Jimmie Angel y el Flamingo Rio Caroní

James Crawford Angel Marshall nacen 1899 en Missouri, Estados Unidos, fallece en la Zona del Canal de Panamá en 1956 a causa de las complicaciones provocadas por un accidente aéreo mientras despegaba con destino a Venezuela, país al que decía, vino por primera vez en 1923 contratado por un viejo minero que le paga $5.000 dólares para que lo traiga en avión hasta Guayana en donde sabía existía una mina de oro.

Desde ese momento, Jimmie regresó muchas veces a la Gran Sabana la cual conoció desde el aire siempre buscando oro y tratando de hallar de nuevo aquella rica mina que estaba convencido estaba en un río sobre la Montaña del Diablo, Auyantepuy o también Cerro Yauyán.

Con sus aviones trabajó para buscadores de oro, ingenieros de minas y hasta para la Comisión de Límites del gobierno de Venezuela. Voló solo por primera vez a los quince años de edad, tuvo un circo del aire, hacía acrobacias aéreas, películas, fue al frente europeo en la primera guerra mundial, viajó a China y en 1928 intentó un vuelo entre California y la Patagonia.

Desde que se casó, su esposa Marie siempre lo acompañó. Dijo al mundo haber descubierto el Salto Angel, unos dicen que en 1933, otros que en 1935. Era simpático, generoso y atrevido como piloto.

Desde el año 1928 Jimmie Angel procuró apoyo económico para su aventura como buscador de minas de oro en Venezuela. Dicen las leyendas que solía vender parte de los aviones que llegó a tener a diferentes socios, siempre tratando de contar con capital para financiar las operaciones en Guayana cada una de las cuales le tomaba tiempo y requería de inversiones en combustible, bastimentos y el establecimiento de campamentos en la selva para operar el avión.

Uno de sus muchos socios fue el ingeniero caraqueño Gustavo Heny, quien en 1937 subió por primera vez el Auyantepuy en compañía del capitán Félix Cardona, quien por fortuna le enseña el camino el cual utilizan para bajar en once días del tepui cuando fracasa la expedición aérea del 9 de octubre de 1937 al Cerro del Diablo, en donde el avión All Metal Flamingo Río Caroní se atasca en el fango poco después de aterrizar. El piloto Jimmie y su esposa Marie estaban acompañados aquel día por Heny y el peón Miguel Delgado. Gustavo Heny vivía en Guayana en donde estaba dedicado a la búsqueda de oro y piedras preciosas además de disfrutar de aquellas soledades, la hermosura del paisaje único y trabajar en el descubrimiento de los enigmas de la selva. Heny murió en su casa de Campo Alegre, en Caracas, hace unos diez años.

Los indígenas llamaban Churún-Merú o Churún-Vená lo que desde finales de los años treinta se conoce mundialmente como Salto Angel.

Muchos hombres blancos se atribuyen haber sido en el siglo XX descubridores del grandioso salto del Caroní hacia el cual se dirigió en 1927/1928 la expedición de los españoles Juan Mundó y Félix Cardona Puig.

En el diario El Universal, Mundó publica en 1928 una serie de reportajes en los cuales narra cómo avanzaron hacia el salto en cuya base acamparon algún tiempo debido a la falta de abastecimientos. Cardona Puig registra las primeras mediciones y elabora el primer levantamiento topográfico moderno del cerro Auyantepuy del mismo modo que es de los mayores colectores de muestras botánicas y de pájaros de la región de Guayana contribuyendo así durante años a la formación del Herbario Nacional y la Colección Phelps. Cardona, marino catalán, inició los estudios del caudal de los ríos tributarios del Orinoco.

A la Dirección de Fronteras de Venezuela brindó sus vastos conocimientos y dedicación a la geografía y la cultura de las regiones más apartadas de nuestro país. Formó parte de la expedición que llega a las fuentes del río Orinoco a comienzos de la década de los años cincuenta. En 1935 le enseñó a Angel desde el aire el Churún-Merú.

Comandada por el Coronel de la Aviación Edgar Suárez Mier y Terán, en 1970 la Fuerza Aérea rescata del cerro Auyantepuy el avión de Jimmie Angel, abandonado a raíz del accidente del 9 de octubre de 1937.

La idea era restaurar la aeronave y regresarla al lugar de donde logra rescatarla en nueve días el grupo formado por: Mier y Terán, Tcnel. J.V. González, Capitán. J.E. Laurentín, MTM C. Fuschs, MT1 J.H. Mora, MT2 J.A. Valderrama, Dr. V. Silva, Cabo Segundo Mercay, los soldados L. Pulgar y Francisco Monsalve, los civiles Martín Tovar y R. Römer, Néstor Rodríguez Lamelas (cineasta) Oscar Yánes, L.H. Oberto y M. Friz Grijalba (periodistas), N. Paniz, O. Dom y Monserrate, Victor Maldonado, Carlos Arenas, Antonio Márquez Bello y Mayor (r) Francisco Marín. Aviones C123 y helicópteros UH con base en Canaima, ofrecen el apoyo logístico necesario. El Flamingo fue restaurado y exhibido en Maracay, Caracas y otras ciudades.

En Maracay fue hecha una réplica. Declarado Monumento Nacional, el pueblo de Bolívar reclamó la devolución al Estado.

El gobierno regional encabezado por Alberto Palazzi y Paúl Von Büren logra en los años ochenta el retorno a Ciudad Bolívar del avión, al comienzo instalado en el Parque Ruiz Pineda.

En la actualidad se exhibe frente al aeropuerto. Ha sufrido daños importantes.

El Salto Angel es la caída de agua más alta del mundo. Tiene casi un kilómetro (960 metros) de altura desprendiéndose del río Churún, uno de los 20 ó 30 ríos que se forman sobre la corona del tepui, de unos 700 kilómetros cuadrados de superficie.

Caen al vacio como enormes cascadas parecidas a hilos de agua que corren paralelos o haciendo de cortina a las paredes verticales rocosas del tepui que los indígenas llamaban Yauyán o Montaña del Diablo, de donde proviene el nombre Auyantepuy. José Berti, Rafael A. Lezama, Morón, Simón Moreno, Cayetano García, Salas, Mundó, Cardona Puig, Alejandro Laime, quien vivió solo durante un largo tiempo sobre el tepui, K. y Nora Dunsterville, Steyermark, William H. Phelps, Brewer Carías, G.H. Tate, V. Vareschi, Foldats, Schnee, F. Pannier, Luis Ruiz Terán, Trebbau, Schwabe, Turffino, Diarmid, Santosh Gosh, Pouyllau, Joly, Carlos Parisca, Alberto Rada, Cova Orsetti, Márquez Lizardo, J.A. Rosendo Morillo, V. Carrero son algunos nombres de extranjeros y venezolanos que los últimos noventa años han visitado el Tepui y sus alrededores para estudiarlo como parte que es de una de las formaciones geológicas -el Macizo Guayanés- más antiguas, impresionantes e increiblemente bellas, enigmáticas, fantásticas y mágicas del planeta.


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