"Practicamente no existe actividad o empresa
		que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectativas
		y sin embargo fracase tan frecuentemente
		como el amor..."
			Erich Fromm

Cuando se cohabita con otra persona, a veces surgen problemas en la relación. Para algunos se trata de crisis profundas. La indiferencia o las riñas continuas frustran las esperanzas de una relación que dure toda la vida. Uno se siente enojado y decepcionado o triste y fracasado, y entonces comienza a preguntarse si se ha de seguir viviendo juntos.

Sin embargo, la decisión de romper una relación - de divorciarse - es una de las más difíciles en la vida de una persona, en especial si se tiene hijos.

Cuando los padres se divorcian, la situación de los hijos es siempre difícil. Por eso hay razones sobradas para esforzarse por resolver los problemas, de forma que se pueda seguir viviendo juntos. Antes de decidirse, se necesita poner en claro cómo es la relación: ¿qué es lo que me impide vivir como quiero? ¿Es en él/ella donde están los impedimentos? ¿O están en mí mismo/a? ¿Qué es lo que está mal en la relación y qué es lo que está bien? ¿Es lo malo algo que podemos cambiar juntos? ¿Queremos hacerlo? - Son cuestiones difíciles en las que se puede necesitar ayuda para encontrar las respuestas.

Mantenerse unidos únicamente por los hijos raras veces lleva consigo algo bueno. Los hijos salen perjudicados de vivir en una atmósfera llena de tensiones, riñas o indiferencia. A veces, una separación puede mejorar la situación de todos, una vez realizada, en el supuesto de que los padres puedan ponerse de acuerdo sobre dónde han de vivir los hijos y sobre cómo organizar la relación con el otro progenitor.

Los hijos ven y oyen mucho más de lo que uno cree, pero sacan a veces conclusiones erróneas. Pueden imaginarse fácilmente que es culpa suya si mamá y papá riñen, y que, si alguien se va de casa, ellos son los culpables.

Es mejor explicarles la situación, que dejarlos solos con su inquietud y sus fantasías.

Si ustedes deciden divorciarse, deben hacérselo saber a los hijos tan pronto como sea posible. Es importante que no reciban la noticia de ninguna otra persona, y que ustedes, juntos, hablen con ellos. Los hijos necesitan también algo de tiempo para prepararse ante la nueva situación.

Es importante aclarar a los hijos que el divorcio no es culpa suya y que ustedes dos siguen queriéndolos.

La forma de contárselo a un hijo depende de la edad que tenga. A un hijo pequeño basta muy a menudo con decirle que mamá y papá van a vivir cada uno en un sitio, pero que él seguirá estando con los dos en adelante.

A un hijo algo mayor, que entiende más los problemas de los padres, se le puede decir que han decidido separarse porque creen que será mejor para todos, por ejemplo, con menos riñas.

Los hijos necesitan a sus dos progenitores. Necesitan querer a su mamá y a su papá, poder estar orgullosos de ellos e identificarse con ellos. También necesitan su amor, su interés, su alegría y su estimación. Es importante que un hijo mantenga un contacto tan estrecho como sea posible con sus dos progenitores, aunque estos no vivan juntos y aunque el niño tenga una madrastra o un padrastro. Los estudios realizados muestran que los hijos están mejor si pueden ver a menudo al progenitor con el que no viven. Un malentendido corriente es que la ley diga que un progenitor tenga derecho a relacionarse con los hijos un fin de semana de cada dos. El texto legal subraya, por el contrario, la responsabilidad del titular de la patria potestad para que las necesidades de un hijo de ver al otro progenitor sean satisfechas en la mayor medida posible. Eso puede significar que, por ejemplo, se vean dos fines de semana de cada tres o todos los lunes y martes y un fin de semana de cada dos.

Cada niño es único y sus necesidades son distintas. Si ha de estar en otra parte un sábado de cada dos, quizás no pueda participar en el equipo de fútbol. Entonces, los padres pueden tratar de hacer que el hijo sea compensado de alguna otra forma, o intentar que el hijo pueda ir al entrenamiento, como él quiere.

Para niños muy pequeños es especialmente importante que puedan ver al otro progenitor según el principio de "poco y a menudo". Así, el niño podrá conservar el recuerdo de él mientras no estén juntos, y las separaciones del progenitor con el que vive resultarán menos difíciles al ser cortas.

También es importante que los niños puedan ver a sus abuelos paternos y maternos, así como a otras personas que sean de importancia para ellos.