Tara de Hanumar

y Yusef de Messantia

    Recién llegado a la ciudad de Belverus, en el Reino de Nemedia, Conan paseaba por la feria que celebraba el festival de la primavera, cuando de pronto un toro salvaje se soltó y atacó a la multitud. Una acróbata adolescente, Tara de Hanumar, distrajo al animal para que Conan pudiera asirlo de los cuernos y romperle el cuello. Seguidamente, Murilo, antiguo conocido del cimmerio, que para entonces había formado el ejército mercenario llamado la Compañía Carmesí, reveló que él era quien soltó al toro para divertirse. Esto no causó ninguna gracia a Tara, que lo derribó de una patada. Murilo, en medio de una carcajada, invitó a Conan a unirse a su banda de mercenarios como Segundo Capitán, y a Tara como escudera.

    Ya enrolados en el ejército mercenario, se dirigieron a la ciudad-estado de Ronocco, en Ophir, atravesando la llanura de Shamu, donde encontraron las ruinas de un antiguo templo erigido en los tiempos del rey  Kull de Valusia en honor al Dios Escorpión. Sólo el altar de oro con la estatua de cristal que representaba al dios permanecían en pie. Al acercarse los soldados, el escorpión de cristal cobró vida, y sólo Conan pudo acabar con él, hundiéndole su espada en la cabeza. Debajo del altar, había una cámara secreta donde se hallaba el anillo de la Sombra Negra. Murilo dio la orden de que nadie lo tocara, pero a los dos días de su partida, los guardias que había dejado para que lo costodiaran, no resistieron la tentación. Al coger el anillo, se liberó una sombra que los devoró a ambos, y salió del templo para asolar las aldeas cercanas.

 
    Murilo, Tara y Conan llegaron a Ronocco, y fueron recibidos por el príncipe Vanni, que los condujo ante su padre Belzano, regente de la ciudad. Este los contrató para que secuestraran a Yvonna, hija de Galazzo, rey de la ciudad rival de Pergona. La princesa se dirigía a la otra rival de Ronocco, Carnolla, para casarse con el hijo del rey. El plan de Belzano era que Vanni desposara a Yvonna, para establecer una alianza que le daría suficiente poder para acabar con la rivalidad de las otras ciudades-estado. Para ello, contaría además con el anillo de la Sombra Negra.

    Conan y Tara, seguidos por la Compañía Carmesí, encontraron la escolta matrimonial de Lady Yvonna, haciéndose pasar por un mendigo y su hija. Tuvieron que enfrentarse a los Hermanos de la Espada antes de poder llevarse a la princesa. Tara se vio forzada a matar a uno de ellos para sobrevivir, y esto le causó una fuerte impresión.

    Mientras tanto, en las ruinas del templo, Yusef de Messantia, un joven soldado de Murilo, presenció cómo la sombra negra devoraba a los hombres, y cada vez que lo hacía, su tamaño aumentaba.  Yusef fue el único sobreviviente de esta ataque, y escapó hacia Ronocco, donde conoció a Tara. Los dos adolescentes se sintieron atraídos desde el primer momento. Yusef informó a Murilo de lo ocurrido con la Sombra, y el capitán se negó a creerlo. Conan insistió en que debería consultar a un oráculo, de modo que el cimmerio, Tara y Yusef fueron enviados a visitar al Oráculo de Ophir, que vivía en unas cavernas a varias horas de la ciudad.

    Para entrar a la caverna, Conan tuvo que combatir con dos guardianes, que exigían como pago para consultar al oráculo, la mano diestra del visitante, cortada hasta el codo. Después de derrotar a ambos guardias, el bárbaro entró a la cámara central, mientras los dos jóvenes lo esperaban fuera. La única respuesta que obtuvo del Oráculo fue una enigmática profecía:

 
        "Cuando la Sombra avance hacia el ingreso
        La ciudad temerá su destino
        Porque Mantiene al Dios en cautiverio
        ¡Pero lo vencerá todo, una vez redimido!."
 
    Al salir de la caverna, Conan tuvo que enfrentarse a una imagen de sí mismo, y sólo pudo irse después de devolver al guardia muerto la espada que recogiera de sus manos antes. Al colocar la espada en manos del guardia inerte, éste se levantó y mató a la falsa imagen del cimmerio. El trío volvió a la ciudad, y al pasar por una aldea vieron también cómo la sombra devoraba a sus víctimas, tal como Yusef les había relatado.

    Interpretando la profecía, Conan se dirigió a las ruinas del templo del dios escorpión, y hundió la espada en la cabeza de la estatua, que instantáneamente cobró vida. Mientras tanto, la Sombra ya había llegado a Ronocco, y toda defensa era inútil. La estatua viviente del escorpión derrotó a la sombra, y luego de hacerlo quedó inerte. Los gobernantes de las tres ciudades rivales llegaron a un acuerdo, Lady Yvonna volvió a su ciudad natal, y la Compañía Carmesí de Murilo permaneció al servicio de Belzano. Conan y su escudera Tara decidieron enrumbarse a Argos, y Yusef, enamorado de la jovencita, corrió tras ellos luego de ser animado por Murilo.

 
    En el camino, encontraron una ciudad perdida en medio del desierto, donde vieron que una criatura alada se llevaba a una muchacha a la torre más alta de la ciudad. Ninguno de los habitantes hacía nada por ayudarla, de modo que Conan, Tara y Yusef se dirigieron a la torre. Mienrtas Conan subía las escaleras para salvar a la joven, Tara y Yusef encontraron a Mad Jakk, un jorobado deforme encadenado.

    Conan acabó con el monstruo alado, que se desvaneció entre sus manos, igual que la muchacha, y la ciudad comenzó a desmoronarse. Al huir Conan encontró a los dos jóvenes, y juntos salieron de la ciudad fantasma. Ya a salvo, relataron al cimmerio lo que les había dicho Mad Jakk: que la ciudad era obra de la magia que el jorobado había aprendido al autoexiliarse de la civilización, que lo repudiaba por su fealdad. Pero había cobrado vida, y con la imagen de la joven raptada por el demonio atraía a los paseantes. Cuando Conan se resistió a la posesión, la ciudad, derrotada, se autodestruyó, llevándose a Mad Jakk con ella.

 
    El trío siguió su camino hacia Messantia, ciudad natal de Yusef. Este y Conan obligaron a Tara a vestirse como una jovencita, después de un incidente con los guardias del rey. El cimmerio se separó de ellos para buscar a alguien que le vendiera una malla, y en el camino fue asaltado por unos traficantes de esclavos, pero logró escapar de ellos, ayudado por una vieja hechicera llamada Momratha, que le mostró varias imágenes de su futuro. Mientras tanto, Tara y Yusef eran acosados por los guardias reales. Hubo un altercado en el que Yusef mató a un guardia, y Conan, al ver esto en la bola de cristal de la bruja, corrió a ayudarlos, pero fue apresado. En el juicio, el magistrado le ofreció la libertad a cambio de que revelara el paradero de sus amigos, pero el bárbaro reaccionó violentamente, y salió corriendo tras matar al juez, todo esto ante la mirada de Yusef y Tara, que permanecían escondidos entre las sombras. Conan llegó hasta el muelle del puerto, y abordó una nave mercante, que luego sería atacada por los piratas de la Reina de la Costa Negra, Bêlit. Yusef fue capturado y llevado a las mazmorras del castillo.

    Varios meses después, Conan volvió a Messantia con Bêlit, buscando una página del libro de Skelos que había sido robada al hechicero Thot-Amon. Mientras perseguía a Red Sonja, que también se había visto envuelta en la búsqueda de la misma página por encargo del mago-sacerdote Karanthes, encontró a Tara en los oscuros callejones del puerto. La muchacha le rogó que la ayudara a rescatar a Yusef, que había sido sentenciado a muerte. Notando que la jovencita esperaba un hijo, y accedió. Antes de poder llegar a la celda de Yusef, tuvo que enfrentarse a un hombre-tigre que era el carcelero. Finalmente encontró al jovencito, muy distinto al alegre caballero que había conocido en Ophir. El bárbaro rompió las cadenas que lo apresabanm y lo llevó ante Tara. Yusef le relató que había tratado de huir una vez, moviendo una piedra suelta de su celda, y había encontrado al anciano que robara la página buscada, para venderla en Messantia. Conan siguió su búsqueda con Bêlit y Sonja, luego de ayudar a la pareja a escapar en un carruaje.

 
 
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