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Nahuel Moreno

PARTIDO MANDELISTA O PARTIDO LENINISTA

Edición electrónica: Secretariado Centroamericano, Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo. Julio, 2001
Tomado de Grupó Socialista Guérnica, 2001


¿"Iniciativas revolucionarias" del partido?


a tercera crítica del camarada Germain a los seis puntos de Camejo es la siguiente: "Tercero: otra dimensión esencial del concepto leninista de partido revolucionario está ausente en la "esencia" del camarada Camejo: la iniciativa revolucionaria". "Una cosa es "promover" las luchas de las masas por diferentes medios, empezando por ser buenos sindicalistas y teniendo cuadros que son aceptados por los trabajadores en los locales. Tomar la iniciativa de organizar y de ser capaz de dirigir las luchas anticapitalistas de masas como un partido revolucionario, es algo bastante diferente. " "Y una de las características esenciales del centrismo clásico de la escuela Kautsky-Bauer era precisamente esta inhabilidad para percibir la necesidad de una iniciativa revolucionaria del partido, haciendo que la "relación de fuerzas" las "condiciones objetivas", el "estado de ánimo de las masas", siempre decidiese todo de un modo fatalmente determinado. El leninismo se separa de este tipo de centrismo precisamente por su capacidad de comprender cómo la iniciativa revolucionaria puede modificar la relación de fuerzas." [ 61 ]

El desastre de la guerrilla (una "iniciativa revolucionaria del partido" por excelencia) en América Latina, hace que el camarada Germain sea muy cauteloso y escurridizo en su definición de "iniciativa revolucionaria". Primero nos dice que hay una diferencia entre hacer sindicalismo y "tomar la iniciativa de ser capaz de organizar y dirigir las luchas anticapitalistas de masas". Nadie puede oponerse a esta afirmación: es evidente que el partido debe tomar la iniciativa, con toda audacia, para tratar de "organizar y dirigir las luchas anticapitalistas de masas", y no limitarse a hacer sindicalismo. Por otro lado, no vemos a qué viene esta digresión de Germain, a menos que él opine que hay alguna sección de nuestra Internacional que se plantea hacer (o hace) exclusivamente sindicalismo. Si opina esto, debería darle más importancia al problema porque sería una gravísima desviación.

Pero luego empieza a aclarar un poco más el panorama. El dice que el centrismo Kautsky-Bauer plantea que todo está fatalmente determinado por la "relación de fuerzas", las "condiciones objetivas", el "estado de ánimo de las masas"; que el leninismo en cambio, se diferencia de él porque plantea que la "iniciativa revolucionaria (del partido) puede modificar la relación de fuerzas".

La relación de fuerzas mide, como la expresión lo indica, la fuerza relativa en cada momento, de los dos antagonistas principales en la lucha permanente de clases. Cuando decimos que estamos más fuertes, queremos decir, por lo tanto, más fuertes que la burguesía. En un momento dado el movimiento de masas puede estar a la ofensiva (en ascenso) y la burguesía a la defensiva; puede ser a la inversa e, inclusive, pueden existir períodos de relativa estabilidad. Pero, en líneas generales, podemos decir que a un aflojamiento por parte del movimiento de masas corresponde un avance de la burguesía. Esa relación de fuerzas entre las clases, como ya vimos, da lugar, según Trotsky, a cuatro situaciones generales, cuatro regímenes: contrarrevolucionario, no revolucionario, prerrevolucionario y revolucionario.

Y si retornamos la afirmación de Germain de que "la iniciativa revolucionaria del partido" puede "modificar la relación de fuerzas", esto quiere decir que la iniciativa del partido puede transformar un régimen contrarrevolucionario en uno no revolucionario, a éste en un prerrevolucionario y a éste en uno revolucionario. Contrastando con su manifiesta tendencia a abrumarnos con citas y ejemplos históricos, Germain no ofrece ni uno solo para ilustrar esta afirmación. No es casual: no existe ninguno.

Para los marxistas serios, las superestructuras (y el partido revolucionario es una de ellas), están determinadas por las estructuras (las clases) y no a la inversa. Es absolutamente imposible que una superestructura modifique, por su propia "iniciativa", las relaciones entre las clases. Existe en esto también una dialéctica: las superestructuras cobran peso colosal en los momentos de gran inestabilidad y crisis de la estructura, por ejemplo en una situación revolucionaria, y sólo en esos momentos. Pero que se llegue a esa situación de crisis no depende para nada de las superestructuras, sino de las leyes que rigen la lucha entre las clases.

Lo que posibilita que el enfrentamiento entre las clases llegue al punto de la crisis total y absoluta de la estructura (crisis revolucionaria) es que la existencia del capitalismo está regida por una ley según la cual tendrá crisis económicas cada vez más profundas y que el movimiento de masas reaccionará siempre frente a las penurias que esas crisis le provocan. Cuando llega la crisis" revolucionaria, y sólo en ese momento, las superestructuras definen la salida de la crisis: el estado burgués y los partidos burgueses o pequeñoburgueses con influencia en el movimiento de masas, empujan hacia una salida reaccionaria, burguesa, de la crisis; el partido revolucionario empuja hacia la salida revolucionaria, obrera. De cuál de estos dos bandos gane la dirección del movimiento de masas, depende cuál será la salida de la crisis. Es decir, si el partido revolucionario logra ganar a la clase trabajadora, ésta toma firmemente la dirección del movimiento de masas, y la amplia mayoría de las masas pequeñoburguesas apoyan o permanecen neutrales en la lucha, la crisis se define hacia la revolución proletaria. Si no lo logra, y las superestructuras burguesas arrastran a la pequeña burguesía y logran confundir a amplios sectores del movimiento de masas y la clase obrera, la salida de la crisis será la salida burguesa, contrarrevolucionaria.

Pero aun en este caso, el papel de las superestructuras no es determinante en forma directa. La superestructura "partido revolucionario" no toma "la iniciativa" de tomar el poder: trata de ganar al "movimiento de masas para que éste tome la "iniciativa revolucionaria" de tomar las riendas del estado. Y este "ganar al movimiento de masas para la iniciativa revolucionaria" es, simplemente, una tarea política del partido.

En los períodos de estabilidad de la estructura, esta dialéctica entre el partido y la relación de fuerzas entre las clases se da en una forma cualitativamente inferior. Cuanto menor es el impulso de las luchas de masas, tanto menor es la influencia del partido. Cuando ellas crecen, también crece su influencia. El partido sólo puede acelerar (y dentro de límites bien precisos) el desarrollo del movimiento de masas, pero nunca provocar un cambio en la relación de fuerzas por su propia iniciativa. No surge la misma relación de fuerzas entre las clases si una huelga triunfa que si es derrotada.

El partido puede jugar un papel en esta situación, siempre y cuando sea la dirección de la huelga, o logre serlo en algún momento de su desarrollo. Si el partido conduce la huelga al triunfo, esto acelera el desarrollo dei movimiento de masas; cambia la relación de fuerzas a favor del movimiento obrero. Si la huelga era muy importante, inclusive puede significar un cambio de régimen; por ejemplo, pasar de una situación no revolucionaria a una prerrevolucionaria. Pero, nuevamente, quien produce el cambio en la relación de fuerzas no es directamente el partido, sino ese triunfo del movimiento de masas. El partido, dirigiendo correctamente al movimiento de masas en esa huelga, ha acelera do el cambio de un régimen a otro, ha ayudado al movimiento masas a cambiar su relación de fuerzas con la burguesía; pero de ninguna manera ha cambiado dicha relación de fuerzas por su propia iniciativa. Si las masas no hubieran estado dispuestas a salir a la huelga, o si ésta se hubiera perdido (y esto puede ocurrir por factores objetivos, aún con nuestra dirección), el partido nada habría podido hacer.

Esto es el ABC del marxismo y es lo que nos muestra la realidad histórica y actual. Por eso no es casual que Germain no haya podido avalar con ninguna cita sus famosas "iniciativas revolucionarias", que son capaces de "modificar la relación de fuerzas"?, ni aportar ejemplos al respecto.

¿O no es así? ¿Existe alguna iniciativa revolucionaria del partido que haya servido para cambiar la relación de fuerzas entre las clases? ¿Podría mencionar alguna el camarada Germain? ¿Podría ser la guerrilla del Inti Peredo en Bolivia? ¿O quizás los largos años de "preparación para la lucha armada" del POR(C)? ¿Serán quizás las acciones de los Tupamaros en Uruguay? ¿O las del PRT(C)-ERP en la Argentina? Ninguno de estos ejemplos apoya la concepción germainista. En todos esos países lo único que ha cambiado la relación de fuerzas fueron las movilizaciones de las masas: la huelga general contra el golpe de Miranda en Bolivia, las grandes huelgas generales, como las de los bancarios y los obreros de la carne en Uruguay, el "cordobazo" en la Argentina, etcétera. Y en estos hechos de la lucha de clases que realmente cambiaron la relación de fuerzas, ni el POR(C), ni el Inti Peredo, ni los Tupamaros, ni el PRT(C)-ERP, tuvieron nada que ver. En lo único que tuvieron que ver fue en las excusas que dieron al régimen para un aumento de la represión que pagó muy caro el movimiento obrero.

Con las "iniciativas revolucionarias" o con el movimiento de masas

Como toda cuestión teórica, ésta no se agota en la teoría, sino que se manifiesta, con mucha más claridad, en la política práctica. Hasta ahora habíamos polemizado con Germain acerca de si las consignas que utilizamos deben responder o no a las necesidades y conciencia inmediatas de las masas; acerca de si dicha agitación debía hacerse sobre el movimiento de masas o sobre la vanguardia.

Parecería que estamos de acuerdo en el hecho de que las consignas (o demandas) son la herramienta fundamental para desarrollar nuestra política. Pero ahora el desacuerdo tiende a ensancharse.

Para Germain, las "iniciativas revolucionarias" son una "dimensión esencial del concepto leninista de partido revolucionario", lo que equivale a decir que, para ser leninista, el partido debe tener como tarea central tomar "iniciativas revolucionarias", por su propia cuenta y riesgo. El papel de estas iniciativas revolucionarias del partido no está muy claro en el párrafo donde Germain hace la crítica a Camejo, pero de toda su concepción y de la política que han aplicado algunas secciones orientadas por la mayoría, se desprende claramente que estas iniciativas tienen como función darle el ejemplo a las masas y marcarles el camino por el cual deben movilizarse. Ejemplos: el POR(C) toma la "iniciativa" de la lucha armada (o de la preparación para ella) para que las masas bolivianas lo sigan, lanzándose a la lucha armada (o preparándose para ella)- la Liga Comunista toma la iniciativa de luchar físicamente contra el fascismo y rompe un acto de Ordre Nouveau para que las masas francesas sigan su ejemplo y destrocen al fascismo en toda Francia, etcétera, etcétera. Si nuestros partidos no toman tales iniciativas, son indignos, según Germain, del nombre de partidos leninistas o trotskistas.

¿Cómo calificaría Germain al Partido Bolchevique ruso? ¡No queremos ni imaginarlo! Pensemos solamente que semanas antes de la Revolución de Octubre, Lenin y Trotsky discutían si había que tomar el poder en nombre de los soviets o del partido. ¡Ni el propio Partido Bolchevique en el momento culminante de su influencia en el movimiento de masas podía aventurarse a tomar "la iniciativa revolucionaria" de tomar el poder! Evidentemente este partido carecía de esa "dimensión esencial" que tanto preocupa a Germain.

Nosotros no estamos en contra de que el partido tome cualquier tipo de iniciativas, pero nos oponemos a aquéllas con las cuales pretende sustituir al movimiento de masas en las tareas que le son propias. Es decir, cuando pretende enfrentar por su cuenta al régimen burgués, o a algún sector de clase enemiga del proletariado, o a alguna organización que responda a ese sector de clase (como es el caso de las organizaciones fascistas). Estamos a favor de que el partido enfrente políticamente a todas las clases, sectores u organizaciones enemigas del movimiento de masas, que las denuncie en su propaganda, que agite consignas en el movimiento de masas para trat2r de movilizarlo contra ellas, pero no que las enfrente físicamente por su propia cuenta y riesgo, sin el apoyo activo del movimiento de masas o de un sector de él.

Esto no quiere decir que debamos cruzarnos de brazos y esperar a convencer a la mayor parte del movimiento de masas y sus organizaciones para lanzar nuestras consignas e i ntentar movilizar a los sectores que ya están enfrentados, objetivamente a la necesidad de hacerlo Allí es donde debemos desplegar nuestras mayores iniciativas; pero estas tienen este sólo y único objetivo: crear o descubrir las consignas que lleven a la movilización y a la organización revolucionaria al movimiento de masas. o a algún sector de él. Curiosamente, quienes son partidarios de que el partido debe tomar iniciativas por su propia cuenta son particularmente poco imaginativos y audaces en la tarea de realizar estas verdaderas iniciativas revolucionarias del partido. Así fue como el POR(C) en Bolivia desplegó toda su imaginación para inventar un Ejército Revolucionario, pero careció de la iniciativa y audacia suficientes como para plantear las consignas que llevaban efectivamente al armamento de las masas bolivianas: el armamento de las organizaciones de masas para enfrentar a los golpes de estado reaccionarios. Y en Europa no han tenido ninguna iniciativa para apoyar y defender las guerrillas de las colonias portuguesas.

Tampoco estamos planteando que sólo cuando el conjunto o la mayoría del movimiento de masas tome nuestras consignas habrá llegado el momento de pasar a la acción. Justamente nosotros polemizamos con Germain porque éste considera a la vanguardia como un sector formado por individuos del movimiento de masas; y nosotros consideramos que existe en el movimiento de masas un desarrollo desigual que hace que en cada momento de la lucha de clases haya un determinado sector que este a la vanguardia respecto de otros. Como regla general, tenemos que concentrar nuestro trabajo sobre aquellos sectores que insinúan la posibilidad de una movilización. El régimen capitalista promueve o exige permanentemente que distintas capas de la clase obrera y los explotados se movilicen para defenderse de los ataques de los explotadores. Nosotros debemos intervenir de lleno en esos procesos objetivos para adelantar las consignas que movilicen y organicen a esos sectores en forma permanente. Cada movilización y triunfo de esos sectores del movimiento de masas servirá como acicate para movilizar y poner en pie de lucha a los otros.

No será como cree Germain que lograremos desbordar a la burocracia o dar un ejemplo permanente al movimiento de masas por medio de la actual vanguardia o del partido Solamente lo lograremos por medio de sectores del movimiento de masas que impactarán con sus luchas a otros sectores Toda la ciencia de nuestros partidos consiste, justamente, en saber precisar cuáles son los sectores del movimiento de masas que por su situación objetiva y su nivel actual de conciencia son más proclives a la movilización . Todo el secreto de una política bolchevique radica en esta dialéctica. Hubiera sido un crimen no tomar como eje a la juventud norteamericana, con una consigna que expresaba su necesidad más inmediata y su nivel de conciencia ¡que vuelvan las tropas de Vietnam, ahora!"), a la espera de que todo el movimiento de masas norteamericano estuviera en condiciones de movilizarse. ¡Y ésta fue, verdaderamente, una excelente y ejemplar "iniciativa" del SWP! Pero no tiene nada que ver con las "iniciativas revolucionarias".

Todo nos obliga, en Francia por ejemplo, a concentrarnos en los obreros inmigrantes con sus dos problemas específicos, el nacional y el de formar parte del sector más explotado de la clase "obrera. Debemos tratar de movilizarlos frente al ataque de los brotes fascistas y del capitalismo francés que quiere mantenerlos en la condición de obreros y ciudadanos de segunda categoría. Pero nuestra obligación surge del hecho de que este sector está dando indicios de que está dispuesto a movilizarse, de que es un sector desigualmente desarrollado del movimiento de masas que puede estar, por un período, a la vanguardia de la clase obrera y las masas francesas. Ese es el motivo por el cual una de nuestras tareas más urgentes en Francia es buscar las consignas capaces de movilizar a los obreros inmigrantes, pero de ninguna manera realizar nosotros, , nuestro partido, la "iniciativa revolucionaria" de luchar contra el fascismo por nuestra propia cuenta, sin que los obreros inmigrantes participen en esa lucha.

Esta cuestión de las iniciativas revolucionarias por parte del partido es peligrosa por varias razones. La primera de ellas es que educa mal al movimiento de masas y retrasa el desarrollo de sus movilizaciones y su conciencia. Los camaradas de la mayoría, por ejemplo, felicitaron al PRT(C)-ERP por el secuestro de Sylvester, cónsul inglés en la ciudad de Rosario, a cambio de cuya liberación exigieron (y obtuvieron) una serie de mejoras para los trabajadores del frigorífico Swift. ¿Educó esta "iniciativa revolucionaria" a los trabajadores del Swift? Según los camaradas de la mayoría, sí; dio el ejemplo de que a través de la lucha armada se podían conseguir las mejoras que necesitaban. Según nosotros, no, porque les demostró que la mera acción de un grupo de gente bienintencionada y audaz podía reemplazar a su movilización activa para defender sus propios intereses y derechos. La dura realidad de la lucha de clases desmintió a la mayoría: poco tiempo después, las acciones gremiales fueron ganadas nuevamente por la burocracia peronista y las condiciones de trabajo volvieron a, ser tan malas o peores que antes de la "iniciativa revolucionaria" del ERP.

Otro tanto podríamos decir de la acción de la Liga Comunista contra Ordre Nouveau. Y aquí podemos demostrar algo más: que cuanto más éxito relativo tengan estas "iniciativas" tanto más perjudican el desarrollo del movimiento de masas. Si seguimos realizando acciones contra los brotes fascistas, y seguimos teniendo éxitos técnicos, ¿con qué argumento 1 vamos a tratar de movilizar a los obreros inmigrantes? Cuando tratemos de hacerlo, ellos nos responderán: "¿Para qué nos vamos a movilizar si están esos buenos tipos de la Liga Comunista que ya se van a encargar de liquidar a los fascistas?". Pero en la medida en que los obreros inmigrantes y el movimiento de masas francés no se movilice contra los brotes fascistas, estos cobrarán cada vez mayor envergadura (porque éste es un problema de relación de fuerzas entre las clases), y llegará el momento en que sólo el movimiento de masas podrá derrotarlos. En ese momento nuestras iniciativas revolucionarias" mostrarán su cara negativa: por confiar hasta entonces en que el problema del fascismo puede ser resuelto por la Liga Comunista, no habrá ningún sector del movimiento de masas políticamente preparado para movilizarse contra él. Las consecuencias no pueden menos que ser nefastas. Por suerte no hay mayor peligro de que esto ocurra, porque apenas crezca el fascismo nuestra sección, y con ella sus "iniciativas revolucionarias" de enfrentarlo por su propia cuenta, serán arrastradas por el movimiento de masas.

El segundo peligro de estas "iniciativas revolucionarias" del partido es que nos lleven al olvido o la ignorancia de las iniciativas revolucionarias de las propias masas y a la obligación que tiene el partido y sus cuadros de intervenir en ellas. Nosotros creemos que el proceso en el que ha entrado Europa, como antes nuestro continente, se caracterizará por miles y miles de movilizaciones de todo tipo que efectuarán las masas. Frente a esas miles y miles de movilizaciones de las masas, nuestros partidos tienen pocos cuadros para atenderlas, para darles una orientación política y organizativa adecuada. Nos falta tiempo, militantes y capacidad dirigente para ello.

Por lo tanto, es un crimen sacar cuadros de las movilizaciones que hacen las masas para apartarlos hacia la realización de acciones independientes, propias, alejadas de las que hacen las masas.

El planteamiento de que la dimensión esencial del partido en esta etapa es su propia iniciativa revolucionaria tiende a alejarnos de la solución de la contradicción más grave que enfrentan nuestras secciones: su tremenda debilidad frente a las iniciativas o movilizaciones del movimiento de masas. Esta contradicción amenaza con irse agravando 0, al menos, con ser una contradicción aguda durante toda una extensa etapa, ya que nuestro crecimiento y elevación de nivel político irá acompañado de mayores iniciativas revolucionarias del movimiento de masas en ambos continentes, por no decir en todo el mundo.

Desgraciadamente, no hemos tenido la oportunidad de conversar con los camaradas de la mayoría europea. Pero sí lo hemos hecho con la nueva vanguardia latinoamericana y con los representantes de la mayoría en nuestro continente. También hace tiempo que dialogamos con los camaradas de la dirección del Swift. En estas conversaciones siempre nos llamó la atención una profunda diferencia entre el lenguaje de los compañeros latinoamericanos de la mayoría, por un lado, y el de los camaradas norteamericanos y el nuestro, por el otro. Los primeros tienen manía por los términos "crear" e "iniciativa revolucionaria". Nosotros, por "descubrir oportunidades" y "desarrollar con toda audacia una política para esas oportunidades". Creemos poder decir, muy esquemáticamente, que en esa diferencia de lenguaje se expresa actualmente una de las diferencias de fondo entre la mayoría y la minoría. Para la mayoría, hay que “crear", por medio de la "iniciativa revolucionaria", enseñanzas, ejemplos para el movimiento de masas. Para la minoría, el movimiento de masas no necesita ninguna clase de ejemplos, ni ninguna "iniciativa revolucionaria" de nuestra parte, sino que nosotros tenemos que saber "descubrir las movilizaciones que las propias masas hacen o las que pueden hacer, llevadas por sus necesidades y conciencia inmediatas". A esas movilizaciones presentes o para un inmediato futuro, las llamamos oportunidades , y toda nuestra política debe orientarse a utilizarlas por medio de nuestras consignas, para evitar que se detengan y para lograr ganarlas para nuestra dirección.

Como ya dijimos, además de teórica, ésta es una cuestión práctica. ¿Para qué rompernos la cabeza pensando cómo atacamos a Ordre Nouveau? Si de verdad Ordre Nouveau ha empezado a atacar a los argelinos y a otras nacionalidades oprimidas por el imperialismo francés, debemos comenzar ya mismo un trabajo agitativo profundo sobre las nacionalidades que sufren preferentemente los ataques de estos imberbes fascistas. Sólo este trabajo nos permitirá conocer su mentalidad, sus reacciones, y saber si están dispuestas o no a defenderse de esos ataques. Si nuestras consignas no prenden, ello indicará que el partido deberá abandonar, momentáneamente, esa tarea. Si ocurre lo contrario, si" nuestras consignas son bien recibidas por los obreros inmigrantes, si tenemos éxito en organizarlos, entonces y sólo entonces, íntimamente ligados a los barrios argelinos atacados por los de Ordre Nouveau, daremos un escarmiento ejemplar a estos fascistas. Las condiciones para esta tarea, como para toda política verdaderamente revolucionaria es, entonces, que responda a una necesidad imperiosa del movimiento de masas (defenderse de los ataques fascistas que se suceden sin solución de continuidad) y a la iniciativa del propio movimiento (que éste se movilice contra dicho peligro).

Nuestro papel es trabajar dentro de esas movilizaciones ya dadas o" potenciales, levantar las consignas correctas que reflejen las necesidades y la conciencia de ese sector del movimiento de masas, organizarlas, postularnos como dirección de alternativa si están a su frente direcciones oportunistas, y dirigirlas si no tenemos rivales. (Esto último puede ocurrir si trabajamos sobre los sectores más explotados de la clase obrera y del movimiento de masas). No se trata, entonces, de "crear", sino de "descubrir" dentro del propio movimiento de masas, dónde se nos abren posibilidades de imponer nuestras consignas de transición.

El tercer peligro de estas "iniciativas revolucionarias" es que transforma las relaciones de partido con el movimiento de masas, de objetivas en subjetivas. Para los camaradas de la mayoría, las iniciativas sirven si despiertan simpatías en el movimiento de masas. Maitán ha ponderado las acciones del ERP por esta razón; lo mismo ha hecho Frank.

Nuestra relación con el movimiento de masas tiene que ser esencialmente orgánica y política, no emotiva y basada en la propaganda. Nosotros queremos grupos del partido en los organismos y en las luchas concretas, objetivas, del movimiento de masas. Nosotros queremos que esos grupos partidarios y sus militantes disputen la dirección de los organismos de masas y de las luchas en nombre del partido. Es una relación precisa y objetiva: luchas y organismos del movimiento obrero y dé masas por un lado; organismos partidarios dentro de ellas, disputando la dirección de esos organismos y luchas, por otro.

Los camaradas de la mayoría, no son consecuentes en su política "de "iniciativas revolucionarias". En la Argentina, por ejemplo, no ha habido gran diferencia entre las "iniciativas" del PRT(C) y las de los grupos armados peronistas. , Ambas fueron hechas al margen del movimiento de masas, ambas configuraban acciones "ejemplarizadoras" de una vanguardia, ambas se caracterizaron por intentar resolver por la propia iniciativa las tareas que sólo pueden resolver las movilizaciones masivas. Sin embargo, quienes captaron la mayor cuota de "simpatía" fueron las organizaciones armadas peronistas y no el PRT(C). Esto se demostró en todas las movilizaciones callejeras posteriores a la asunción del gobierno peronista de Cámpora; las columnas de FAR y Montoneros (organizaciones armadas peronistas) llegaron a movilizar hasta a 40.000 jóvenes, las del ERP nunca pasaron de los 500, las de nuestro partido llegaron a un máximo de 4.000. ¿Quién captó más "simpatías"? Indudablemente, en primer lugar, la izquierda peronista, en base a una claudicación política permanente a la confianza que las masas aún tienen en Perón (es decir, en base a una "claudicación armada" al peronismo). En segundo lugar, nuestro partido, pero no en base a ninguna "iniciativa revolucionaria", sino a estar presente en todas y cada una de las luchas del movimiento de masas y a diferenciarse con toda claridad de la política peronista. Finalmente, el PRT(C), quien también se diferenció del peronismo, pero estuvo ausente de las movilizaciones porque estaba muy ocupado en meditar, organizar y realizar sus "iniciativas revolucionarias".

Las conclusiones son obvias. Los camaradas de la mayoría no deben quedarse a mitad de camino: o están con las "iniciativas revolucionarias" (y, consecuentemente, abandonan el trabajo político sobre el movimiento de masas) o están con la política trotskista. Y Europa no será una excepción: en la medida en que la crisis económica se profundice, surgirán sectores de la pequeña burguesía desesperados con "iniciativas revolucionarias" infinitamente superiores a las de nuestras secciones. En ese momento, nuestras secciones habrán hecho muy bien si ya han definido su actitud. Pueden claudicar políticamente, y obtener los éxitos y las "simpatías" momentáneas que en su momento obtuvieron las organizaciones armadas peronistas de la Argentina- o pueden abandonar estas famosas "iniciativas revolucionarias" y obtener los éxitos Y simpatías, mucho más modestos pero mucho más importantes, de nuestro partido. Lo que sería lamentable es que cumplieran el mismo triste papel del PRT(C).

Una concepción superestructural y subjetiva del frente único

Esta polémica que acabamos de ver sobre la "iniciativa revolucionaria" se expresa en otra, en cierta forma tácita, que existe entre la mayoría y la minoría alrededor de¡ frente único obrero. Gracias a la gentil visita de dos miembros de la sección francesa a nuestro partido, tuvimos la oportunidad de escuchar la exposición más clara de su concepción: "Pensamos que no tenemos la fuerza para imponer, como organización política, solos, el frente único a los partidos reformistas; podemos hacer la polémica, y la hacemos, pero no es suficiente. Trotsky planteó el problema muy bien, cuando dijo que la correlación de fuerzas era entre una tercera parte y una séptima parte de las fuerzas obreras. Cuando no se tiene ni siquiera una séptima parte de las fuerzas obreras, la táctica del frente único no es suficiente, no se puede aplicar. Cuando se tiene más de la tercera parte, el partido revolucionario puede asumir sus responsabilidades. " [ 62 ]

Germain, sin tanta claridad, sostiene la misma concepción. Discrepamos con esta forma de encarar el frente único; es una desviación subjetiva, al igual que las restantes desviaciones de la mayoría. Esta interpretación es, por su contenido, superestructural y subjetiva, aventurera y sectaria. Considera que el frente único es esencialmente una cuestión de relación entre partidos.

Para nuestra sección francesa, la posibilidad de plantear un frente único a los partidos reformistas depende de qué relación numérica tenemos con ellos dentro del movimiento obrero: si tenemos menos de un séptimo, no podemos plantearlo; si tenemos entre un séptimo y un tercio, sí podemos; y si tenemos más de un tercio no necesitamos hacerlo porque nos bastamos solos.

El frente único es una táctica

Los camaradas de la Liga Comunista están equivocados. En primer lugar, el frente único no es un principio, ni una estrategia de nuestro partido, sino táctica política para situaciones específicas de la lucha de clases. En segundo lugar, como cualquier otra política nuestra, debe responder a necesidades profundas de una etapa del movimiento de masas, y no a las relaciones internas entre los diferentes sectores del movimiento. Dicho de otra manera: el frente único es una táctica que nosotros aplicamos cuando la situación de la lucha de clases le exige objetivamente al movimiento obrero, unificar todas sus fuerzas para enfrentar a la burguesía; depende de las relaciones entre el movimiento de masas y los explotadores, no de las relaciones entre los diferentes partidos del movimiento de masas. Vale decir, lo que determina nuestra política de frente único es el factor estructural (relaciones entre las clases) y no el superestructuras (relaciones entre los partidos obreros).

Sin embargo, esta política tiene un aspecto superestructuras muy importante, que es la forma de plantear el frente único.

Contra la política oportunista, que plantea el frente único solamente a las direcciones y no lo plantea a las bases para no tener roces con aquéllas; contra la política ultraizquierdista, que lo plantea sólo a las bases e ignora a las direcciones; la política trotskista consiste en plantear el frente único a las bases y a las direcciones, con tres objetivos: primero, no romper con las bases de los partidos reformistas ignorando a las direcciones que ellas reconocen; segundo, promover la presión de las bases sobre las direcciones para obligar a éstas a aceptar el frente único; tercero, agotar la experiencia de las bases con las direcciones reformistas, desenmascarando a éstas por sus vacilaciones y traiciones frente a las tareas del frente único, y postularse como dirección revolucionaria de alternativa.

Pero este aspecto superestructuras, esta forma de plantear el frente único, sin la cual no existe una verdadera política de frente único, no es más que eso: una forma, un aspecto superestructuras pero no el determinante. Lo decisivo es que haya necesidades muy apremiantes para el conjunto del movimiento obrero que nos obliguen a plantear esa política.

Justamente porque el frente único obrero responde a una necesidad objetiva del movimiento de masas en una etapa precisa de la lucha de clases, generalmente es defensivo. Si durante años no estuvo planteado el frente único en Europa, no fue por razones numéricas, sino por una profunda razón objetiva: no hubo una brutal ofensiva de los explotadores que planteara la necesidad de una política defensiva de conjunto de los explotados. La pobreza relativa (o riqueza absoluta) de los trabajadores europeos es lo que explica que el frente único no estuviera planteado en forma inmediata, agitativa. No podía estarlo, no lo podrá estar, mientras objetivamente toda la clase obrera no enfrente, no sienta, un grave peligro que la afecta en forma inmediata: fascismo, reacción, carestía de la vida, desocupación, racismo, etc.

¿Cómo instrumentamos la política del frente único? Este es un problema muy delicado: cómo distribuimos nuestros militantes, sobre que sectores del movimiento de masas golpeamos preferentemente "y con qué consignas lo hacemos es algo que se resolverá correctamente según la habilidad de nuestras direcciones y partidos para evaluar la situación objetiva y nuestras propias fuerzas, y su capacidad para distribuirlas y armarlas con consignas correctas. No existe una respuesta general a este problema, porque todas las situaciones son concretas. Lo máximo que podemos decir es que habrá que golpear sobre los sectores del movimiento de masas en los cuales los problemas objetivos se presenten en forma más aguda (si se trata de problemas económicos o democráticos parciales, como los problemas nacionales) o sobre aquellos que hayan demostrado una mayor sensibilidad y disposición para la movilización si se trata de problemas políticos generales (peligro de golpe reaccionario, por ejemplo); que a esos sectores debemos volcar la mayor parte y lo mejor de nuestras fuerzas; y que debemos buscar la consigna específica que refleje en su seno el problema general que está enfrentando el movimiento de masas en su conjunto. Como cualquier otra política nuestra, su posibilidad de éxito depende del proceso objetivo de la lucha de clases y, secundariamente, de nuestra relación numérica con los demás partidos obreros.

El frente único en Francia

Por ejemplo, si nosotros levantamos hoy un programa y una, consigna por la defensa del nivel de vida y de trabajo del conjunto del movimiento obrero francés, y llamamos a la unidad de las dos o tres centrales sindicales con ese eje, es muy posible que tengamos un éxito parcial o total al cabo de un cierto tiempo si las condiciones objetivas ayudan y supimos instrumentar correctamente nuestra política. Si la ofensiva patronal contra ese nivel de vida se acentúa cada vez más, si esa estrategia de defensa del nivel de vida y de trabajo la sabemos aplicar tácticamente en los diferentes gremios, concentrándonos en aquellos donde hay mayores posibilidades de que se dé una lucha unitaria a corto plazo, habrá posibilidades de que esas luchas parciales, unitarias, de frente único, tengan éxito. Si alguna de estas luchas triunfa, impactará al conjunto del movimiento obrero francés, y lo llevará a una lucha de conjunto para frenar la ofensiva patronal. Entonces, nuestra política de frente único habrá triunfado.

En Francia ya tenemos una experiencia. de lo que significa una concepción incorrecta, subjetiva y superestructuras del frente único. El 21 de junio de 1973, la organización fascista francesa Ordre Nouveau realizó una manifestación contra los inmigrantes argelinos. Nuestra sección, la Liga Comunista, había llamado a la realización de una contra-manifestación de la izquierda. Al no encontrar eco, la realizó por sí sola, y se produjo un violento enfrentamiento con los fascistas. El gobierno francés aprovechó este suceso para ¡legalizar a la Liga y encarcelar a Alain Krivine y Pierre Rousset, dos de sus voceros más destacados. Algunos días más tarde, el Comité por las Libertades, organización del Partido Socialista, llamó a un mitin donde asistió el conjunto de la izquierda y unas 15. 000 personas. Se había formado un frente único de hecho de todos los partidos de izquierda, incluido el PC, contra el gobierno y a favor de las libertades democráticas. Pero, aunque el motivo del acto era exigir la revocación del decreto de ¡legalización de la Liga, nuestros compañeros no pudieron hablar.

Otra hubiera sido la situación si hubieran llevado a la práctica correcta y consecuentemente una política de frente único, Si la Liga Comunista hubiera transformado su campaña contra los brotes fascistas y las tendencias reaccionarias del gobierno en una campaña permanente de frente único dirigida al PC y al PS y mantenida sistemáticamente desde hace un año, el acto habría sido un éxito espectacular de nuestra política de frente único. Todos los concurrentes habrían dicho o pensado: "La Liga tenía razón: había que hacer un frente único, y éste ya empezó a estructurarse".

Quizás los camaradas de la Liga no habrían podido hablar de todos modos, pero ante las maniobras de la dirección del PC para tratar de impedírselo, las bases del acto se habrían preguntado: ¿por qué no los aceptan si son los únicos que hace más de un año vienen insistiendo en la necesidad de una acción concreta, no sólo un acto, contra el curso reaccionario del gobierno y los brotes fascistas?" Y este solo hecho hubiera permitido que la base del PC comenzara a presionar sobre su dirección e inclusive a cuestionarla.

Pero lo más importante hubiera sido plantear el frente único entre los obreros inmigrantes. Estamos aún a tiempo para hacerlo. Junto a nuestro trabajo paciente sobre esas nacionalidades, la política de frente único de todas las tendencias para defenderlas de los ataques racistas se abriría paso, tarde o temprano, si los ataques continúan.

Pero si los camaradas de la Liga Comunista siguen esperando a que se dé una proporción numérica determinada para tomar la política de frente único como la táctica central del partido para las tareas defensivas, volverá a ocurrir lo que ya ocurrió en el acto de defensa de la Liga y en la Asamblea Popular boliviana: el frente único se dio en los hechos y ni la Liga Comunista ni el POR(C) respectivamente, pudieron ostentar ante las masas el galardón proletario y revolucionario de haber sido sus máximos agitadores y organizadores. Quien se llevó el prestigio de haberlo hecho fue el stalinismo en un caso y la burocracia de Lechín en el otro. También puede ocurrir que el frente único no se dé y, por lo tanto, la derrota del movimiento de masas sea inevitable. Esta derrota tendrá como origen teórico la concepción superestructuralista y subjetiva del frente único y como responsables políticos a los camaradas que no hayan tomado como tarea central la agitación de la consigna de frente único en el movimiento de masas, además de las direcciones oportunistas.


Notas:


[ 61 ] Germain, Ernest "En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional", ob. cit. , pp. 94-95.

[ 62 ] Intervención de un camarada de dirección de la Liga Comunista Francesa en la reunión en nuestro local, en Actas , Archivos del PST(A).


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