A la vez que el centralismo dictamina unas conductas que, inequivocamente, atribuye al sentir unionista que engloba al estado, en la diaspora, se desarrolla un continuo resurgir de sentimientos unionistas divergentes del centralista. Los caminos tomados por la manifestación de este vinculo, transmiten al problema caracteres sociales atribuidos generalmente desde el centralismo a la incultura. Los motivos de la creciente aceptación de esta vertiente ideologica no faltan, pero se ocultan y se ligan a un desdén historico. La jerarquia geografica arrastra marginación, reflejada en la periferia sobre todo en lo concerniente al ambito cultural.
Si de algo goza esta corriente de pensamiento, es de poder de seducción. A pesar de que, empiricamente, es inconsistente sin una rotunda concieciación.
Tentar la suerte de evocar aquello que tiempo atras nos definio resulta interesante y constructivo. También, una solida unión entre pueblo y estado en base a una situación cimentada en la igualdad, ofrece un modelo platonico con infinidad de posibilidades.
La diferenciación entre naciones no es un objetivo, es una realidad, y la cohexistencia es un metodo de supervivencia del que no se debe escatimar. El internacionalismo, dentro de un estado o de varios, lo refuerza y evita posibles suspicacias. Además, es erroneo alegar que es contranatura acotar un sentir.
"La coherencia del movimiento es inherente a la vejez del mismo y la moderación en el discurso" parece ser una máxima indiscutible. ¿Acaso la revolución continua quedó en manos de los mancos? tomemos lo nuestro.
Mientras sigamos dependiendo de canones preestablecidos, y su forma provenga de un ambito concreto, la defensa del entorno mas cercano y excluible del resto no difiere de una organización social ejemplar, sin pretensiones de aislamiento. Busquemos en el internacionalismo socialisa la respuesta.
VIVA LOS PUEBLOS.
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