Ante la invasión imperialista del 9 de diciembre de 1992 a Somalia el revisionismo, a través del Secretariado Internacional (SI), votó una declaración que no llamaba a la lucha armada para derrotarla, sino a la "paz" y a la "democracia": "Es preciso, antes que nada, terminar con la guerra civil fratricida y buscar una solución y un gobierno democráticamente elegido".
En nuestras Conclusiones , una vez conocimos esa primera declaración, dijimos:
La reacción que cabía esperar, no ya de un revolucionario trotskista sino de cualquier pequeñoburgués antiimperialista, era un estallido de odio, un llamado apasionado a la guerra, a tomar las armas para expulsar a la canalla imperialista. ¡Pero la dirección de nuestra Internacional hace un llamado a la "paz"!Cabía esperar que, ante la hhambruna que asola Somalia, no ya un revolucionario trotskista sino cualquier reformista honesto denunciara que está causada por el capitalismo y proclamara que la única solución es el socialismo. ¡Pero la dirección de nuestra Internacional dice que la causa del hambre son las dictaduras y que la solución es la democracia burguesa!
Cabía esperar que la dirección de una internacional trotskista impulsara la toma del poder por los trabajadores, el gobierno obrero y campesino, como única solución a la trágica situación que sufre el pueblo somalí. ¡Pero la dirección de la Internacional afirma que la solución para Somalia y toda el Africa es que haya gobiernos burgueses, siempre y cuando sean "democráticos"!
La dirección de la Internacional venía cayendo en una política etapista, en formular un programa mínimo democrático para el presente ("independencia" en la ex Yugoslavia, "referéndum" para Maastricht, "elecciones" para Brasil y Cuba), y un programa máximo socialista para un futuro indefinido. Pero con la resolución sobre Somalia da un salto cualitativo. ¡Ya ni siquiera propone una política de revolución por etapas! ¡Ya ha reducido todo nuestro programa a un lacrimoso llamado "humanitario" que puede firmar cualquier pequeñoburgués liberal y pacifista!
Durante casi un año denunciamos esta política como pacifismo pequeñoburgués reaccionario, llamamos a "luchar por sacar a tiros al imperialismo" y peleamos solos y en vano para que la LIT-CI adoptara esta política. El balance de estas dos políticas lo hicieron las propias masas somalíes meses después, cuando emprendieron la resistencia armada, obligando al imperialismo a retroceder.
A fines de 1993 el SI rectificó su posición frente a Somalia. Pero lo hizo tardíamente, cuando el pueblo somalí completaba ya varios meses de resistencia armada y de masas y cuando sectores del mismo imperialismo empezaban a cuestionar la intervención. Además fue una rectificación formal pues el SI se negó a aceptar nuestra propuesta de tomar como tarea central una campaña mundial antiimperialista y a llamar a los pueblos de la ex Yugoslavia a seguir el ejemplo del somalí enfrentando también a tiros a los mismos cascos azules; por el contrario, mantuvo la campaña de "Ayuda Obrera a Bosnia".
Las burguesías imperialistas europeas implementan desde hace varios años fuertes planes de ajuste contra el movimiento obrero. En el desarrollo de estos planes adoptaron el Tratado de Maastricht, que pretende integrar sus mercados en la perspectiva de ganar una mejor ubicación en las operaciones de rapiñaje internacional, con respecto al imperialismo yanqui y al japonés.
Ante esta realidad, nuestra corriente caracterizó que se trataba de una ofensiva de conjunto del imperialismo contra los trabajadores europeos de Oriente y Occidente. Su objetivo es aumentar la explotación y arrebatar las conquistas históricas ganadas por el proletariado europeo, desde la jornada de ocho horas hasta los Estados obreros del Este, a los cuales se intenta semicolonizar y hacer retroceder al capitalismo. Para enfrentar y derrotar esta ofensiva, los trotskistas ortodoxos planteamos una política con eje en la lucha directa de la clase contra los planes de ajuste, contra la restauración del capitalismo y contra Maastricht; la necesidad de la huelga general, y la unidad de la revolución europea en Oriente y Occidente.
El revisionismo planteó una política opuesta. Impresionada por el primer referéndum de Dinamarca, en la cual triunfó el "No", la dirección de la LIT- CI dio enorme importancia a luchar por referéndum en todos los países europeos y a "la realización de campañas unitarias con las organizaciones sindicales y políticas de izquierda que se manifiesten contra el Tratado (de Maastricht)". Esta política no estaba dirigida a movilizar al conjunto del movimiento obrero europeo contra la explotación capitalista, contra los regímenes democrático burgueses y contra los gobiernos imperialistas de Occidente y burocráticos del Este. Se reducía, en cambio, a hacer actos de propaganda con sectores ultraminoritarios y a llamar a los trabajadores a confiar en la democracia burguesa, con sus referendums, como forma de "luchar" contra Maastricht.
Al no plantear la movilización unida del proletariado occidental y el oriental, el revisionismo renegaba de una definición central de nuestra corriente morenista: la revolución europea es un proceso único, que combina la revolución anticapitalista en el Oeste y la revolución política en el Este. Tampoco denunció que esta ofensiva económica se desarrolla asimismo a través de medios militares que apuntan a destruir la organizaciones obreras en Occidente y los Estados obreros en Oriente y a establecer la hegemonía total de las grandes potencias imperialistas sobre las nacionalidades oprimidas en toda Europa. Por lo tanto, no llamó a los trabajadores de occidente y oriente a combatir las represiones e intervenciones militares que desarrolla la burguesía imperialista europea, desde Irlanda hasta la ex Yugoslavia.
Esta política se corresponde con la renuncia al método del programa de transición. Para la dirección de la LIT, la democracia burguesa (los referendums) aparecía como lo posible y viable, mientras que la acción directa del movimiento obrero y de masas no se planteaba como tarea presente. La realidad probó la justeza de nuestra política: el proletariado europeo optó por la lucha huelguística contra los planes de ajuste en varios países. Se dio el intento de huelga general europeo de principios de 1994, así como la huelga de los metalúrgicos alemanes, que es la primera acción en común del proletariado occidental y del oriental. Además hubo huelga general en Bélgica, España, Italia, Grecia; en Francia hubo huelgas estatales muy combativas y movilizaciones estudiantiles. Los referendums que proponía el revisionismo, en cambio, sólo sirvieron para ayudar a la burguesía imperialista europea a implementar el proyecto de Maastricht.
Después de la gran huelga general de enero contra Felipe González, y de varios meses de movilizaciones contra los despidos (Suzuki, Magnetti Marelli, Andalucía, Sevilla y otras), la sección española de la LIT (CI), tuvo como política la marcha hacia el Parlamento para pedir un "gobierno del PSOE e Izquierda Unida". Los revisionistas quieren que siga gobernando el partido que aplica la reforma laboral, responsable de los tres millones de parados, pero en alianza con la "izquierda democrática". Con esta política se llama a la clase obrera a seguir confiando en el parlamento burgués y en un gobierno también burgués, en lugar de tener — como lo propusimos nosotros— una política para movilizar en forma revolucionaria a la clase obrera, unificando sus luchas, para derrotar a Felipe González y a su plan.
El programa electoral —luego rectificado formalmente— de la sección española d la LIT-CI se "olvidó" también de denunciar los enclaves coloniales del Estado español en Ceuta y Melilla, así como los del imperialismo europeo en el Ulster, Nueva Caledonia, Malvinas y tantos otros; tampoco llamó a luchar contra la Ley de Extranjería, destinada a reprimir a los trabajadores inmigrantes. Menos aun se utilizó la propaganda electoral para gritar: "¡Fuera la Legión y las tropas españolas de la ex Yugoslavia!"
En fin, en España el etapismo se manifestó en el llamado a exigir hoy al Parlamento burgués un gobierno "democrático y de izquierda", renegando de la lucha contra el imperialismo español, contra el gobierno de Felipe González y contra su plan económico, y postergando la batalla por un gobierno de nuestra clase para un remoto futuro.
La capitulación a la reacción democrática y la renuncia al método del programa de transición se expresó en la política de Convergencia Socialista (CS) y del PSTU ante los hechos fundamentales de la lucha de clases y la política en Brasil:
a) Ante la caída de Collor CS planteó "elecciones generales" para "colocar a alguien en el gobierno que no fuese Collor ni su vice Itamar", es decir, elecciones democrático-burguesas organizadas por el Estado capitalista, para que asumiera el gobierno cualquier partido, aunque fuera burgués. El revisionismo sólo quería marchas y más marchas con cualquiera que combatiera la corrupción para conseguir elecciones anticipadas, pero no hizo nada por movilizar a la clase en las fábricas, a través de sus sindicatos, llamando una huelga general que llevara al poder a la CUT. Por el contrario, los trotskistas ortodoxos planteamos el gobierno obrero y popular, es decir, que la CUT tomara el poder.
b) Ante el plebiscito constitucional posterior, CS propuso hacer un frente con los partidos burgueses alrededor de un proyecto de constitución burguesa, que respetara la propiedad privada, pero fuera más "radicalmente democrática" que la actual. Como ese frente no se dio, levantó el voto nulo. Nosotros denunciamos en su momento esta política como oportunista y frentepopulista y coincidimos en la táctica final de voto nulo, pero para llamar a la clase a la acción directa, no para explicarle las bondades de la "democracia (burguesa) radical".
c) Ante la crisis por corrupción del gobierno de Itamar presentada a fines de 1993, el PSTU volvió a plantear elecciones generales burguesas. Nosotros estuvimos en contra e insistimos en el eje de la movilización contra Itamar y su plan, y en el planteo del gobierno de la CUT.
d) El PSTU planteó que los obreros, a través de la CUT, debían "participar de la Comisión Parlamentaria de Investigación" de la corrupción montada por la burguesía para hacerla "más transparente" y "realmente eficiente". Nosotros denunciamos que esa Comisión era un intento de canalizar el repudio a la corrupción en el marco parlamentario.
e) El revisionismo ubicó al PSTU como pata izquierda del Movimiento por la Etica en la Política, un engendro burgués creado para canalizar y controlar eventuales movilizaciones contra el gobierno. En lugar de combatir esa política, participó en sus actos para exigirle que fuera "consecuente" en luchar por elecciones anticipadas. Nosotros estuvimos en contra.
f) El PSTU planteó que el centro de la política debían ser las elecciones, a través de las cuales, si ganaba Lula, se podía llegar al socialismo: "El Brasil enfrentará en el próximo período un momento crucial de su historia, cuando seremos llamados a elegir un nuevo presidente de la República"; si Lula gana las elecciones, eso "será un paso en dirección a un gobierno de los trabajadores", que puede estar "al servicio de la construcción de una sociedad socialista".
Nosotros defendimos la política opuesta:
Para nosotros el problema "crucial" que enfrenta la clase trabajadora es el plan económico burgués-imperialist de privatizaciones, la reforma fiscal y el garrote salarial. (...) Nuestro combate por movilizar a la clase y pelear la dirección no pasa por exigirle a Lula que adopte un programa socialista para presentarse a las elecciones. Pasa por llamar nosotros a los obreros a que emprendan la lucha directa, sindical y política, contra el plan de ajuste imperialista-burgué y el gobierno y el régimen que lo aplican. (...) Sólo sobre la base de nuestro llamado a la lucha podremos desarrollar el combate contra las direcciones traidoras, exigiéndoles que rompan su pacto con la burguesía en el terreno de la movilización de las masas. Debemos exigirles que organicen la lucha directa, unificando las luchas y las huelgas en la perspectiva de la huelga general, y denunciarlas si no lo hacen.
En síntesis, el etapismo revisionista proclamó para Brasil: primero democracia radical y elecciones, para así llegar a un gobierno de Lula, que podía conducir al socialismo. Con esta política CS y el PSTU embellecieron la criminal política de Lula y de la burocracia de la CUT de desmovilizar a los trabajadores para dejar pasar el Plan Real, como se llama en Brasil el plan de ajuste diseñado por el FMI, Itamar y Fernado Henrique Cardoso.
En este país el partido de la LIT revisionista (Partido de los Trabajadores - PT) tuvo la misma política que en Brasil y, para peor, en una situación diferente de la lucha de clases: mientras en Brasil había retroceso, en Paraguay hubo un ascenso campesino y obrero que desembocó en la fuerte huelga general del 2 de mayo de 1994, la primera en los últimos 35 años. En medio de ese proceso, hablando ante más de 10.000 campesinos que se movilizaron sobre Asunción el 15 de marzo, en preparación de la huelga general, uno de los principales dirigentes partidarios dijo que la salida política era que renunciara el presidente Wasmosy y que subiera otro "democráticamente elegido".
Esta política ya tenía antecedentes: el 4 de febrero el presidente del PT había realizado un pronunciamiento en el más importante diario de Paraguay en donde anunciaba que la tarea fundamental del partido en ese momento era impulsar un frente de izquierda que se presentaría como alternativa para las elecciones de 1996. Para el revisionismo lo importante eran las elecciones que se realizarían dos años después, mientras que para los campesinos y trabajadores paraguayos la tarea colocada era enfrentar al plan económico del gobierno y el FMI. Esto último se expresó de manera patética: el mismo día que aparecían en los diarios las declaraciones de la dirección del PT hablando de elecciones, en las calles se realizaba la movilización por aumento salarial convocada por las tres centrales sindicales del país.
Nuestra corriente libró una dura batalla por que se hiciera eje en el desarrollo de la movilización obrera y popular contra Wasmosy y su plan, y por denunciar y combatir la reacción democrática imperialista-burguesa. Parte de esa batalla fue agitar por el retiro de las tropas yanquis que efectuaban operaciones en Paraguay, actividad ésta que el revisionismo denunció como una "falta de disciplina". Para defender su política, los revisionistas terminaron expulsando del PT a los trotskistas ortodoxos.
Frente al levantamiento de Chiapas, el análisis y la respuesta política del POS-PTZ, sección de la LIT-CI revisionista en México, se expresó en la resolución que votó su CC el 10 de enero. Este documento formulaba una política oportunista en los marcos de la democracia burguesa. La consigna central era "Abajo Salinas", pero no aparecía acompañada por una salida de clase, es decir el gobierno obrero y campesino: el POS-PTZ proponía que el presidente fuera reemplazado por un gobierno provisional (burgués), que se suspendieran las elecciones y que se convocara a una Constituyente. La Constituyente no era para expropiar al imperialismo y la burguesía, ni para armar a los obreros y campesinos, sino para elaborar "una nueva ley electoral democrática", para después sí hacer las elecciones (democrático burguesas).
El POS-PTZ también propuso "que sean sometidos a juicio político todos los funcionarios culpables de la crisis, incluido L.D.Colosio, candidato del PRI, por haber sido ministro de Desarrollo Social". Así se terminó afirmando que los "culpables de la crisis" (es decir, del hambre del campesinado chiapaneco y del pueblo mexicano en general) son algunos "funcionarios" y no el capitalismo (con sus burgueses y terratenientes), el gobierno y el régimen del PRI y el imperialismo. Por otra parte, para esos funcionarios no se exigía el juicio ante tribunales populares, sino la figura "legal" del "juicio político", que es atribución del Parlamento burgués.
La política central consignada en el documento es la solidaridad con los rebeldes chiapanecos, para lo cual se propone formar comités, pero no para ayudar a los campesinos e indígenas a conseguir medios de autodefensa sino para recolectar alimentos y medicinas. Además, según el POS-PTZ, esos comités ni siquiera debían intentar tomar contacto con los insurgentes, sino entregar lo que recolectaran a una institución burguesa "humanitaria", la Cruz Roja.
En relación a las perspectivas, la dirección del POS-PTZ directamente descartaba los mecanismos de la reacción democrática. En el punto cinco de su documento se enumeran cinco hipótesis sobre el eventual desenlace de la situación, y ninguna de ellas es que se abra una negociación entre el EZLN y el gobierno: aquélla lucharía en forma consecuente y éste le haría la guerra:
[El gobierno] se la está jugando a una política más dura a la que tuvieron ante los procesos guerrilleros centroamericanos. El gobierno busca la rendición, no negociar con ella [la dirección del EZLN...] Por ahora, por las características de la dirección guerrillera y la relación de fuerzas creada, no vemos que el EZLN esté dispuesto a participar de una política traidora como ésta, aunque no la descartamos [...]Uno de los fenómenos más interesantes es la dirección guerrillera [...] Es probable que sea una dirección independiente, que en algunos aspectos da la impresión de ser trotskizante, centrista o quizá centrista de izquierda [..., que] en sus planes esté el derrocar violentamente a Salinas [...] y están contra el capitalismo y por el socialismo, en contra del gobierno burgués [...]
Pocas semanas después, el gobierno, aplicando la política de reacción democrática que le aconsejaba el imperialismo, cesaba la represión y abría las negociaciones con la dirección zapatista. Y ésta, que desde el primer momento había declarado que lo único que quería en lo político eran "elecciones limpias", negociaba una tregua. Meses más tarde se realizaron las elecciones. No fueron tan "libres" como reclamaban los revisionistas, pero dieron un incuestionable triunfo al oficialismo, ayudando al régimen del PRI a remontar la crisis.
Una vez más hubo dos programas. El del revisionismo, cuyo hilo unificador siguió siendo mantenerse en la "etapa" de la democracia burguesa, y el de los trotskistas ortodoxos: la lucha contra el plan de ajuste y el TLC- NAFTA y por la tierra para los campesinos hasta derrotar al gobierno burgués, la huelga general para lograrlo y la perspectiva del gobierno obrero, campesino y popular como norte de nuestro programa para movilizar a las masas.
En la provincia argentina de Santiago del Estero estuvo planteado a fines de 1993 el problema del poder, cuando los trabajadores, luchando contra las consecuencias del plan de ajuste, se hicieron dueños de la capital de la provincia, borraron del mapa a la policía e incendiaron la Casa de Gobierno, la Legislatura y los Tribunales provinciales. La dirección del Movimiento al Socialismo (MAS), sección argentina de la LIT-CI revisionista, en su primer volante, no llamó a que los trabajadores movilizados tomaran en sus manos el gobierno provincial, ni siquiera a la huelga general nacional para apoyarlos, sino sólo a solidarizarse en abstracto con ellos. Luego, ante la protesta generalizada de la base del partido, levantó la consigna de poder pero en forma también abstracta, para la propaganda, sin concretarla, sin decir que quienes debían tomarlo eran los organismos que habían llamado a la movilización. En definitiva, el MAS, frente a un levantamiento insurreccional como el santiagueñazo, se mantuvo de hecho en los marcos de la democracia burguesa.
Luego se entró de lleno en la campaña para las elecciones a una Asamblea Constituyente totalmente pactada entre la embajada yanqui y los dos partidos burgueses mayoritarios (el peronista y el radical), cuyo objetivo era modificar la Constitución para permitir la reelección de Menem y, sobre todo, para mejorar los instrumentos legales para avanzar en el plan de ajuste, especialmente en la semicolonización del país por el imperialismo y la burguesía. El marco de esas elecciones fue la extensión de la lucha de Santiago del Estero a varias provincias del Noroeste argentino, con huelgas de los trabajadores públicos y los docentes, movilizaciones callejeras y duros choques con la policía en Salta y Jujuy. En las fábricas se discutía y se discute la reforma laboral que intenta imponer el gobierno y empezaba a haber cierto ambiente para la lucha salarial.
En esta situación, el revisionismo impuso una política y una táctica de tipo electoralista. En el terreno táctico decidió presentar candidatos a las elecciones como parte del Frente de Izquierda Socialista (FIS), integrado por una de las principales expresiones de la adaptación a la democracia burguesa en el movimiento obrero argentino como lo son Zamora y el MST, y por el Partido Obrero (PO), miembro pleno del Foro de San Pablo, cuyo dirigente y candidato Altamira en cuanta campaña electoral participa no se cansa de decir que está en contra de la expropiación de los resortes fundamentales de la economía porque el país y la clase obrera "no están maduros para eso".
En cuanto al contenido político de la campaña, aunque uno de sus ejes de propaganda era la oposición a la reforma laboral, esto se hacía con el objetivo de llamar al voto, no a la movilización. Así lo reflejó categóricamente, en sus tapas, el periódico Solidaridad Socialista :
Contra la Constituyente y el pacto Menem-Alfonsín... se formó el FIS (Nº 466) . No a la reforma laboral esclavista. No a la Constituyente del pacto Menem-Alfonsín.Contra el pacto de los explotadores y la Constituyente... Vote al Frente de Izquierda Socialista (Nº 467).
Contra la Constituyente, el pacto y el gobierno la salida era... votar. De la necesidad de la lucha y la movilización, nada. El descontento en la base del MAS con esa política electoralista hizo que finalmente apareciera algo parecido a un llamado a la lucha en la tapa del periódico:
Luchemos como en Jujuy. Rechacemos la Constituyente, la reforma laboral, el hambre y la entrega...vote al FIS (Nº 470).
Pero en la contratapa, en la cual se invitaba al acto del FIS, se sintetizaba la política del MAS en el siguiente sistema de consignas:
No al pacto Menem-Alfonsín y el plan de hambre y colonización. Basta de políticos patronales y burócratas vendidos. Contra el PJ, la UCR, el Frente Grande y Rico. Vote luchadores obreros y socialistas. Por una Argentina socialista, sin patrones ni burócratas.
Pese al llamado formal a luchar, la política se hacía todavía más reformista. En Santiago del Estero los trabajadores incendiaron las instituciones del régimen; lo que proponía el revisionismo era derrotar a "la reforma laboral, el hambre y la entrega", al "pacto Menem-Alfonsín", a la "colonización" imperialista, a los "políticos patronales y burócratas vendidos", a todos los partidos burgueses... votando. Por eso convocaba a un acto electoral, en medio de un reanimamiento importante de las movilizaciones, sin ninguna consigna que mencionara siquiera la movilización.
La campaña electoral también reflejó otra característica permanente de la política del revisionismo: el no combate al imperialismo. En medio de la campaña estuvieron en el país el vicepresidente yanqui Gore, Rockefeller y el presidente de la ONU Buthros Galli, ¡y el periódico del MAS ni una sola vez publicó una sola línea denunciando esas "visitas"! ¡Ni siquiera levantó la consigna de "Fuera esos canallas imperialistas", que antes poníamos por reflejo!
Es así cómo también en la Argentina el revisionismo renunció al Programa de Transición dando las respuestas políticas concretas y para hoy en el marco de la democracia burguesa y de sus elecciones, dejando para la propaganda abstracta y para un lejano futuro las tareas de la movilización directa y de las lucha antiimperialista y por el socialismo.
Hemos abundado en ejemplos de cómo el revisionismo, como política mundial, abandonó el programa de transición —es decir, la política de movilizar en forma permanente al movimiento obrero y de masas hacia la toma del poder—, adoptó un programa etapista y se convirtió en el ala "izquierda" de la reacción democrática. Esos ejemplos incluyen respuestas a hechos importantes de la lucha de clases (Yugoslavia, la URSS, Somalia, Chiapas, Europa occidental) y a otros que, sin ser de tanta importancia, ponen en evidencia la política de los partidos de la LIT-CI en sus respectivos países.
Abarcan, además, a las tres tendencias que dirigen la LIT-CI: aunque se crucen críticas entre ellas, la TR, la TNC y la TT están embarcadas en una política común, y entre las tres han degenerado programática y políticamente a la LIT-CI revolucionaria que nos había legado Nahuel Moreno.