Luis
M. Fuentes gana el I Premio de Periodismo |
La herencia de Román Ismael Beiro Estética de la corrupción
NOTICIA DEL FALLO EN DIARIO DE CÁDIZ LUIS M. FUENTES GANA EL I PREMIO DE PERIODISMO "JOSÉ MORILLO" DIARIO DE CÁDIZ 19.10.00 El I Premio de Periodismo Radiofónico y Escrito "José Morillo León", que con carácter bienal han instituido el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María y Unicaja, ha correspondido en esta primera edición a Luis M. Fuentes por sus artículos Ismael Beiro y La herencia de Román, publicados en DIARIO DE CADIZ el 6 de agosto y el 25 de junio de 2000, respectivamente; así como por Estética de la corrupción, publicado en www.labahiadelmamoneo.com el día 1 de noviembre de 1999. El jurado, compuesto por Félix Bayón, escritor; Lalia González-Santiago, redactora jefa de Cultura de DIARIO DE CADIZ; Modesto Barragán, locutor; Enrique Bartolomé, consejero de Unicaja; y Javier Maldonado Rosso, director del Centro Municipal de Patrimonio Histórico, decidió por unanimidad otorgar el premio a Luis M. Fuentes por su "calidad literaria y periodística y por su libertad expresiva". Asimismo, el jurado valoró también la participación de Luis M. Fuentes en un medio tradicional como es la prensa, y en otro moderno, el electrónico; y en este caso que lo haga con su firma en una publicación anónima. Luis M. Fuentes (Sanlúcar de Barrameda, 1970) comenzó a escribir artículos de opinión en un periódico local en el año 96, animado por un amigo. Este informático, que imparte clases de esta materia en su ciudad, colabora desde el pasado mes de abril en DIARIO DE CADIZ. Ha escrito también para La estrella digital; cuenta con el premio de San Fernando "José María Martín" de artículos periodísticos, del año 1999; y quedó finalista en el 98 del premio nacional NH de Relatos. El jurado de este I Premio de Periodismo Radiofónico y Escrito "José Morillo León" acordó conceder un accésit a Juan Rincón Ares por su colaboración radiofónica titulada "Juan del Puerto (V)", emitida en Radio Puerto F.M. el 27 de julio de 2000, en la opinión del espacio A la caída de la tarde. En este caso, el jurado valoró la originalidad e ingeniosidad de esta colaboración. El objeto de este certamen es perpetuar la memoria de una generación de periodistas que, en circunstancias difíciles, hicieron de la comunicación un vehículo de acción social al servicio de los ciudadanos, y en especial, de José Morillo León, como representante de los periodistas de la década de los cincuenta y sesenta.A José Morillo se le recuerda hoy no solo por el tiempo que estuvo detrás de los micrófonos de Radio Puerto, sino por la labor cultural y social que supo imprimir desde el otro lado de las ondas.
CRÓNICA EN DIARIO DE CÁDIZ DEL ACTO DE ENTREGA
Luis M. Fuentes recibe el I Premio 'José Morillo León' EN EL NOMBRE DEL PERIODISTA El elogio de la profesión hecha desde la cercanía y desde la denuncia dio sentido a un certamen que se estrena con éxito 19 de Noviembre de 2000. DIARIO DE CÁDIZ. EL PUERTO. El Auditorio Municipal San Miguel acogió ayer la entrega del primer Premio de Periodismo Radiofónico y Escrito que lleva el nombre de 'José Morillo León', ganado por Luis M. Fuentes, que lo recibió de manos de sus patrocinadores, el presidente de Unicaja, Braulio Medel y el alcalde portuense, Hernán Díaz. Rafael Navas, redactor de DIARIO DE CADIZ, hizo una semblanza del hombre y del radiofonista, con la que se inició el acto, destacando que: "José Morillo León, Pepe Morillo, es ya una de esas personas que tienen al mismo tiempo el don y el honor de contar la historia de un pueblo y pasar a formar parte de ella. La memoria de El Puerto lo ha colocado entre sus buenas gentes, gentes buenas, capaces de perdurar al paso del tiempo y servir de ejemplo a las generaciones venideras. Un hombre que desde su humilde origen supo encarnar el gran papel de su vida, convertirse en la voz de todo un pueblo en los momentos más difíciles. Repasar su vida es hacer lo propio con la de nuestros padres y abuelos, de nuestros amigos y de esta ciudad". El periodista y escritor Felix Bayón destacó que "hoy venimos a dar un premio que lleva el nombre de un pionero, José Morillo León, un hombre que hace casi medio siglo descubrió instintivamente esto que a los gurús de la globalización ha debido de costarles muchos miles de millones de dólares. José Morillo era doblemente pionero. Lo era porque trabajaba en la radio, un medio aún joven que ya entonces vivía sus mejores horas. Pero también lo era porque supo de la importancia de lo cercano. José Morillo, Pepe Morillo dedicó buena parte de su vida a contar los problemas y las alegrías de sus vecinos. Este premio es, por tanto, no sólo un homenaje a José Morillo, sino también al periodismo local". Manuel Morillo Sánchez, quien actuó de secretario del jurado compuesto por Lalia González- Santiago, Felix Bayón, Modesto Barragán, Enrique Bartolomé y Javier Maldonado, dio lectura al acta, no sin desgranar un capítulo de agradecimientos a los cientos de adhesiones al homenaje, que culminará con la rotulación de una plaza en el barrio alto. Luis Fuentes, tras recoger el galardón,
un artístico azulejo obra de la ceramista Pepita Lena, y un cheque de
250.000 pesetas, agradeció "a DIARIO DE CADIZ, que apostó por mí,
y a esos golfos embozados de "La Bahía del Mamoneo", que me
sacaron de mi barrio a escribir para el universo de la Bahía de Cádiz".
Fue muy claro: "Creo en la columna irónica, beligerante y, cuando
hace falta, navajera. La columna con pesantez de denuncia y cambio, que
compense la modorra de ese aborregamiento del 'pensamiento único', que
es pensamiento del párroco o el de una tía abuela solterona. A
Montesquieu hace tiempo que lo asesinaron con el libro gordo de alguna
ley, así que no sé en qué puesto de los 40 principales de los poderes
está la prensa, pero sí sé que debe estar ahí, vigilante, en una
atalaya para plumillas. El político seguirá pensando en los sillones,
pero siempre habrá un plumilla pendiente del ave frágil de la
verdad". LA
RADIO DE LOS CINCUENTA Con el pasodoble de “España Cañí” y la voz de Pepe Morillo: “Esta es la Emisora de Radio Puerto, Emisora del Instituto Laboral de El Puerto de Santa María” se iniciaron durante cerca de quince años, la programación del primer vehículo de comunicación de masas oral de El Puerto, con una emisora escasa de medios, pero llena de contenidos e ilusión, donde ésta y la imaginación suplían las carencias propias del momento. Martínez Alfonso, Enrique Bartolomé y otros profesores del Instituto Laboral, leían sus cuartillas-conferencias cubriendo la faceta divulgativo educativa que la emisora requería para cumplir con sus objetivos. Y la música. En palabra de Morillo, la música de todos los estilos y a la última, era una constante en la radio
Félix Bayón El mundo de la globalización está descubriendo ahora lo cercano, que es como querer descubrir el Mediterráneo. Los portales de Internet se gastan fortunas para contarnos no sólo qué tiempo hace en Singapur, sino qué temperatura hace en nuestra propia calle, qué noticias han ocurrido en nuestra ciudad, cuáles son las farmacias de guardia y qué películas echan en el cine de la esquina. Es paradójico que en este mundo sin fronteras se termine imponiendo el periodismo de siempre: el más cercano. Ahora que es posible ver cualquier canal de televisión del planeta, curiosear en Internet un periódico de las antípodas o consultar, al segundo, el índice Nikkei, ahora, digo, resulta que se descubre que lo que más nos interesa es lo que ocurre más cerca. Hoy venimos a dar un premio que lleva el nombre de un pionero, José Morillo León, un hombre que hace casi medio siglo descubrió intuitivamente esto que a los gurús de la globalización ha debido de costarles muchos miles de millones de dólares. José Morillo era doblemente pionero. Lo era porque trabajaba en la radio, un medio aún joven que ya entonces vivía sus mejores horas. Pero también lo era porque supo de la importancia de lo cercano. José Morillo, Pepe Morillo, dedicó buena parte de su vida a contar los problemas y las alegrías de sus vecinos. Este premio es, por tanto, no sólo un homenaje a José Morillo, sino también al periodismo local. He sido miembro del jurado y puedo constatar que este periodismo goza de una excelente salud. Nuestra tarea ha sido por tanto muy agradable pero no ha sido fácil. Finalmente, por unanimidad hemos decidido darle el premio a alguien que también es, de algún modo, pionero. Luis Miguel Fuentes escribe en los periódicos de papel pero también publica en la prensa del ciberespacio. Fue precisamente en el ciberespacio donde vi su firma por vez primera. Reconozco que me da mucha envidia cómo escribe Fuentes. Cómo cuenta lo que pasa a su lado de un modo exacto, que es lo mismo que decir "de un modo poético", porque la poesía no es otra cosa que la exactitud y es por eso por lo que el periodismo no ha de darle la espalda. Fuentes escribe maravillosamente porque sabe mirar muy bien, y mira a través de muy buenas lecturas, muy buenas películas y muy buenas músicas. Estas cosas se notan. De ahí su rechazo no sólo a lo inmoral, sino a lo antiestético, a lo cutre. En uno de los artículos que le hemos premiado describe a la perfección esa podredumbre que se ha instalado en algunos ayuntamientos y escribe cosas como ésta: "El mangoneo es un pecado al que, si acaso, sólo le queda la honra de llegar a arte. El arte no conoce la moral, y por ahí se salva. El ladrón de guante blanco, elegante, británico y gatuno, crea simpatías y subyuga a las mujeres, tiene algo de galán nocturno y castigador. También el jugador de póker que hace trampas como un prestidigitador mientras se toca los bigotes nos seduce por lo que tiene de aventurero, de astuto y de violinista. Por todo esto nos gusta la picaresca y "El Golpe" y la escena de los jamones de "Morena Clara". Pero el mangoneo torpe y cateto es pecado doble de ética y de estética. En Sanlúcar han intentado un soborno de plazoleta y de porra de taberna, de timo de la estampita para cámara oculta, de película de Paco Martínez Soria con la boina encasquetada. Así, los presuntos salen en el periódico con el pernil salpicado, como saldría el Queque, el popular personaje sanluqueño, del retrete de una tasca, pero con el brick de Don Simón trocado en Startac. Y en vez del maletín negro, que es lo suyo, lo peliculero, lo que nos enseñó Miami Vice, éstos meten los fajos pringosos de dedos en una bolsa del Hipercor. Bueno, por lo menos no era del Día, que todavía hay clases". A Fuentes, como ven, le sobra arte. Por eso sabe contar magistralmente lo más difícil, que es lo más cercano, y sabe darle un aliento de universalidad (de globalidad, diríamos ahora) para lograr que lo que escribe interese a cualquier lector, por lejano y ajeno que esté al asunto.
El artículo es una forma de autodestrucción, dice Umbral. Uno quiere hacer una literatura grande y tupida, pero ve que se pisa los cordones y por eso desangra su prosa y su carne en artículos como rodajas finas y dolorosas, sabiendo que en cada crónica a lo mejor se nos muere dulcemente un relato, o toda una novela. Los artículos en los que me voy descascarillando me dejan a los pies un montoncito como de breves crustáceos picudos, las conchas de todas las palabras. Entrar en el periodismo por la literatura, o entrar en la literatura por el periodismo, inmolar en una columna a un político o a una vedete para sacarle metáforas más que escándalos. Eso es lo que quiere hacer uno, por llegar alguna vez a lo que Umbral llama "periodismo de arte", que es poner un trozo de literatura ardiendo en la hélice de la actualidad, de la noticia, para ser devorada en el desayuno. Dice Ortega que "el literato no es otra cosa que el encargado de despertar la atención de los desatendidos, hostigar la modorra de la conciencia popular...". No creo yo en medir la literatura según el peso de su compromiso, aunque sí valoro el compromiso que tiene además el alambicado bello de la literatura. Y la columna, más que otra cosa, debe ser esto, el compromiso del escritor con su conciencia y con su tiempo, que se condensa en una cápsula con una fecha, como un yogur. La columna literaria es, además, una manera de volver la literatura al mundo, a la gente, sacarla de ese cuarto cerrado hacia dentro que tenemos los escritores (o los aprendices de escritores) para que se pasee cada día por las calles, pillando atascos y manifestaciones. Claro que a veces sale la literatura y la atropella un trolebús, que mira poco por estas cosas. Creo en la columna irónica, beligerante y, cuando hace falta, navajera. La columna con pesantez de denuncia y cambio, que compense la modorra de ese aborregamiento del "pensamiento único", que es el pensamiento del párroco o el de una tía abuela nuestra solterona. A Montesquieu hace tiempo que lo asesinaron con el libro gordo de alguna ley, así que no sé en qué puesto de los cuarenta principales de los poderes está la prensa, pero sí sé que debe estar ahí, vigilante, en una atalaya para plumillas. El político seguirá pensando en los sillones, pero siempre habrá un plumilla pendiente del ave frágil de la verdad y la belleza, y eso a lo mejor salva a la democracia entera, que ahora vive en las grandes superficies junto a ofertas de desodorantes. Homenajeamos hoy aquí a José Morillo y a una casta de periodistas que trabajaron en una época en la que había que hacer periodismo con traje de buzo, por si los tiburones. Los tiburones que enseguida te llevaban al cuartelillo por el crimen minúsculo de un adjetivo. Siguen por ahí los tiburones en sus abismos, no se vayan a creer, y salen a veces todavía a mordisquear los tobillos del periodista. A mí me expulsaron de Sanlúcar Información, del grupo Publicaciones del Sur, por molestar con un artículo a un tendero y a unos motoristas, que después me perseguían por la calle. Mucho más grave: al maestro Antonio Burgos le querían dar dos pistolas para que escribiera más tranquilo. Puede que la libertad de expresión no exista. Siempre hay un poder oscuro, un amigote que mete publicidad, o el coco de la línea editorial, por los que enseguida te pueden recortar los picos de un artículo o sustituirlo directamente por un breve del robo de un mobilete, por más verdades que diga uno. La verdad conduce más veces al martirio que a la gloria, y en todo columnista hay algo de monaguillo al que pueden crucificar un día sin explicaciones, como a un insecto bocazas. Pero hay que acostumbrarse a ir muriendo en la hoguera de la libertad, que eso endurece para la vez siguiente, que casi siempre llega. Me honra recibir este premio porque, más que por las cualidades periodísticas o literarias que uno pueda tener, creo que viene a recompensarme por algo que yo creía inútil o contraproducente: esa ingenuidad o ceguera que me lleva a no callarme las cosas al escribir. Tengo, pues, que agradecer al Jurado esta confianza con la que bendicen a un novato impetuoso como yo, que escribe muchas veces a cabezazos. También a Diario de Cádiz, que apostó por mí, y a esos golfos embozados de La Bahía del Mamoneo, que me sacaron de mi barrio a escribir para el universo de la Bahía de Cádiz. Yo, mientras me dejen, intentaré seguir fiel a mi verdad más o menos equivocada, pensando que esa ráfaga de artículos míos a lo mejor sirve para estremecer pequeñamente alguna conciencia, algún malvado, algún dios. |