El Santo lo expresa así: "Deseaba y ansiaba la liberación; sin embargo seguía atado al suelo, no por cadenas exteriores, sino por los hierros de mi propia voluntad. El enemigo se había posesionado de mi voluntad y la había convertido en una cadena que me impedía todo movimiento, porque de la perversión de la voluntad había nacido la lujuria y de la lujuria la costumbre y, la costumbre a la que yo no había resistido, había creado en mí una especie de necesidad cuyos eslabones, unidos unos a otros, me mantenían en cruel esclavitud". San Agustín es el patrono de los Cerveceros. |
San Agustín 28 de Agosto Obispo de Hipona, Doctor de la Iglesia San Agustín nació el 13 de noviembre del año 354 en Tagaste. Sus padres eran de cierta posición, pero no ricos. El padre de Agustín, Patricio, era un pagano de temperamento violento; pero, gracias al ejemplo de Mónica se bautizó antes de morir. Aunque Agustín ingresó en el catecumenado desde la infancia. En su juventud se dejó arrastrar por los malos ejemplos y, hasta los treinta y dos años llevo una vida licenciosa, aferrado a la herejía maniquea. Agustín fue a Cartago a fines del año 370, cuando acababa de cumplir diecisiete años. Pronto se destacó en la escuela de retórica y se entregó ardientemente al estudio, aunque lo hacía sobre todo por vanidad y ambición. Poco a poco se dejo arrastrar por el pecado, pero aun entonces conservaba cierta decencia de alma. En ese tiempo cayó en el Maniqueísmo, afirmando que Dios era el principio de todo bien y la materia el principio de todo mal; así profesó el maniqueísmo hasta los veinte ocho años. Entre tanto Mónica, confiada en las palabras de un santo obispo que, le había anunciado que "el hijo de tantas lágrimas no podía perderse", no cesaba de tratar de convertirle por la oración y la persuasión. Agustín después de desilusionarse de la secta, decidió emigrar a Milán, donde obtuvo el puesto de profesor de retórica, ahí fue bien acogido y conoció a el obispo de la ciudad: San Ambrosio. Así pues, asistía frecuentemente a los sermones de San Ambrosio el cual era famoso por su erudición. Los discursos del Santo empezaron a producir impresión en la mente y el corazón de Agustín. Este comprendió que la verdad estaba en la Iglesia católica, pero la dificultad de practicarla le hacía vacilar en abrazar definitivamente el cristianismo. En sus precedentes intentos de conversión le pedía a Dios la gracia de la continencia, pero con miedo a que se la concediese demasiado pronto. Este se había dado cuenta de las manchas y deformaciones de su alma. Dentro de Agustín había un violento conflicto, desgarrado entre el llamado del Espíritu Santo a la castidad y el deleitable recuerdo de sus excesos. Gracias a las lagrimas de su madre, las palabras de San Ambrosio y el fuerte llamado de Dios a la Santidad, al poco tiempo Agustín se convirtió al cristianismo, y en la víspera de Pascua del año 387 recibió el bautismo. El Santo se dedicó al ayuno, la oración y a las buenas obras. Además de meditar sobre la ley de Dios, instruía a sus prójimos con sus discursos y escritos. Se fue a vivir a Hipona, donde fue ordenado sacerdote por el obispo de dicha ciudad, Valerio; luego se convertiría en obispo al morir este último. Durante su vida San Agustín, no dejó de predicar, y escribió varias obras, la más famosa se llama "Confesiones", que comprende la descripción de su vida, conversión y muerte de su madre, Santa Mónica, dicha obra fue escrita para mostrar la misericordia que Dios había obrado en un pecador. Escribió una carta sobre los primeros principios ascéticos de la vida religiosa, que constituye la base de las constituciones de tantos canónigos y canonesas regulares. El santo obispo siempre socorrió a los pobres y dedicaba gran parte de su tiempo a atenderlos, su caridad y celo por el bien espiritual de sus prójimos era ilimitado. Luchó fervientemente contra la herejía, y dedicó muchos de sus sermones a combatirla, siempre con la intención de poder convertirlos. En el año 426 terminó la obra "La ciudad de Dios", donde responde a los paganos, además de ser un libro dedicado a toda una filosofía de la historia providencial del mundo. El 28 de agosto de 430, exhaló apaciblemente su último suspiro, a los setenta y dos años de edad, de los cuales pasó casi cuarenta consagrado al servicio de Dios. |
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