Ursla

La Sacerdotisa de los Osos

    La hermosa Ursla era una sacerdotisa de lo salvaje, perteneciente a un linaje de doncellas que consagraban su vida a la naturaleza, cada una de ellas a una especie animal en paticular.

    En su cumpleaños número quince, Conan fue enviado por los hombres de su tribu a las colinas de Cimmeria, vestido sólo con una piel de oso y armado con una simple espada, a manera de rito de iniciación viril. En medio de la nieve, el joven guerrero combatió contra tres lobos, y les quitó su presa, un ciervo, que le sirvió de comida; luego pasó la noche al resguardo de un tronco caído.

    Al día siguiente, impulsado por la curiosidad de conocer las inexploradas montañas que rodeaban Cimmeria, Conan encontró dos enormes osos blancos que le cerraban el paso. Tras ellos, apareció Ursla, la sacerdotisa de plácidos ojos grises, vestida con una piel de oso, y lo invitó a visitar su cabaña, atraída por el valor del joven cimmeriano.

    Después de cenar y beber con Ursla, Conan tuvo su primera experiencia sexual frente al fuego de la hoguera. Pasó la noche con la sacerdotisa, y al día siguiente, los hombres de su tribu no creyeron la historia del bárbaro, hasta que éste les mostró un broche que la sacerdotisa le había entregado. Los guerreros cimmerios rieron como locos, jurando llevar a Conan a luchar en la próxima batalla de Venarium.

 
    Algunos años después, Conan encontró a otra sacerdotisa del linaje de Ursla, Lupalina, mientras se dirigía a Phalkar, provicia del Reino Fronterizo. Conan había sido hecho prisionero por el barón de Ravengard, que lo dejó atado a merced de las ratas. Pero logró escapar gracias a su gran fuerza, y luego, en medio del bosque, conoció a Lupalina, la mujer lobo, que al igual que Ursla, lo acogió en su cabaña. Durante la noche, la imagen de Ursla se le apareció en sueños y le habló, diciéndole que contara a Lupalina su encuentro ocurrido años antes. Lupalina interpretó esta visión como una señal de que debía ayudar al cimmerio en la misión que le había encomendado el mago Merdoramon, conjurador de espíritus.
 
    Algunos años después, Conan conoció y enfrentó al fruto de su unión adolescente con Ursla: su hijo, Conobar, al que se vio forzado a matar. El cimmerio no creyó que fuera su hijo, ya que aparentemente tenía muchos más años de los que habían transcurrido desde su encuentro con la sacerdotisa de lo salvaje.

    Ursla reapareció en la vida del cimmerio al cabo de unos años. Conan volaba de regreso a su tierra natal con el hechicero Kulan-Gath, a lomos del gigantesco esqueleto animado de un ave, cuando fue atacado por los Hombres-Brujos de Hyperborea enviados por la Reina Vammatar. El cimmeriano cayó, pero fue salvado por enormes aves blancas que mitigaron su caída. Estas aves habían sido enviadas por Ursla, al ver el cortejo que volaba sobre su morada. La sacerdotisa lo rescató del frío y de la nieve, y nuevamente lo acogió en su solitaria cabaña. Con mucha tristeza, le confirmó lo que Conan nunca había terminado de  aceptar: que Conobar era su hijo, y que debido a la misma naturaleza de su madre, su desarrollo había sido mucho más acelerado que para los humanos normales.

 
 
    La cabaña fue atacada por las Legiones de los Muertos de Vammatar. Conan y Ursla se defendieron, ayudados por la pareja de osos blancos que acompañaban a la sacerdotisa en su solitaria vida: Kratos y Bia. Las Legiones cayeron a manos del bárbaro y su aliada, pero uno de ellos mató al oso macho, Kratos, con una lanza. Como Ursla había reaccionado con indiferencia ante la lluvia de fuego que acabó con la Tribu del Halcón de las Nieves, a la que pertenecía Conan, éste se marchó hacia su aldea natal, dejando a Ursla más sola que nunca.
 
 
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