SEGURO AZAR (1924-1928)

[5]   Pasajero apresurado

Ciudad, ¿te he visto o no?
la noche era una prisa
por salir de la noche.
Tú al paso me ofreciste
gracias vagas, en vano.
Aquella catedral
que disparaba piedras
a la niebla...No sé
qué agua turbia, raptora
de luces a los puentes.
Innaccesibles entre
su guardia de cristales
perla, flor o pintura,
corazón de las tiendas.
Y hubo una pantorrilla
tersa en la media fina,
cuando el asfalto ofrece
sucio azogue a las nubes.

[6]   El zumo

¡Tan visible está el secreto!
¡Tan alegre,
Tan alegre,
colgando al aire!
Le ven todas las mirada,
y le sopesan los vientos;
los chiquillos le conocen
y gritan: "Mirad, un secreto.
¡Dámelo! Si parece una naranja."
Pero el secreto defiende,
invisible amarga almendra,
su mañana, su secreto
mayor, dentro.
Lo que da son disimulos,
redondos, color, rebrillo,
solución fácil, naranja,
a la mirada y al viento.

[7]   Sin voz, desnuda

Sin armas. Ni las dulces
sonrisas, ni las llamas
rápidas de la ira.
Sin armas. Ni las aguas
de la bondad sin fondo,
ni la perfidia, corvo pico.
Nada. Sin armas. Sola.
Ceñida en tu silencio.
"Sí" y "no", "mañana" y "cuando"
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado! que te mata
- fría, invencible, eterna -
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.

[8]   Fecha cualquiera

¡Ay qué tarde organizada
en surtidor y palmera
en crital recto, desmayo,
en palma curva, querencia!

Dos líneas se me echan
encima a campanillazos
paralelas del tranvía.
Pero yo quiero a esas otras
que se van
sin llevarme por el cielo
telégrafo, nubes blancas,
y
- compás de los horizontes -
el pico de las cigüeñas.

¡Qué perfecto lo redondo
verde, azul! ¡Ay, si se suelta!
Lo tiene un niño de un hilo.
¡Quieto,
aire del sur, aire aire!
La pura geometría,
dime,
¿quién se la quita a la tarde?

[9]   El mal invitado

Quedarme aquí
en esta casa
donde estoy de paso.
Y lo que cogen los ojos
con torpe prisa de avaro
- ángulo, relumbre en sombra,
hoja y cielo en la almohada -,
visto al fulgor del momento,
y lo agavillan ansiosos
para llevárselo,
verlo despacio,
a la luz de sol y de luna,
a la luz de estío y otoño,
a la luz de goce y de pena.
Verlo tanto
que esto que me queda ahora
clavado e inolvidable
como el más alto cantar,
esto, que nunca se olvidará
en mi porque fue del tiempo,
de tan mío, de tan visto,
de tan descifrado, fuera,
eternidad, lo olvidado.

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