SANTA MARIA DE LA ESTRELLA

El Kerygma

Desde los primeros tiempos de la Iglesia, Cristo se manifestó de diversas maneras a sus fieles. Nuestra vida espiritual, su constancia, crecimiento, caídas, y renovadas fuerzas van siempre ligadas a nuestra relación personal con el mismo Jesús.

El Kérygma era la predicación o anuncio de los apóstoles y de los primeros discípulos, era la proclamación de la salvación de todos los hombres por el sacrificio de Cristo, por su muerte y resurrección.

Nosotros recibimos a Cristo en el Bautismo, fuimos testigos de su obrar en nuestras vidas, de cómo nos fue proclamado su mensaje de redención, de cómo actuó su Espíritu en nuestro corazón, de su presencia oculta o manifiesta en distintos momentos de nuestra vida.

San Pablo, testigo (mártyros, mártir) de Cristo, nos describe la "locura" del kerygma (cf. 1 Cor 1, 20), del anuncio de que Dios omnipotente se hizo hombre, y por Amor a nosotros entregó su vida en la cruz. Esto es una verdad que se encuentra más allá de toda sabiduría humana, y sin embargo nos fue revelada a nosotros, de manera viva y concreta. Contemplando nuestro diálogo de vida con Jesús reflexionemos sobre nuestro llamado a anunciarlo al mundo; de llevar la Caridad y la Buena Noticia de Dios a las gentes, éste es nuestro kerygma.

Este anuncio lo hacemos en unión a Cristo, que nos acompaña y asiste en todo momento con el Espíritu de Vida y Verdad. "El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el kérygma fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los pueblos." (2 Tim 4, 17)

Nos fue confiado (Tit 1, 3) este mensaje de salvación. Cristo quiere grabarlo a fuego en nuestro corazón, quiere ser Él mismo nuestra luz y fuerza, no podemos callarlo.

Nuestra Madre del cielo nos trae la Sabiduría y la Fuerza del Espíritu, que está presente íntimamente en su corazón. Ella nos muestra humildemente a su Hijo, como lo hizo con los pastores y los reyes, con Ana y Simeón, con los primeros discípulos y con los santos de la Iglesia. Llena del Espíritu Santo, Madre de Dios y Madre nuestra, toda su vida es testimonio de Cristo. Que Ella nos enseñe quién es Jesús, cómo vivir en Él, y cómo anunciarlo.

Todos los santos nos testimonian su unión con Cristo, que se manifestó concretamente en su vida. He aquí la experiencia y el testimonio de Santa Teresita: "Deseo indicarles ahora los pequeños medios que me han dado tan buen resultado, y decirles que no hay más que una sola cosa que hacer aquí abajo: ¡Arrojar a Jesús las flores de los pequeños sacrificios, ganarlo con caricias! Tal es cómo lo he conquistado y he aquí por qué seré bien recibida." (Historia de un alma, cap. XII)

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