El ancestral sacrificio
de una víctima propiciatoria, no ha evolucionado en nuestro pais.
Más de 50.000 animales entre toros y vaquillas son masacrados en
la mal llamada Fiesta Nacional, además de cientos de caballos heridos
de muerte en las corridas de toros.
Cada año más de 3.000 pueblos españoles festejan a
su santo patrón con algún festejo en el que el plato fuerte
es la Torotura y matanza de animales. Esta bárbara y sangrienta
forma de practicar culto es una lacra más de la subcultura taurina
cuyas ramificaciones emponzoñan todos los estamentos de la vida
española. En las escuelas taurinas donde se enseña a cortar
orejas en terneras vivas o a acribillar becerritos del tamaño de
perros grandes.
En las ganaderías
de bravos que se han reflotado gracias al desvío fraudulento de
subvenciones comunitarias destinadas a otros fines.
En las administraciones
nacionales, que promocionan la tauromaquia a través de nuestros
Ministerios.
En las televisiones que
acatan un pacto de poder y machacan con corridas de toros, preferentemente
en horario infantil.
En los gobiernos autonómicos
que administran y gestionan plazas de toros deficitarias.
Desde los ayuntamientos
que derrochan el dinero de los contribuyentes en plazas de toros innecesarias,
en alcohólicas fiestas y festejos en los que mueren jóvenes,
en multas por contravenir las leyes de protección animal.
Todo es poco para la promoción
y financiación de la deficitaria y mal llamada fiesta nacional.
La tauromaquia es la cultura
de la crueldad que fomenta la agresividad y el desprecio por el sufrimiento
animal en aras de un espectáculo que apela a las más bajas
pasiones del ser humano.
Las Corridas de Toros son
Arte y Cultura
¡FALSO!
En 1980, la UNESCO, máxima
autoridad mundial en materia de cultura, ha emitido su dictamen al respecto:
"La tauromaquia es el malhadado
y venal ante de tonturar y matar animales en público y según
unas reglas. Traumatiza a los niños y los
adultos sensibles. Agrava el estado de los neurópatas atraidos por
estos espectáculos. Desnaturaliza la relación entre el hombre
y el animal. En ello, constituye un desafío mayor a la moral, la
educación, la ciencia y la cultura".
La cultura es todo aquello
que contribuye a volver al ser humano más sensible, más inteligente
y más civilizado. La crueldad que humilla y destruye por el dolor
jamás se podrá considerar cultura. Precisamente por ello,
los toreros y sus cuadrillas suelen provenir de las capas más desfavorecidas
de la población donde la incultura es mayoritaria.
El Toro no sufre
¡FALSO!
Si un insecto se posa en
un toro, éste lo espanta inmediatamente demostrando así la
extremada sensibilidad de su piel. Por otro lado, si un ser no sufre, de
nada sirve "castigarle". El sufrimiento es un medio de coacción
bien conocido. Sin dolor, la tortura no tiene efectos. Si el toro no sufre,
huelgan todas las torturas a las que le someten:
La pica o puya acaba en
una punta de acero de unos 14cm de largo que debe penetrar sólo
3 centímetros a la altura de la
cruz. En la práctica,
los picadores aumentan la penetración que puede llegar hasta 9 cm
llegando a perforar el pulmón lo
cuál provoca
una hemorragia que limita la capacidad del toro.
Las banderillas son afilados
arpones de 6 cm a 8 cm que los banderilleros clavan, en número de
4 a 6, cerca o dentro de las heridas del puyazo.
Estos arpones tienen la
facultad de actuar como palanca a cada movimiento del toro oradando y desgarrando
todos los músculos del cuello.
Se mata al toro clavándole
una espada entre las vértebras del cuello para llegar al corazón
y fulminarle. Esto no ocurre
prácticamente nunca.
El toro malherido en un pulmón, una arteria o el corazón,
agoniza gimiendo lastimosamente y
vomitando sangre. Debe ser
rematado con la puntilla, un puñal e corto destinado a seccionar
la medula espinal lo cuál,
supuestamente, acaba con
el sufrimiento del anímal. Esto tampoco ocurre así y el toro
queda paralizado pero consciente
durante todo el proceso
de arrastre y posterior despiece.
|