PRESAGIOS (1924)

[35]

El agua que está en la alberca
y el verde chopo son novios
y se miran todo el día
el uno al otro.
En las tardes otoñales,
cuando hace viento, se enfadan:
el agua mueve sus ondas,
el chopo sus ramas;
las inquietudes del árbol
en la alberca se confunden
con inquietudes de agua.
Ahora que es la primavera,
vuelve el cariño; se pasan
toda la tarde besándose
silenciosamente. Pero
un pajarillo que baja
desde el chopo a beber agua,
turba la serenidad
del beso con temblor vago.
Y el alma del chopo tiembla
dentro del alma del agua.

[36]

Cayó el papel al fuego (Tú bien sabes
que eso es mentira.
El papel no cayó, tú lo tiraste.)
Y una llama
alta y súbita, echó sobre tu cara
un rubor, desde fuera,
cuando a tu rostro ya venía otro
rubor del alma, desde dentro.
Así las dos vergüenzas se besaron
en tu mejilla. Luego
- el fuego consumió lo que debía -
murió la llama y te quedaste pálido.

[37]

¿Por qué te entregas tan pronto?
(¡Nostalgia de resistencias
y de porfías robadas!)
Lo que era noche es de día
bruscamente, cual si a Dios,
autor de luz y tiniebla,
se le olvidara el crepúsculo
de las dulces rendiciones.
Cierro brazos, tú los abres.
Huyo. Y me esperas allí
en ese refugio mismo
donde de tí me escondía.
¡Facilidad, mala novia!
¡Pero me quería tanto...!

[38]

Crepúsculo. Sentado en un rincón
siento en el alma el poso de este día.
Aquí a mi lado,
firme pupila la ventana abre:
lo que ella ve de afuera
lo repite en el fondo de la estancia
un viejo espejo familiar, ingenua madre
que la luz y la vida nos transmite
pura y sin mancha.
En el espejo la mirada hundo
y en lo que veo en él: como en entraña
palpitante del mundo,
la sangre del ocaso hacia él afluye
y por encima, las iniciaciones
de vagas ilusiones esterlares
y el signo del apóstata - mas no la cruz
- y el "vencerás conmigo",
clave de todo el arco.
¿Será posible? Acaso...
Me lanzo a la ventana. Miro:
cada cosa en su sitio, como siempre;
la montaña, el poniente y la estrella primera,
otra vez me confirman esa orden
que al nacer entendí, sin nada nuevo.
¿Y lo que yo esperaba?
Miro al espejo y sólo a mi me veo
- ya se borró el crepúsculo indeciso -
en la estampa de mí que me da el rostro.
De lo demás, allí en los ojos algo...
A mi rincón me vuelvo. Que la vida
se muera lentamente en el espejo.

[39]

Mendigo de los caminos,
pobre mendigo que vas
esperando de mañana
la limosna que hoy te niega,
cargado, al hombro, tu saco
de esperanza, no de pan.
Cuando llegues a mi casa
no te irás
con esas palabras malas
que en tanto zaguán te esperan:
"Hoy no puede ser, hermano,
otra vez será."
Porque soy cobarde, hermano,
mi fardel llevo en el hombro,
tengo camino que andar
y me da miedo una puerta
de no sé cuándo ni dónde
y me da miedo una boca
- de quién no lo sé - que diga:
"Hoy no puede ser, hermano,
otra vez será."

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