Trama Estevill, Conexiones socioeconómicas

Su gran relación económico-social es el vínculo que a través de Juan Piqué Vidal, trabó con Javier de la Rosa. Pascual Estevill actuó como "fontanero" de la compra – venta de Urbas. Vendía Eduardo Bueno y compraba Ramón Fiter. Todos ellos clientes de Piqué y amigos de De la Rosa. De la Rosa también tenía contabilizadas facturas de Estevill (concretamente del Hotel Ritz de Madrid) que pagó por su cuenta su estancia allí. Estevill mantuvo varios contactos en la Sierra de Madrid con el entonces juez de delitos monetarios de la Audiencia Nacional, Miguel Moreiras, que se caracterizó por rechazar hasta 4 veces los intentos del grupo kuwaití KIO por querellarse por estafa contra De la Rosa. Cuando los casos de denuncia amenazaban a Estevill, De la Rosa presionó y ofreció dinero a varios de los denunciantes para que depusieran su actitud.

El gran trabajo de Estevill para De la Rosa (por el que cobró unos 15 millones de pesetas) fue atemorizar a los vecinos de la Bonanova que se oponían tenazmente a la construcción de la Clínica Teknon que promovía la esposa de De la Rosa. El despacho de Piqué les puso una querella que, como siempre por casualidad, fue a parar a Estevill. El ex juez les hizo declarar uno por uno, metiéndoles miedo en el cuerpo y amenazándoles con procesarles si no deponían su actitud hostil a las obras. Estas obras fueron, años después, declaradas como ilegales por tribunales superiores. Estevill cobró la "faena". De la Rosa y él pactaron una supuesta compra – venta de un cuadro por la cual, 15 millones pasaron a las cuentas de Estevill. De la Rosa también colocó a uno de sus hijos en Ebro-Agrícolas, una de las empresas de Torras.

El resto de sus relaciones empresariales se limita a su amigo Luis de Patricio Sala y al grupo perfumero Myrurgia, de la familia Monegal. Estevill negoció la compra de Perfumería Cera en nombre de Myrurgia, siendo juez en activo.

Hasta pocos días antes de entrar en la cárcel, Estevill solía comer cada quince días con el director de "La Vanguardia", Juan Tapia.

Estevill era un cliente asiduo del desaparecido restaurante "La Puñalada", los camareros de algunos de los mejores restaurantes de Madrid y Barcelona le recuerdan por su trato difícil y soberbio, además de por sus escasas propinas.