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Edición
electrónica: Secretariado Centroamericano, Centro Internacional del
Trotskismo
Ortodoxo. Julio, 2001
Tomado de Grupó
Socialista Guérnica, 2001
sta serie de sustituciones que vamos descubriendo en Germain -conocimiento científico en lugar de conciencia política, objetivos políticos en lugar de análisis marxistas objetivos; propaganda por agitación; trabajo sobre la vanguardia en lugar de" trabajo sobre las masas, etcétera- son la base "teórica" que fundamenta las "graves" críticas que le hace a Camejo sobre su concepción del partido bolchevique en esta etapa.
Según Germain, mientras que Cannon habla de "revolución proletaria" Camejo la nombra una sola vez, y en relación con el programa: "El partido busca dirigir a la clase obrera y sus aliados hacia e lpoder del estado como su objetivo fundamental, pero no trata de sustituir él mismo a las masas . [ 49 ]
Nos gustaría preguntarle al camarada Germain si está de acuerdo o no con la definición que hace nuestro Programa de Transición de "revolución proletaria": la toma del poder por la clase obrera ¡y sus aliados. ¿Y el hecho de que dicha "toma del poder" sea para Camejo el "objetivo fundamental" del partido, no le satisface, camarada Germain?
La primera objeción seria que le hace Germain es que Camejo presenta "la relación entre la vanguardia al partido- y la clase trabajadora. . . de una manera unilateral y mecánica. El partido "trata de promover la lucha de masas. . . por medio de movilizar a las masas" en tomo a demandas "relacionadas a su presente nivel de conciencia". " [ 50 ]
Para demostrar que esto es un error, trata de, apoyarse en Trotsky, trayendo esta cita: "¿Qué puede hacer un partido revolucionario en esta situación? En primer lugar, dar una visión honesta y clara de la situación objetiva, de las tareas históricas que emanan de esta situación, independientemente de que los trabajadores estén o no maduros para esto. Nuestras tareas no dependen de la mentalidad del obrero. . . Nosotros debemos decir la verdad a los trabajadores y entonces ganaremos a los mejores elementos. [ 51 ]
Como siempre, Germain ha sacado una cita de su contexto. Estas frases son una respuesta de Trotsky a algunos compañeros norteamericanos que planteaban que el programa de transición, no era adecuado a la mentalidad de los obreros de su país. Esta respuesta es correctísima porque Trotsky está hablando de las "tareas históricas" del programa general histórico para toda la época, es decir, del programa de transición. No se está refiriendo para nada a las tareas concretas que estaban enfrentando los camaradas norteamericanos en ese momento. Y lo que decía Trotsky es que nosotros no ocultamos nuestro programa, sino que, por el contrario, lo propagandizamos con todas nuestras fuerzas, aunque el obrero medio no lo entienda, para ganar a elementos de vanguardia ("los mejores elementos"). Esto no tiene nada que ver con la suposición de Germain de que ésta es una norma rectora de la actividad política del conjunto del partido en cualquier momento concreto.
Germain repite, corregida y aumentada, la confusión que ya antes había hecho entre propaganda y agitación. Camejo nunca dice que haya que tomar en cuenta el grado de conciencia de las masas para formular el programa general, histórico, del partido. Esta sería una posición total y absolutamente reformista y economicista. Lo que dice Camejo es que hay que partir del "presente nivel de conciencia de las masas" para formular las "demandas" que sirvan para "movilizar a las masas". Esto quiere decir que Camejo se refiere a nuestra política concreta, a las consignas que agitamos para la acción del movimiento de masas, no a la propaganda ni al programa. La cita de Trotsky es correcta, justamente porque no se refiere para nada a las consignas sino al programa.
Un programa trotskista que no hable de piquetes armados, soviets, insurrección, gobierno obrero y campesino, dictadura del proletariado, no merece el nombre de tal. Pero la dirección de un partido que levante todas estas consignas, o algunas de ellas, en forma permanente para todas las etapas y momentos de la lucha de clases, merece ser internada en un asilo.
Trotsky, en el programa de transición dice exactamente lo mismo que Camejo, con la única diferencia de que, en lugar de "presente" dice "actual": "es preciso ayudar a las masas, en el proceso de lucha cotidiana, a encontrar el puente entre sus actuales reivindicaciones y el programa de la revolución socialista. Este puente debe consistir en un sistema de reivindicaciones transitorias, que, partiendo de las condiciones actuales y de la actual conciencia de las amplias capas obreras, conduzcan a una -sola y misma conclusión: la conquista del poder por el proletariado. [ 52 ] Para España planteaba lo mismo: "La participación de los comunistas en estas luchas, y sobre todo su dirección, exige de ellos, no sólo una comprensión clara del desarrollo de la revolución en su conjunto, sino también la capacidad para lanzar determinadas consignas ardientes y combativas, que no se des. prenden directamente del "programa" sino que son dictadas por" las circunstancias de cada día e impulsan a las masas hacia adelante. " [ 53 ]
El objetivo de estas consignas es "dirigir las masas hacia adelante". En la misma conversación de Trotsky que cita Germain, éste plantea: "Toda la cuestión es cómo movilizar a las masas para la lucha. " [ 54 ] Exactamente lo mismo que plantea el camarada Camejo: que esas consignas, "relacionadas al presente nivel de conciencia (de las masas)" son las que utiliza el partido para movilizar a las masas
¿Qué es lo que esconde el ataque de Germain a esta definición de Camejo? Una típica posición ultraizquierdista: no darse una política para las necesidades y conciencia presentes de las masas, sino para supuestas necesidades y conciencia futuras: "¿Qué es este "presente nivel de conciencia de las masas"? ¿Es siempre el mismo? ¿Puede cambiar rápidamente? Si es así, ¿el partido de combate debe esperar hasta que éste se haya movido antes de "adaptar" sus demandas? ¿O puede prever estos cambios y actuar de acuerdo a ellos? ¿En función de qué factores se pueden prever estos cambios? ¿No puede ser el (presente nivel de conciencia" en sí mismo hasta un cierto grado una función del rol del "partido de combate dentro del movimiento de masas? Pero si uno de los principales objetivos del partido de combate" es levantar el nivel de conciencia de la clase obrera, ¿cómo puede el "presente nivel de conciencia" en sí mismo ser un criterio decisivo para determinar qué género de demandas debe plantear el partido ante las masas?" [ 55 ]
Estas preguntas implican sus respectivas respuestas, a saber: Germain opina que el nivel de conciencia no es siempre el mismo; que puede cambiar rápidamente; que el partido de combate no debe esperar hasta que haya cambiado antes de adaptar sus consignas; que el partido puede prever esos cambios y debe actuar de acuerdo a ellos, es decir, debe lanzar sus consignas adecuadas al nivel de conciencia futuro; que el presente nivel de conciencia de las masas es, hasta un cierto grado, una función del papel del partido; que uno de los objetivos principales del partido revolucionario es levantar el nivel de conciencia de clase de la clase obrera y que, por lo tanto, el presente nivel de conciencia no puede ser un criterio decisivo para determinar qué género de consignas debe plantear el partido ante la masas
Aquí está sintetizada una de las diferencias más importantes entre la mayoría y la minoría. Contestaremos a cada una de estas afirmaciones de Germain, pero nos tomaremos la libertad de cambiar el orden de presentación.
Primera afirmación: "el nivel de conciencia de las masas no es siempre el mismo". " Tiene toda la razón. Más aún, dentro de las masas hay un desarrollo desigual de la conciencia, lo que hace que en un mismo momento, haya sectores con distinto nivel de conciencia.
Segunda afirmación: el nivel de conciencia de las masas puede cambiar rápidamente. Nuevamente Germain tiene razón, pero no señala que esto ocurre sólo en algunos períodos, los de gran actividad del movimiento de masas. En los períodos de calma, el movimiento de masas cambia su conciencia muy lentamente.
Tercera afirmación: el nivel de conciencia inmediato ("presente") de las masas es, en cierto grado, función del papel del partido revolucionario. Falso. El nivel presente de conciencias es un factor objetivo para el partido revolucionario, mucho más para nuestros pequeños grupos. Es el factor más. dinámico de la situación objetiva, pero no por ello deja de ser objetivo. Esto significa que es un dato, un hecho de la realidad que podemos ayudar a modificar en el futuro, pero que en el presente es como es, lo opuesto de nuestro partido, que es un factor subjetivo.
Como todo hecho presente, es una consecuencia del pasado, de la historia. Si en esa historia nuestro partido tuvo algo que ver, entonces y sólo entonces, "en un cierto grado", la conciencia presente es "función del partido". Pero si no fuimos ni somos un factor objetivo, es decir no nos siguen ni hemos educado a sectores del movimiento de masas antes de ahora, no tenemos nada que ver eón su presente nivel de conciencia.
Desgraciadamente, ésta es la situación actual. Los obreros argentinos son peronistas y sindicalistas; los franceses stalinistas y socialistas, además de sindicalistas; los ingleses laboristas y los alemanes sindicalistas y socialdemócratas. Ese nivel presente no es en "ningún grado" función nuestra.
Hemos dicho que el presente nivel de conciencia es una consecuencia histórica. Debemos completar ese concepto: es una consecuencia directa de dos factores combinados: los cambios objetivos del régimen y el desarrollo de las luchas de masas. El papel del partido puede ser importante, y a veces decisivo, pero indirecto, como agitador, organizador y director de esas luchas.
Trotsky decía lo mismo: "Para nosotros, siendo una pequeña minoría, todo es objetivo, incluso el estado de ánimo de los obreros. " [ 56 ] "La conciencia de clase del proletariado es atrasada, pero la conciencia no es del mismo material que las fábricas, las m mas, los ferrocarriles, sino que es mas variable, y bajo los golpes de la crisis objetiva, de los millones de parados, puede cambiar rápidamente. " [ 57 ]
Hay una concepción muy típica de la intelectualidad pequeño burguesa radicalizada que consiste en atribuirle a las masas los mismos sentimientos que ella tiene. Hay miles de intelectuales pequeñoburgueses que "aman" la lucha, y piensan, un tanto románticamente, que con las masas sucede lo mismo. Desgraciadamente no es así, y cada vez que uno de esos intelectuales va a hablar con los obreros para incitarlos a la lucha por la simple razón emotiva de que "hay que luchar", se lleva una tremenda decepción: los trabajadores no lo entienden; creen que está loco; le dan la espalda. El obrero común, el explotado en general, no siente ningún placer en ir a la lucha. Es un ser humano normal, que no tiene ningún interés en perder una parte de su escaso salario saliendo a la huelga, ni en arriesgar su integridad física yendo a una manifestación, ni en arriesgar su vida tomando la¡ armas contra el capitalismo. Las masas trabajadoras salen a la lucha porque el sistema capitalista las hunde en la miseria, porque no les deja otra salida que luchar para sobrevivir. El obrero no “ama" la huelga, pero se arriesga a perder su salario o su trabajo porque si no lucha se muere de hambre; no "ama" la violencia, pero se ve obligado a utilizarla para defenderse de la violencia, de los capitalistas; no "ama" las armas, pero se ve obligado a usarlas cuando el capitalismo las usa contra él.
Ese es el primer factor que determina el presente nivel de problemas más graves y más sentidos que sufren las masas hasta el punto en que están dispuestas a movilizarse para arrancarle al sistema capitalista una solución.
El segundo factor es el desarrollo de la propia movilización de las masas. No basta con que exista el problema objetivo para que, automáticamente, las masas salgan a la lucha: . Los trabajadores pueden estar sufriendo salarios bajísimos, pero su actitud frente a ese problema depende de cuál sea la situación de sus luchas con la burguesía en ese momento. Si el problema de los salarios se da inmediatamente después de un aplastamiento fascista del movimiento de masas, probablemente no se produzca ninguna movilización. Los trabajadores serán conscientes de que están en una situación desfavorable, con sus dirigentes muertos o encarcelados, con sus organizaciones destruidas, con todo el peso "de la represión sobre sus espaldas, y no se movilizarán hasta haber reorganizado sus fuerzas. Si, en cambio, esta situación se produce en el otro polo del desarrollo de la lucha, con las masas en plena ofensiva, en una situación revolucionaria, éstas son capaces de llegar al borde de la toma del poder, impulsadas por la necesidad de solucionar ese problema objetivo. Esto explica que la consigna de "pan" haya sido una de las que llevaron al poder al proletariado ruso.
Así se combinan estos dos factores objetivos: la infamia de turno del sistema capitalista es la que crea la necesidad de luchar y fija el objetivo inmediato de esa lucha de las masas; el grado de desarrollo del movimiento de masas es el que determina que esa movilización estalle o no, la envergadura que pueda tener, los métodos que utilice, y sus resultados concretos, que pueden ser desde la reorganización de un sindicato hasta casi la toma del poder.
La conciencia inmediata, presente, de las masas esta determinada por esos dos factores es la conciencia de la necesidad que sufren y de las condiciones en que se encuentra para enfrentar a los explotadores.
El partido no tiene nada que ver con esta conciencia inmediata de las masas. Pero Germain, al sostener que el papel del partido es "en cierto grado" (no define cuál es ese grado) un factor determinante de la conciencia inmediata de las masas, cae en un típico error ultraizquierdista: confundir su propio nivel de conciencia, o el del partido, con el de las masas. Es la otra cara, la "racional" de esa intelectualidad romántica de que hablábamos: la que confunde no sus sentimientos, sino su nivel político con el de las masas.
Cuarta afirmación: el partido puede prever los cambios en el nivel de conciencia de las masas. Esto es cierto solamente en un sentido general e histórico. Nosotros sabemos que el sistema capitalista en decadencia, el sistema imperialista, arrojara cada vez más miseria y explotación, sobre las espaldas de los trabajadores; por lo tanto, les creará cada vez más necesidades, con lo cual los 1 hará ser cada vez más conscientes de que sus problemas sólo se pueden solucionar a través de la lucha. Las luchas de las masas se irán desarrollando en forma cada vez más profunda y violenta - Su relación de fuerzas con la burguesía será cada vez más favorable; las hará cada vez más conscientes de sus propias fuerzas estarán cada día más dispuestas a lanzarse a nuevas movilizaciones. Este proceso las llevará al borde mismo de la política de clase, revolucionaria, de que pueden y del poder. Pero allí se detendrán y luego retrocederan, si no existe un partido revolucionario que las haga totalmente conscientes de esa situación las organice y las guíe para seguir adelante
Pero esto es en general y para toda la etapa histórica. En un sentido concreto, inmediato, el partido tiene posibilidades muy limitadas de prever los cambios en la conciencia de las masas. No tanto por el factor económico (las necesidades que les crea el sistema capitalista), pues éste no cambia muy velozmente, sino por el desarrollo de las propias luchas. Cada vez que las masas se lanzan al combate, no sabemos si triunfarán o serán derrotadas y esto será decisivo para conocer cuál será el nivel de conciencia del que partirán las luchas posteriores. Supongamos una huelga general, que se mantiene dos o tres días. Puede ocurrir que las masas terminen derrotadas, con sus dirigentes despedidos y sin haber conseguido absolutamente nada. Puede ocurrir que vuelvan al trabajo sin haber logrado todos sus objetivos, pero conquistando importantes triunfos parciales (un aumento de salarios, una reducción de la jornada de trabajo, etcétera). Puede ocurrir finalmente, que la huelga desemboque en una insurrección que las deje con el poder político en sus manos. Evidentemente, su nivel de conciencia al día siguiente de la huelga no será el mismo en los tres casos. Esquematizando, en el primero de ellos, comenzarán a plantearse la necesidad de su reorganización para futuros movimientos. En el último, intentarán organizar la defensa de¡ Estado Obrero e irán planteándose comenzar la construcción del socialismo.
Lo máximo que puede lograr el partido es manejar algunas hipótesis, señalar la más probable, y prepararse teóricamente para enfrentar esa nueva situación. Esto le será relativamente fácil en los períodos de calma de la lucha de clases, y muy difícil en los períodos críticos, donde las luchas, y los consiguientes cambios en la conciencia inmediata de las masas, se suceden día tras día. Tan difícil es la tarea en esta última situación, que las hipótesis del propio partido bolchevique iban quedando rezagadas con respecto a la realidad a medida que se acercaba octubre de 1917.
Pero éste es un trabajo interno del partido, de preparación teórica para enfrentar nuevas situaciones. Nada tiene que ver, como veremos luego, con la política hacia las masas, porque apenas la realidad demuestre que nuestra hipótesis más probable no se da, nos veremos obligados a improvisar una nueva política de acuerdo a la nueva situación. Ya hace mucho que los marxistas decimos que la realidad es más rica que cualquier esquema.
Aclaremos que seguimos hablando de la conciencia inmediata de las masas. El partido es capaz de hacer previsiones generales, basándose en las leyes generales de la lucha de clases descubiertas por el marxismo y para períodos determinados de tiempo. Por ejemplo: ascenso del movimiento de masas = tendencia a gobiernos kerenskistas; crisis económica = división de la burguesía, etcétera. El camarada Germain, que se cree capaz de prever los cambios en la conciencia inmediata de las masas, se ha demostrado totalmente incapaz de realizar este otro tipo de previsiones más sencillas.
Quinta, sexta y séptima afirmaciones: uno de los objetivos principales del partido es elevar el nivel de conciencia de la clase obrera; por lo tanto, no debe esperar a que los cambios en la conciencia inmediata de las masas se produzcan para adaptar a ellos sus consignas, sino que (como es capaz de prever dichos cambios) debe actuar de acuerdo con ellos, no tomando como criterio decisivo para lanzar sus consignas el presente nivel de conciencia de las masas.
Estas afirmaciones se destruyen por si mismas, porque el, partido, como ya lo demostramos, es incapaz de prever los cambios en la conciencia inmediata (presente) de las masas. Pero démosle a Germain esa ventaja. Supongamos que fuera capaz de preverlos. Eliminada esa dificultad, el silogismo de Germain se desarrolla con limpieza. El partido tiene el objetivo de elevar la conciencia de las masas hacia la conciencia política de clase (correcta). Por lo tanto, sus consignas no deben partir del presente nivel de conciencia, sino del que el partido prevé que vendrá en el futuro (falso, mil veces falso).
Si Germain habla de futuros niveles de conciencia y propone que nuestras consignas se sujeten a ellos, nos preguntamos por que no propone que nuestra única consigna sea la toma del poder, la revolución proletaria a nivel mundial. No vemos la diferencia entre plantear una consigna para un futuro nivel de conciencia que se dará dentro de un mes o un año y plantear una consigna para dentro de 10 ó 20 años. ¿Para qué andar con pequeñeces? Levantemos solamente la toma del poder a nivel mundial. Es una consigna para un nivel de conciencia futuro tan buena como cualquier otra. Y si las masas están dispuestas a escuchar y movilizarse tras una consigna nuestra para un futuro cercano, no vemos por qué no estarán dispuestas a hacerlo con una consigna para un futuro lejano. En los términos en que lo plantea Germain, el problema es cuantitativo, no cualitativo. Y un problema cuantitativo (de cantidad de tiempo) no puede definir el carácter de una consigna. Así que, futuro por futuro, nos quedamos con el que más nos gusta: la toma del poder a nivel mundial.
En realidad el problema (consignas para el presente o consignas para el futuro) es cualitativo. Estamos a muerte a favor de usar todas las consignas que partan del nivel de conciencia y las necesidades de cada momento (presentes) del movimiento de masas; y estamos a muerte en contra de usar ninguna consigna que parta de un supuesto (o previsto) nivel de conciencia y necesidad futura del movimiento de masas.
Se nos podrá argumentar que cuando planteamos por primera vez en Estados Unidos, ¡Fuera las tropas de Vietnam, ahora!, el movimiento de masas no tenía conciencia inmediata de la necesidad de esa consigna, no la sentía suya.
Esto ocurre porque entre la necesidad inmediata y la conciencia inmediata de las masas se da la misma contradicción y dialéctica que existe entre lo objetivo y lo subjetivo: el hecho de que exista una necesidad objetiva, no determina mecánicamente que las masas tengan conciencia de esa necesidad. Más aún la conciencia inmediata va siempre con retraso respecto de la necesidad inmediata. Justamente por eso nuestras consignas agitativas deben ser un puente entre esos dos factores desigualmente desarrollados . De estos dos elementos el decisivo como siempre es el objetivo: la necesidad presente . esto es lo que Germain ni se plantea ya que para el factor determinante de nuestras consignas no es esa necesidad objetiva inmediata, sino la probable conciencia futura.
Si nosotros logramos tender ese puente, elaborar esa consigna justa, que sintetice la necesidad inmediata de las masas con su conciencia inmediata, ¿habremos logrado convertirnos "en un- cierto grado" en un factor determinante de su nivel de conciencia? Eso depende de si las masas o algún sector de ellas toman nuestra consigna. Porque, aun cuando nuestra consigna es. té científicamente elaborada y sea perfecta, hay multitud de razones históricas y objetivas inmediatas que pueden impedir a las masas transitar por ese puente que nosotros tendemos, que es lo mismo que movilizarse por nuestra consigna. Eso no depende de nosotros, más que en el sentido de que demos la con. signa justa. El resto, y lo verdaderamente determinante, como siempre, es el factor objetivo. Si las masas toman nuestra consigna y se movilizan por ella, efectivamente habremos sido, en un cierto grado, factor determinante de su conciencia. Si no es así, no lo seremos.
Trotsky no razonaba como Germain, sino como lo hacemos nosotros. El veía que, por la desocupación, la necesidad inmediata de la clase obrera norteamericana después de la gran crisis era la de conseguir trabajo. "Teóricamente", la consigna que correspondía debía, ser "escala móvil de horas de trabajo". Pero Trotsky no aplicó esta consigna. El tomó en cuenta, además de la necesidad inmediata, la conciencia inmediata de la clase obrera norteamericana, que confiaba en Roosevelt y planteó: " . . . exigimos que Mr. Roosevelt, con su grupo de expertos, presente un programa tal de obras públicas que todo aquél que pueda trabajar pueda hacerlo con salarios decentes. " [ 58 ]
Con la consigna de pedirle a Roosevelt, hemos tendido un puente entre la necesidad inmediata (desocupación) y la conciencia inmediata (los obreros creen en Roosevelt), para lograr la movilización de la clase obrera. Si Trotsky hubiera tomado únicamente la necesidad inmediata ("desocupación") para formular su política, ésta no habría sido la apropiada para movilizar a la clase obrera, pues no tomaba en cuenta cuál era su conciencia inmediata (que los obreros confiaban en Roosevelt).
A partir de la escalada yanqui en Vietnam quedó planteada como necesidad inmediata la retirada de las tropas, independientemente de que esto fuera o no lo adecuado al nivel de conciencia de ese momento. El puente que teníamos que tender no podía rebajar esa necesidad para adecuarse a la conciencia inmediata más que en la forma o el lenguaje, nunca hasta el grado de ignorar la necesidad que originaba nuestra consigna. Todo intento de basar nuestras consignas solamente en el nivel de conciencia de cada momento, que no tome como elemento decisivo la necesidad inmediata del movimiento de masas y de que se movilice para superarla, es aventurerismo, ya que nuestra política es total, abarca un análisis, un programa (necesidad y conciencia histórica), la propaganda, la agitación (necesidades y conciencia inmediata) y tiene como objetivo la movilización permanente de las masas hasta la toma del poder por la clase obrera. Es decir, todo está íntimamente relacionado y los factores dependen unos de otros, siendo las consignas para la movilización de las masas el factor decisivo.
Trotsky, criticando esta costumbre de darse tareas en base a predicciones, nos decía hace más de treinta años: "Pero nuestra tarea no consiste en hacer predicciones mirando el calendario sino en movilizar a los obreros alrededor de las consignas que surgen de la situación política. Nuestra estrategia es de acción revolucionaria, no de especulación abstracta". [ 59 ]
Todo intento de lanzar para una etapa inmediata de la lucha de clases, consignas y demandas para un nivel de conciencia que no es el de esa etapa, es un error ultraizquierdista. Más aún cuando además de consignas y demandas se elabora toda una estrategia, como ocurrió con el entrismo "su¡ generis". Mientras el stalinismo tenía una política ultraoportunista y se dedicaba a levantar firmas por la paz, Germain y los camaradas de la mayoría sostenían que habría guerra, que el stalinismo cambiaría su política y mentalidad obligado por las circunstancias. De allí sacaron la estrategia de entrar al stalinismo a la espera de que se dieran esos cambios (que nunca se dieron).
Lo mismo ocurre con nuestras consignas. No podemos elaborarlas para una etapa futura de la lucha de clases, ni para la conciencia y necesidades que van a tener las masas en un futuro incierto. No podemos, en primer lugar, porque no la conocemos. Pero aun cuando fuéramos capaces de adivinar el futuro ("prever" diría Germain) no podemos utilizar esas consignas por otro motivo mucho más importante: porque las consignas tienen un solo objetivo, que es movilizar a los trabajadores. Y si las consignas reflejan necesidades y nivel de conciencia futuros, serán incomprensibles para las masas. Un ejemplo: si en lugar de la consigna de paz, el Partido Bolchevique, debido a la guerra imperialista, hubiera levantado la de cederles a los alemanes, como en Brest-Livstovsk, no hubiera hecho la Revolución Rusa.
Que el partido tenga como objetivo elevar la conciencia de las masas hacia la conciencia política de clase no quiere decir que sea capaz de hacerlo por sí mismo. El camarada Germain es el primero en insistir en que las masas sólo aprenden a través de sus acciones. Nuestro objetivo es, pues, movilizar a las masas para que, a través de esa movilización, adquieran conciencia política de clase. Hasta aquí estamos todos de acuerdo. En lo que no estamos de acuerdo es cómo hacemos para movilizarlas. Germain dice que movilizamos a las masas agitando consignas para el nivel de conciencia que éstas tendrán más adelante. Nosotros decimos qué movilizamos a las masas levantando consignas para las necesidades y el nivel de conciencia que tienen en el presente.
Supongamos que hay conflictos por salarios, en forma aislada en el 30 6 400/o de las empresas industriales. ¿Cuál es la necesidad que tienen las masas en ese momento? La de unificar todos esos conflictos en una huelga general. ¿Cuál debe ser nuestra consigna? ¡Huelga general por aumento general de salarios! ¿Cuál sería la consigna que plantearía Germain? El razonaría de la siguiente manera: como la huelga general planteará el problema del poder, nuestra consigna debe ser ¡Huelga general para tomar el poder! Pero eso sería un error catastrófico. Las masas tienen la necesidad de hacer una huelga general para conseguir más salarios, y son conscientes de ello o deben llegar a serio, pero no son conscientes de que necesitan tomar el poder. Nuestra consigna de ¡Huelga general por más salarios! caería en terreno fértil, prendería a lo largo y ancho del movimiento de masas, la huelga general sería un hecho. La consigna de Germain caería en el vacío; sólo sería seguida por algún pequeño sector de vanguardia; liquidaría la posibilidad de una huelga general masiva.
Sin embargo, nosotros somos conscientes al igual que Germain de que la huelga general plantea el problema del poder. Pero lo plantea cuándo la huelga ya es un hecho. Para poder plantear la toma del poder, primero tenemos que conseguir que la huelga general se haga. Si conseguimos que las masas salgan a la huelga general, que paralicen al país que desesperen a la burguesía, que ésta vea peligrar todo su sistema, que comience a organizar la represión, sólo entonces las masas estarán en condiciones de ver claramente que la única salida de la huelga general es la toma del poder. Esa será la necesidad más inmediata de las masas, esa será su única salida. En ese momento, si el partido sigue manteniendo la consigna de huelga general por más salarios, comete un crimen y una traición. ¡Ha llegado el momento de cambiar la consigna! La movilización de las masas ha llegado al punto de que éstas puedan comprender la necesidad de tomar el poder. La consigna para esa etapa debe corresponder a la necesidad. ¡Todo el poder al soviet (o al comité que dirige la huelga)! es la consigna del momento.
Si no conseguimos que las masas salgan a la huelga general, porque le hemos planteado a esa huelga un objetivo distinto al que las masas sienten y quieren (el poder en lugar de salarios), nos podemos pasar siglos gritando, ¡Huelga general por la toma del poder!, pero no conseguiremos nada. Puede ocurrir que la huelga general se dé pese a nosotros, pero lo seguro es que las masas no tomarán el poder.
Aquí Germain nos podría contestar con el siguiente razonamiento: si nosotros antes de la huelga general ya venimos planteando que su única salida es la toma del poder, en el momento en que las masas enfrenten esa situación sabrán reconocerlo y nos considerarán una buena dirección que supo prever los acontecimientos. Este es un razonamiento intelectual, falso. Así se mueve la vanguardia, pero no las masas. A la vanguardia, efectivamente, tenemos que explicar pacientemente, en vísperas de una huelga general que ésta planteará el problema del poder y que tiene que prepararse para tomarlo. Toda nuestra propaganda sobre la vanguardia debe tener ese solo y único eje. Y la vanguardia sabrá reconocer que nuestra previsión fue correcta y entrará masivamente al partido.
Si las masas se comportaran de esta manera, hacer la revolución sería muy sencillo: nos pasamos cinco, diez o veinte años agitando la consigna de la toma del poder. Cuando se dé la crisis revolucionaria (la huelga general, por ejemplo) que se puede dar aunque nosotros no existamos porque es un momento inevitable de la lucha de clases, las masas recordarán nuestra agitación de tantos años, nos reconocerán como su dirección y tomarán el poder. Pero las masas no se mueven de esta manera: ellas reconocen como dirección a quien supo movilizarlas dando la consigna precisa para cada una de las luchas que emprendieron. Y al que dio una consigna que nada tenía que ver con sus necesidades ni con su conciencia, no sólo lo desconocerán como dirección, sino que además lo considerarán un elemento ajeno al movimiento de masas.
Son entonces dos los motivos por los cuales el partido debe agitar ante las masas la consigna que responda a su nivel de conciencia y a sus necesidades presentes. El primer motivo es que es la única manera de movilizar a las masas, y la movilización de las masas es la única manera de que éstas eleven su nivel de conciencia. Es decir, lo importante es lograr la huelga general, porque sólo durante la huelga general las masas estarán en condiciones de elevar su conciencia hasta entender que hay que tomar el poder. El segundo motivo para agitar estas consignas es que es la única manera de ser reconocido como dirección y ganar prestigio, influencia y confianza entre las masas. Lo que las masas recuerdan, y para eso tienen buena memoria, es quién fue el que les dijo que había que hacer un frente único contra el fascismo cuando ellas necesitaban hacerlo, quién les planteó que lucharan por salarios cuando ellas necesitaban luchar por salarios, quién les planteó (¿por qué no?) retroceder, cuando necesitaron retroceder para no ser aplastadas.
Sólo así, agitando esas consignas, un partido puede ganarse el derecho a ser dirección. Sólo así será reconocido como dirección antes de la crisis revolucionaria. Porque si esto no ocurre, en el momento de la crisis revolucionaria no habrá nadie con autoridad, que sea escuchado por las masas, para plantear la única consigna, la única tarea, de la cual el movimiento de masas nunca puede llegar a ser plenamente consciente por sus propios medios: la consigna y la tarea de la toma del poder.
Esto no es una novedad. Trotsky llevó una larga lucha contra el ultraizquierdismo con este mismo eje. En contra de lanzar la consigna de soviets en Alemania, de armamento en España, de control obrero en Alemania, cuando las condiciones y el nivel de conciencia del movimiento de masas o lo planteaban.
Todo el secreto de la política trotskista consiste precisamente en medir. al milímetro las necesidades y el nivel de conciencia las masas en cada momento y descubrir las consignas adecuadas, a ellos. La política trotskista es concreta, presente, a nivel de sus consignas; histórica a nivel de su programa. Esto no es más que la expresión de la vieja contradicción entre lo inmediato y lo mediato, entre lo concreto " y lo abstracto que, a este nivel, se manifiesta en la contradicción entre las consignas y el programa, entre la agitación y la propaganda.
Esto explica por qué el Partido Bolchevique fue cambiando de consignas en el breve lapso de unos pocos meses: ¡Todo el poder a los soviets! ¡Fuera los ministros burgueses! ¡Todos contra Kornilov! ¡Asamblea Constituyente!, nuevamente ¡Todo el poder a los soviets!
Todo el arte y la ciencia de nuestros partidos y direcciones pasa por saber detectar los cambios en las necesidades y el nivel de conciencia del movimiento de masas. Pero para detectar esos cambios en la conciencia de las masas nos vemos obligados a utilizar dos herramientas. La primera son las consignas agitativas: "Para el partido, la agitación es también un medio dé escuchar a las masas, de sondear su estado de ánimo y sus pensamientos y, según los resultados, de tomar tal o cual decisión práctica. " [ 60 ]
La segunda herramienta es la que nos permite evaluar "el resultado" de nuestra agitación y "tomar así una u otra decisión". Esa herramienta es nuestro método de análisis y nuestro programa histórico, que resumen, a su vez, la lucha histórica y de clase del movimiento obrero y la historia toda de la lucha de clases,
Esta dialéctica entre lo mediato y lo inmediato, lo histórico y lo presente, lo abstracto y lo concreto, se sintetizase unifica, cuando el partido revolucionario logra llegar a dirigir al movimiento obrero hacia la conquista del poder. Pero para lograr esa superación de la contradicción, hay que pasar por distintas etapas de la lucha de clases; etapas que siempre son concretas, inmediatas y presentes, hasta que se transforman en históricas, es decir, hasta que la lucha inmediata del movimiento de masas sea la toma del poder, la gran tarea histórica.
Lo inmediato, las luchas concretas del movimiento obrero, se transforman en una tarea histórica gracias al partido. Esta síntesis se manifiesta cuando se produce la unidad entre nuestro partido y su programa, expresiones ambos de los intereses históricos del proletariado, con la clase obrera, y de ésta con las grandes masas. Allí se sintetizan las contradicciones entre partido y movimiento de masas, entre programa y consignas, entre propaganda y agitación, entre tareas del partido y tareas del movimiento de masas. En la insurrección, las masas, la clase obrera y el partido tienen una sola y única tarea, una sola y única consigna, un solo y único programa, y realizan una sola y única acción, inmediata e histórica al mismo tiempo: tomar el poder.
[ 49 ] Germain, Ernest: "En defensa del leninismo, en defensa de la IV Inter nacional", ob. cit. , p, 91.
[ 50 ] Idem, p. 93.
[ 51 ] Idem, p. 94.
[ 52 ] Trotsky, León: Programa de Transición, ob. cit. , p. lo.
[ 53 ] Trotsky, León: "Por la ruptura de la coalición con la burguesía", carta al SI, 24 de junio de 1931, en La revolución española, ob. cit. , vol. 1, p. 173.
[ 54 ] Discusiones con Trotsky sobre el programa de transición, ob. cit. , p.
[ 55 ] Germain, Ernest: "En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional", ob. cit. , p. 93
[ 56 ] Discusiones con Trotsky sobre el programa de transición, ob. cit. , p. 78.
[ 57 ] Idem, p. 52.
[ 58 ] Idem, p. 53.
[ 59 ] Trotsky, León: "Por una estrategia para la acción, no para la especulación", Carta a los amigos de Vekín, 3 de octubre de 1932, en Escritos, ob. cit. , "T. III, vol. 2, p. 322.
[ 60 ] Trotsky, en: "Una vez más, ¿Adónde va Francia?", marzo del "35" en ¿Adónde va Francia? , ob. cit., p. 82.