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En esta ocasión, transcribiremos algunas máximas del Maestro Paramahansa Yogananda, esperando que algunas toquen nuestro corazón:

 

•       La fe debe ser cultivada -o más bien descubierta- en nuestro interior; ella se encuentra allí, mas debe ser sacada a la luz.

•       ¿Por qué rehusar ser corregido? (...) Mi Gurú a menudo me censuraba incluso ante los demás, y yo no me resentía por ello, pues sabía que Sri Yukteswar estaba tratando de desvanecer mi ignorancia. Ahora ya no soy sensible a la crítica; no quedan ya en mí zonas enfermas que puedan ser heridas por los roces de otros hombres. (...) Si no curas las zonas ulceradas de tu mente, te irritarás cada vez que alguien las frote".

•       El Señor suele a veces negarnos la satisfacción de nuestras pequeñas plegarias, siendo su intención el otorgarnos un don mayor. Confía más en Dios. Ten fe en Aquel que te creó, te habrá también de mantener.

•       No pienses en tí mismo como en un pecador. El hacerlo es profanar la Imagen Divina que mora en tu interior. ¿Por qué identificarte con tus propias debilidades? En lugar de ello, afirma esta verdad: Soy un hijo de Dios.  Orale a El: "Malo o bueno, yo te pertenezco. ¡Despierta nuevamente en mí tu recuerdo, oh Padre Celestial!".

•       El Maestro le sugirió a un estudiante que parecía irremisiblemente atrapado en la red de los malos hábitos: "Si careces de fuerza de voluntad, trata de desarrollar el poder de evitar  toda ocasión de tentación".

•       "¿Cuál es la mejor oración?", preguntó un discípulo. El Maestro respondió: "Díle al Señor: 'Te ruego que me des a conocer tu Voluntad'. No pidas: 'Dame esto y dame aquello', sino que confía en que Dios sabe lo que necesitas. Verás que obtienes bienes muy superiores cuando El los elige por tí".

•       Dijo el Maestro: "En la creación, Dios está durmiendo en los minerales, soñando en las flores, despierto en los animales, y sabiendo , en el hombre, que está despierto".

•       "Dios nos pone a pruebas en todas las formas posibles", dijo el Maestro, "El saca a luz nuestras debilidades, con el objeto de que podamos percatarnos de ellas y transformarlas en fortalezas. El Señor puede enviarnos pruebas aparentemente insoportables... y puede ser aún que, en ocasiones, parezca casi como si nos estuviese alejando de sí. Mas, el devoto sabio, dirá: '¡No, mi Señor yo te quiero sólo a tí! Nada me detendrá en mi búsqueda. He aquí la oración de mi corazón: Jamás me hagas pasar por la prueba de olvidarme de tu presencia' ".