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Cuando sueñas a solas, solamente es un sueño; cuando soñamos juntas, el sueño se convierte en realidad

Hace siete años las hermanas benedictinas del Monasterio Pan de Vida llegamos a Torreón con un sueño; y en enero de este año hemos visto realizarse una parte importante de nuestra visión.

Pero vayamos un paso atrás. Hay que comenzar preguntándonos, porque habrá quien pregunte: “¿Y quienes son las hermanas benedictinas?” o “¿qué es un monasterio?”.

Somos Althea, Mariana, Maricarmen, Michele y Patricia. Pertenecemos a la Orden de San Benito, una de las ordenes religiosas más antiguas de la iglesia católica. Nuestros fundadores son San Benito de Nursia y su hermana Santa Escolástica, cuyas fiestas se celebran el 11 de julio y el 10 de febrero, respectivamente. En el siglo VI, Benito y Escolástica respondieron a un llamado de Dios y formaron comunidades de hombres y mujeres que, tomando por guía el Evangelio, siguieron una pequeña REGLA DE VIDA que escribió Benito.

La Regla de San Benito nos llama a vivir en comunidades estables, en obediencia, con una oración en común, y al servicio de las personas a nuestro alrededor, la vida de las y los seguidores de San Benito se llama vida monástica; el lugar en donde vivimos se llama monasterio.

Una comunidad benedictina trata de ofrecer un ambiente equilibrado y humano para poder vivir la contemplación en la acción. Como esto hace falta en todas las épocas y lugares, las comunidades benedictinas se extendieron por toda Europa en la Edad Media, por los Estados Unidos de Norteamérica en el siglo XIX, y en México desde mediados del siglo XX.

En julio del año pasado, el más antiguo monasterio benedictino, en Subiaco, Italia, celebró 1500 años desde que San Benito empezó allí una "escuela del servicio al Señor". 

En esa ocasión, Su Santidad Juan Pablo II dijo: “Quiera Dios que cada comunidad benedictina se presente con una IDENTIDAD BIEN DEFINIDA, distinta del mundo que la rodea, pero abierta y acogedora con respecto a la gente pobre y peregrina, y a cuantos buscan una vida de mayor fidelidad al Evangelio”.

Esto es lo que hemos querido hacer aquí en Torreón: esforzarnos por vivir el carisma benedictino de buscar a Dios en comunidad, con una “fidelidad inquebrantable a la palabra de Dios, meditada y acogida a través de la Lectio Divina”. Enraizadas en nuestra tradición, hemos hecho una opción preferencial por las mujeres, sobre todo las más necesitadas que nos rodean. Este compromiso se profundiza cada vez que nos reunimos para partir y compartir el pan de la mesa, la Palabra y el Pan de Vida que nos fortalecen, iluminan e impulsan. De allí nuestro nombre.

Mucha gente, al escuchar la palabra “monasterio”, piensa en una comunidad de monjes o de monjas de claustro. Y cuando oyen hablar de “benedictina” suelen pensaren grandes coros alabando a Dios con el canto gregoriano o en personas en hábitos largos copiando manuscritos en la biblioteca de una majestuosa abadía medieval.

De hecho, en la Comarca Lagunera hay dos monasterios de claustro: el de las Hermanas de la Visitación, en San Pedro de las Colonias, y el de las Carmelitas Descalzas en Gómez Palacio.

Nuestras fundadoras modernas, las benedictinas que llegaron a Norte América desde Alemania hace más de siglo y medio, se vieron obligadas a dejar el claustro para responder a las necesidades apremiantes del Pueblo de Dios que les rodeaba. De allí surgió y sigue dando frutos abundantes una nueva rama del gran árbol de vida benedictina: las hermanas benedictinas de vida activa.

Seguimos dando un lugar central a la Liturgia de las Horas en comunidad, pero hemos buscado melodías sencillas y formas de recitar los salmos que faciliten el compartir nuestra oración con el Pueblo de Dios. Hemos redescubierto la gran riqueza de hacer Lectio, esa manera orante y reflexiva de leer y aplicar la Palabra de Dios y aplicarla a la vida, al hacerla en comunidad con nuestras vecinas y oblatas. Nuestro “hábito” es una forma sencilla y práctica de vestir para realizar nuestro trabajo y servir a las y los demás. En vez de copiar manuscritos en una gran biblioteca monástica, queremos poner al servicio de las colinas circundantes una pequeña biblioteca con elementos básicos de evangelización y cultura; y entramos al Internet para tener acceso a la más reciente información acerca de la situación de las mujeres para poderles servir mejor.

Nosotras no cumplimos muy bien con el estereotipo benedictino; pero, precisamente, lo que ha permitido que la orden benedictina dure quince siglos y siga ofreciendo su carisma al Pueblo de Dios ha sido su capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias sin perder lo esencial del mensaje de San Benito.

Podrán encontrarnos en el monasterio preparando la comida, lavando el piso o rezando vísperas; igual que en el Instituto Pablo VI, dando una clase; en la casa de una vecina llevando la comunión a una persona enferma; enseñando catecismo o, en CEDIMSE, facilitando un taller con mujeres de diferentes partes de la Diócesis.

Como presencia benedictina en la zona suburbana, compartimos los valores monásticos a través de nuestra vida comunitaria, la hospitalidad, la oración, el servicio, y el cuidado de la creación. Asumimos gozosamente el Plan Diocesano Pastoral en nuestros ministerios, y atendemos prioritariamente a las mujeres en nuestro Centro de Desarrollo Integral de las Mujeres  “Santa Escolástica”.

En este año jubilar le damos gracias a Dios por la acogida tan calurosa que hemos recibido aquí en la Comarca Lagunera; por la oportunidad de sembrar las semillas del carisma benedictino en esta tierra semi-desértica; por la ayuda y el apoyo de tantas personas que han hecho posible nuestra presencia y crecimiento aquí; porque palpamos día con día que Su misericordia es eterna.

Después de siete años en la Diócesis de Torreón, número significativo en este año jubilar, las hermanas benedictinas hemos podido realizar el sueño de la construcción de un edificio para las actividades de CEDIMSE, S.C., el Centro de Desarrollo Integral de las Mujeres “Santa Escolástica”.

Desde que nos recibió don Luis Morales Reyes en 1992, y acogió con entusiasmo nuestro proyecto, hemos prestado algunos servicios a nivel local, regional y nacional a favor de las mujeres. Ahora, por vez primera, tenemos instalaciones adecuadas para continuar y ampliar nuestro trabajo.

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