Los campos de concentración de la Alemania Hitleriana no fueron abiertos como consecuencia de la decisión “Noche y niebla” del Führer, sino aparecieron desde febrero de 1935, por decisión de algunos jefes locales de la SA (Sturmabteilung, ayudaron a Hitler a llevar terror, violencia y propaganda en contra de los judíos, estaban formados por pobres de ciudades y personas sin trabajo, perdieron su posición dominante ante la SS). Esos campos adoptaron una existencia legal en 1936, cuando pasaron por el control de los SS (Schutzstaffel, era la protección personal de Hitler, eran policías que más adelante se convirtieron en la guardia “racialmente más pura”, llevaban terror a todos lados y algunos oficiales estaban encargados de la organización y estructura de los campos de exterminio y las matanzas masivas que se llevaban a cabo ahí) de Himmler.
Hitler, esforzándose por tranquilizar a la opinión pública en previsión de sus opciones futuras, los mandó cerrar en su mayoría, como respuesta a las quejas por malos tratos dirigidas a las autoridades judiciales.
El sistema de concentración sólo comenzó a organizarse cuando Himmler se convirtió –por sus funciones a la cabeza de la SS general- en el jefe de la policía alemana, es decir en 1936.
En 1944 todos los idiomas verán aumentado su léxico con una nueva palabra debida al abogado polaco Rafael Lamkin:
genocidio, o sea la exterminación, sufrimientos y sevicias de personas por el hecho de pertenecer a una raza.
Durante la II Guerra Mundial los campos crecieron en número y capacidad. Se crearon otros nuevos como Auschwitz-Birkenau, Natzweiler, Neuengamme, Gross Rosen, Stutthof, Lublin-Majdanek, Hinzert, Vught, Dora y Bergen-Belsen. A estos campos fueron llevados millones de prisioneros de los países europeos ocupados (judíos, partisanos, prisioneros soviéticos de guerra o trabajadores extranjeros).
A principios de 1942, la Oficina Central de Economía y Administración de las SS (Wirtschafts-Verwaltungehauptamt o WVHA) asumió el control operacional de los campos de concentración y los prisioneros fueron obligados a realizar trabajos forzados en la producción industrial.
Además de los campos de concentración, la WVHA administraba cientos de campos subsidiarios y las oficinas locales de la policía de seguridad en los territorios ocupados administraban un gran número de campos de trabajo. Los prisioneros trabajaban hasta la muerte en industrias como la química I. G. Farben y las fábricas de cohetes V-2. Aquellos que ya no estaban en condiciones de seguir trabajando eran eliminados con métodos como la cámara de gas, el fusilamiento o las inyecciones letales.
También se utilizaba a los prisioneros para supuestos experimentos médicos.
Los alemanes se apropiaban de todas las posesiones de los deportados siempre que les era posible. En Alemania se confiscaron las cuentas bancarias y propiedades de los judíos, y el mobiliario de los pisos de familias judías de la Francia ocupada, Bélgica y Países Bajos se envió a Alemania para ser distribuido entre las personas cuyas casas habían sido bombardeadas.
El transporte de víctimas a los campos de la muerte solía hacerse por ferrocarril, y la policía tenía que abonar al sistema ferroviario alemán el precio de un billete de ida de tercera clase por cada deportado.
Cuando se había cargado a mil personas en un tren, se aplicaba una tarifa de grupo por la cual sólo era preciso pagar la mitad del importe.
Los trenes, formados por vagones de mercancías, se desplazaban lentamente siguiendo horarios especiales. Los enfermos y los ancianos solían fallecer durante el trayecto.
Los puntos de destino en Polonia eran Kulmhof (Chelmno), Belzec, Sobibor, Treblinka, Lublin y Auschwitz. Kulmhof, situado al noroeste del gueto de Lodz, contaba con furgones de gas, y el número de personas que perdieron allí la vida fue de unas 150.000. Belzec disponía de cámaras de gas de monóxido de carbono en las que fueron asesinados 600.000 judíos aproximadamente, procedentes en su mayoría de la populosa zona de Galitzia.
Las cámaras de gas de Sobibor pusieron fin a la vida de más de 250.000 personas, y las de Treblinka de 700.000 a 800.000.
En Lublin murieron gaseados o fusilados unos 50.000 judíos. El número de víctimas de Auschwitz fue superior a un millón.
A continuación se presentan los 3 Campos de Concentración más importnates durante ese tiempo: