALBA: ¡Y nos afecta más cuando tenemos a nuestro cargo
la formación de los jóvenes!
GABRIEL: Con ese criterio no se forma a nadie.
ALBA: Por lo menos no fomento la confusión. Y a usted le
consta.
GABRIEL: No la fomenta pero se aprovecha de ella. Y eso
también me consta.
(Alba no puede responder. Sumamente turbada baja la
mirada. Gabriel se vuelve a don Chano.)
GABRIEL: Dígale a los muchachos que me esperen.
D. CHANO: Claro, claro que sí, ingeniero...
(Algo avergonzado, don Chano sale de escena)
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