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Ofrendas al Conde |
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Testimonios de Vida |
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La Nao de Fin de Siglo |
CON PRIVILEGIO
El segundo viaje de Quevedo es ultramarino. Parte ahora de los dominios de un personaje peligroso, satánico, seráfico, llamado Maldoror, identificado desde 1869 con un bestiario estremecedor y una flora enferma y leprosa. Tal paisaje resuena y resonará, -mucho me temo-, por largo tiempo. Porque la maldad sigue siendo el motor esencial de la vida humana. En este punto, el montevideano Conde de Lautrèamont, a quien se dedica este viaje, es la celebración clarividente ante la insensibilidad de un mundo globalizado y torpe.
Por otro lado, los Cantos de Maldoror, son una incursión por las Ciencias Naturales y una navegación por la psicología abisal que parece ´predecir, todavía, una serie de catástrofes personales. En una palabra, su condición mística rinde fe a Sade; pero su visión mágica penetra las pesadillas más tenebrosas.. El océano de su Canto es revelador: "Me parecía que mi odio y mis palabras franqueaban la distancia, aboliendo las leyes físicas del sonido, y llegaban nítidas a sus oídos ensordecidos por los mugidos del océano encolerizado". Darío lo incluyó en Los Raros . Lo sintió luciferino y citó a Quevedo para definirlo: "El espíritu maligno se deleita en la tristeza y melancolía por cuanto es triste y melancólico, y lo será eternamente." Hoy, sus escandalosas premoniciones son oráculo: "pero sabed que la poesía se encuentra en todas partes donde no está la sonrisa estúpidamente burlona del hombre con cara de sapo". Decía sabiamente.
Laus Deo.
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e-mail: manuelruano@infovia.com.ar
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